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Una imagen incompleta

Para un hombre público como Aníbal Gaviria, con grandes aspiraciones, es mejor que su hoja de vida sea escrutada con seriedad.

María Jimena Duzán
17 de septiembre de 2011

No he podido saber cuáles son las razones por las cuales los medios nacionales y regionales cumplen a cabalidad su función de perro guardián cuando se trata de mirar la trayectoria política de Luis Pérez, el cuestionado candidato a la Alcaldía de Medellín, y en cambio omiten esa mirada escrutadora cuando se trata de exponer la hoja de vida de Aníbal Gaviria, el candidato del Partido Liberal que puntea en las encuestas.

Personalmente creo que Gaviria sería un mejor alcalde para Medellín que Luis Pérez. Nunca me han gustado los políticos de talante populista como él porque cuando llegan al poder arrollan con la institucionalidad del Estado, como de hecho sucedió en su alcaldía cuando casi acaba con las Empresas Públicas de Medellín. Cuando Pérez presentó su candidatura en las pasadas elecciones avalado por el Partido Liberal -fíjense cómo da la vida de vueltas-, dije públicamente que si yo fuera paisa y tuviera que elegir alcalde de Medellín, mi voto sería por Alonso Salazar, así tuviera de aliado a José Obdulio Gaviria.

A pesar de que todas las investigaciones por corrupción que tenía Luis Pérez fueron saldadas a su favor, su mala fama lo sigue acompañando hasta el punto de que tuvo que contratar a J.J. Rendón para que le mejorara la imagen. Sin embargo, hasta el momento, Luis Pérez no ha podido aclarar si es cierto que concejales que lo apoyan tendrían conexiones con las nuevas estructuras mafiosas de Medellín y, aunque nadie lo dice públicamente, esas podrían haber sido una de las razones que pesaron para que el Partido de la U no avalara su nombre en estas elecciones, hecho que lo impulsó a presentarse por firmas.

El caso de Aníbal Gaviria es totalmente distinto. A diferencia de Pérez, Gaviria goza de una gran imagen en los medios regionales y nacionales. Está bendecido por el Sindicato Antioqueño y tiene detrás de sí una pléyade de columnistas de peso que lo apoyan con pujo y revolcadera. Probablemente esa buena imagen sea merecida en razón de su exitosa gestión como gobernador. Lo que sí no creo es que sea una imagen completa.

Si uno abre la página de Verdad Abierta, son varias las menciones que hay de él y de su familia que los relacionan con hechos complicados. El año pasado, Raúl Hasbún, uno de los pocos empresarios del Urabá que se desmovilizaron, dijo en una versión libre ante Justicia y Paz que Guillermo Gaviria, su padre, un importante empresario dueño de vastas extensiones de tierra en Urabá, habría formado parte de los empresarios que financiaron esas autodefensas a través del Grupo de los 20. Según Verdad Abierta, su padre ha negado esa versión y ha dicho que si pagó esas extorsiones fue porque se vio obligado a hacerlo. No obstante, hasta el momento el candidato Aníbal Gaviria no se ha referido a ese episodio, ni nadie se lo ha preguntado. Bueno sería saber su opinión sobre cómo fueron esos años de extorsión y si en algún momento su padre denunció ante las autoridades o si nunca lo hizo. Otro paramilitar, el Alemán, salpicó a Aníbal Gaviria en una declaración diciendo que ellos financiaron su campaña a la Gobernación en 2003. En su momento, el candidato respondió a este tema diciendo que se trataba de una operación de desprestigio y que la prueba de ello era que la historia había salido precisamente cuando él había sido nombrado como fórmula vicepresidencial del candidato liberal. Tampoco nadie le ha preguntado a Aníbal Gaviria qué credibilidad le merece la investigación que sacó hace unos meses la Superintendencia de Notariado y Registro en la que aparece una empresa de propiedad de Guillermo Gaviria, su padre, llamada Agropecuaria Carmen de Bolívar, formando parte de la red de los empresarios que despojaron de sus tierras a los campesinos víctimas del conflicto en los Montes de María en 2004. Ni qué opina de la posibilidad de que la Fiscalía haya abierto una investigación contra los empresarios que se hicieron de manera ilícita a las tierras en esa región. Tampoco nadie le ha preguntado en qué va la investigación que se le sigue en la Fiscalía y que lo relaciona con el Cebollero.
 
Para un hombre público como él, con grandes aspiraciones en la política -nadie duda de que él quiere llegar al solio de Bolívar-, es mejor que su hoja de vida sea escrutada por los medios con seriedad y sin ánimo distinto de que la verdad se esclarezca. Estas respuestas a estos interrogantes se vuelven aún más determinantes si gana las elecciones en Medellín, que es lo más probable. Su triunfo será la base para iniciar el proceso de reunificación liberal, convirtiendo probablemente a esa fuerza en la más poderosa dentro de la Unidad Nacional. Y uno sí quisiera saber si esta fuerza remozada se va a utilizar para impulsar la aplicación de leyes como la Ley de Víctimas y de Restitución de Tierras o si se va a utilizar para frenarlas.

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