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Un libro que vale la pena

Como los secuestrados no querían subir al helicóptero, el supuesto australiano se vio obligado a decir “I’m colombian army”

Daniel Coronell
13 de diciembre de 2008

Desde luego es solamente la versión oficial, pero tiene el valor de asumirlo desde la primera línea. El libro Operación Jaque: La verdadera historia, de Juan Carlos Torres, consigue una narración vívida y apasionante de la operación militar más exitosa en la historia de Colombia. Tiene, además, la virtud de ser el primer texto aprobado oficialmente que admite que el uso del emblema de la Cruz Roja no fue el resultado de una decisión inconsulta de uno de los miembros de la misión.

El libro salió a la venta la semana pasada y fue presentado por el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos.

Para que no quedaran dudas sobre su aprobación integral, Santos señaló en el prólogo: "Invito al lector a que se sumerja en las páginas de esta historia real y apasionante, una epopeya de libertad".

Acepté la invitación -con algo de escepticismo- y no me arrepiento. El libro está lleno de detalles reveladores. Por ejemplo, que inicialmente contemplaron la posibilidad de presentar a los militares como integrantes de una brigada médica. El plan consistía en aterrizar con tres helicópteros equipados para examinar a los secuestrados. Los aparatos despegarían con los rehenes tan pronto estuvieran a bordo, usando para su retirada armas encubiertas en las aeronaves.

Finalmente desecharon la idea por la previsible reacción violenta de los guerrilleros que haría imposible garantizar la integridad de los secuestrados.

Una vez decidido el formato de la operación, trabajaron en la caracterización de cada uno de los personajes que hacían parte de la misión de rescate.

El jefe de la misión se llamaría Juan Luis Russi Caballero. Era colombiano, pero había vivido mucho tiempo fuera del país trabajando para una ONG. El oficial que desempeñaría el papel debía aparentar unos años más de los que realmente tenía.

El segundo personaje era el periodista, cuyo nombre falso por alguna razón no revela el libro. Debía copiar el estilo venezolano del reporte en vivo y mantener distraído a 'César', el cabecilla guerrillero.

El tercero en orden de importancia era un aparente árabe, que sólo hablaba unas pocas palabras en español, y llamado Rachrach Joussef Amine. En esta descripción está la mayor revelación de la obra: "Al final, y teniendo en cuenta que en las dos liberaciones unilaterales que habían estudiado un denominador común era que los delegados portaban chalecos de la Cruz Roja, se decidió que llevaría un peto con ese distintivo".

El autor señala solamente que "se decidió", pero no aclara quién lo decidió.

En un pie de página, amplía: "Al menos esa fue la versión de los once participantes en la misión, quienes después dijeron que nadie les había prohibido usar el emblema. Los generales adujeron, por su parte, que ellos habían prohibido la utilización de la insignia humanitaria. En una investigación posterior, el ministro concluyó que todos, desde el comandante de las Fuerzas Militares hacia abajo, tenían algo de responsabilidad pero que no se había tratado de un 'pecado' grave porque nunca se tuvo la intención de usar el peto para obtener alguna ventaja militar".

El libro desde luego no habla de la responsabilidad "hacia arriba", pero lo dicho es mucho más de lo que se podía esperar si se tiene en cuenta que se trata de un trabajo auspiciado por el Ministro de Defensa, es decir, el siguiente eslabón de esa cadena de mando.

Un cuarto personaje interesante fue un supuesto australiano, que operó bajo el nombre falso de Daniel Crossegav. De acuerdo con la narración, tuvo que revelar su verdadera identidad en medio de la operación. Como los secuestrados, empezando por Íngrid y los tres norteamericanos, no querían subir al helicóptero, el supuesto australiano se vio obligado a decirle a Thomas Howes: "I'm Colombian Army".

Todos esos detalles, y algunos más, hacen que valga la pena leer Operación Jaque: La verdadera historia. Probablemente nunca sabremos toda la verdad, pero este trabajo -tanto por lo que dice, como por lo que calla- ayuda a aproximarse.
 

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