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Abrazos y besos al banquillo

Prohibir a los adolescentes los abrazos y los besos es privarlos del acto más hermoso y sublime de sus vidas, a través del cual aprenden a ser respetables y delicados galanes.

Uriel Ortiz Soto, Uriel Ortiz Soto
27 de agosto de 2015

Otra cosa es el abrazo y el beso: patán, vulgar, sucio o malintencionado, que induce a lo pecaminoso y libidinoso; de allí se abren escenarios libres de placer, para caer en el sexo promiscuo sin ninguna orientación, planificación o responsabilidad.

Sin embargo, lo más aconsejable es acudir a los conceptos de los directores de establecimientos educativos, puesto que son ellos quienes en últimas manejan la situación y conocen más de cerca cuál es la intención de dos adolescentes que se abrazan y besan apasionadamente, puesto que mas allá de tan noble manifestación, puede existir un paraíso que les va mostrando cuán bella es la vida cuando hay expresiones de amor puro y verdadero; por consiguiente, dejemos que sean los especialistas en el tema que se manifiesten, pero tomando como referencia el concepto de varios educadores, en el sentido, que es más efectiva la educación que la represión.

El beso y el abrazo, entre adolescentes, es el nacimiento de la bella flor en los inicios de sus vidas, cuyos pétalos no deben desgranarse con medidas de tipo represivo, jurídico o disciplinario, más bien sí, hay es que inducirlos para que en caso que sea  expresión de amor con atracción al sexo, no lo hagan públicamente, acudan a recibir orientación, para que no cometan el error de truncar su adolescencia y juventud con decisiones tempranas, que a la hora de la verdad, ni ellos mismos entienden, convirtiéndolos fácilmente  en padres en vía de ensayo y sin ningún conocimiento de causa.

Está plenamente comprobado que la represión, no es el arma más efectiva para combatir el delito o los malos comportamientos, como en el caso que nos ocupa; máxime cuando nos encontramos en una sociedad pluralista, con diferentes costumbres, pero lo más grave, deshumanizada desde sus propios hogares, razón por la cual sus hijos para desinhibirse, están desbordados por el consumo de alcohol, drogas y sexo, ellos mismos manifiestan encontrarse en un callejón sin salida, puesto que sus progenitores, se han dedicado a la vida laboral, y la unidad familiar todos los días está en decadencia, su llegada al hogar después de una jornada escolar les genera un vacío tan enorme que solamente el encuentro con uno de sus compañeros de clase fuera del hogar, les hace vivir momentos de felicidad y alegría a través del beso y el abrazo, lo de más allá, son medidas de tipo preventivo que lamentablemente están totalmente descuidadas, ni siquiera existe un manual de convivencia, para ponerlas en práctica.

Son miles los adolescentes que encuentran en el beso y el abrazo de un compañero o compañera de colegio el amor y el cariño que les han negado sus progenitores, existen miles de casos que debido a los maltratos que reciben en sus hogares se refugian en el de uno de ellos, donde encuentran amor, cariño y una vida más amable.

En este orden de ideas, el país ha entrado en un debate sobre la permisividad o prohibición del abrazo y el beso, que bien manejado no deja de ser interesante, para que tanto jóvenes como padres de familia y educadores, con el Ministerio de Educación a la cabeza, sienten un precedente que sirva de fundamento para trazar los manuales de convivencia entre estudiantes, desde los jardines infantiles, pasando por los ciclos de primaria, bachillerato, hasta las universidades.

Está plenamente comprobado que lo prohibido se vuelve más pecaminoso y aviva el interés por consumarlo por encima de cualquier circunstancia, citemos por ejemplo el desbordamiento que existe por el sexo entre menores de edad; los mayores por guardar ciertas apariencias de pudor, moral y mojigatería han descuidado lo más esencial: cuál es la cátedra abierta y didáctica para sus hijos, que debe existir con carácter de obligatoriedad en los establecimientos educativos, desde que el niño ingresa al jardín infantil hasta su ciclo de secundaria; desde luego que deben ser muy bien evaluadas por expertos para cada una de la etapas de la vida del niño o adolescente.

Otro aspecto de lucha perdida por las autoridades con métodos represivos, es el del consumo de drogas en los establecimientos educativos, la sorpresa de los últimos días con campanazos de alerta la están dando los mismos rectores, cuando manifiestan públicamente, cómo el microtráfico en los alrededores de sus establecimientos educativos se convirtió en un negocio tan lucrativo que ya existen carteles y va a ser muy difícil desarticularlos, puesto que se han constituido verdaderas empresas que suministran la droga a los estudiantes con un manejo logístico tan perfecto, que deja a las mismas autoridades alarmadas y perplejas.

En conclusión, mal se pueden diseñar normas de prohibición para un acto tan sublime, como es la manifestación del: amor, el afecto o la amistad, a través del abrazo y el beso. De lograr cristalizarse esta prohibición sería otro golpe para nuestros jóvenes y chocaría contra tantos males delincuenciales que sí hay que combatir con mayor precisión, pero sin ejercer medidas de tipo represivo como son: el microtráfico, el bullying, el matoneo y tantas otras conductas muy propias de las juventudes, que empiezan a surgir sin mucha importancia, pero que de un momento a otro toman tanta fuerza, que después es difícil combatirla.

En conclusión, dejemos que nuestros niños, adolescentes y jóvenes, continúen con sus expresiones de amistad y de amor a través del abrazo y el beso, bajo los preceptos de un manual de convivencia aprobado por los rectores de los establecimientos educativos y padres de familia, pero pretender sentar jurisprudencia es como pisotear la bella flor de las juventud, con graves secuelas hacia el futuro.
 
urielos@telmex.net.co
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