Home

Blogs

Artículo

Reforma a la Justicia, mal focalizada

Semana
22 de abril de 2012

Reforma a la Justicia, mal focalizada.

 

Si en algo se encuentra bien representado este gobierno es en la persona que está al frente del Ministerio de Justicia, jurista consumado, Abogado ponderado y serio, de vasta trayectoria en los intríngulis del Derecho, es por ello, que nos extraña sobremanera que aún persistan en el proyecto de la reforma a la justicia algunos artículos que, sin duda alguna, son nocivos para una democracia frágil como la nuestra, por su proclividad hacia los intereses particulares, habida cuenta de ciertos rasgos de idiosincrasia que no se han podido superar.

De tiempo atrás, he sostenido que la impunidad mantiene florido el árbol de la corrupción. Cada vez que se habla indistintamente de las dos palabras, aprovechan algunos para venirse lanza en ristre contra algunos magistrados de las Altas Cortes, acompasados con una crónica desentonada de los medios de comunicación, y, por ende, esto hace desviar toda la atención a esta parte minúscula del problema, dejando intactos los boquetes o troneras que sirven de mampara o burladero para el ejercicio pleno de la corrupción, la cual queda acorazada o protegida por una impunidad garantizada.

Es cierto que en la rama judicial se han presentado algunos casos de corrupción, en mínima proporción si se compara con los grandes escándalos por parte de los Congresistas en su empresa criminal con los paramilitares y los que se cohonestaron en la Presidencia de Álvaro Uribe. También, la Fiscalía General de la Nación no ha sido ajena a prácticas corruptas, siendo muy vulnerable en este organismo, ya que aquí se empieza la investigación, la instrucción y la acusación en materia criminal.

Además, los escándalos en la rama judicial, como caso curioso, se han presentado con mayor énfasis en una de las Salas del Consejo Superior de la Judicatura, la Disciplinaria, cuya conformación es de origen político y su elección corresponde al Congreso de la República. El Gobierno en su proyecto de reforma propone eliminar la Administrativa y deja intacta la Disciplinaria, que es la que ha tenido los serios problemas de corrupción. Un ex Presidente de la Corte Constitucional, hace algún tiempo, manifestó: Hay un organismo terriblemente descompuesto, que es la sala disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, en donde se están tomando decisiones preocupantes".

Si alguna actividad requiere instancias y controles de gestión rigurosos es la administración de justicia por su complejidad en su aplicación y tan expuesta a la tentación de los corruptos; sin la menor duda, si el Consejo Superior de la Judicatura cumpliera siquiera una mínima parte de su única y principal función constitucional, y que es la que justifica la razón de su existencia, cual es la de “examinar la conducta y sancionar las faltas de los funcionarios de la rama judicial y llevar el control de rendimiento de las corporaciones y despachos judiciales”, y se reformara su sistema de conformación y elección, se estaría dando un paso muy firme en la lucha contra la corrupción y su aliada la impunidad.

“Un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”, este adagio tiene mucho de cierto. Este país ha trasegado por unas etapas aciagas, de cruenta violencia y conoce perfectamente su historia. Sabe perfectamente el triste desenlace de la alianza macabra de un número considerable de legisladores con unos delincuentes sanguinarios como los paramilitares, por eso, no se puede ceder en ninguna prerrogativa y, mucho menos, en lo concerniente a conflicto de intereses, sistema de investigación y juzgamiento en lo penal y disciplinario, la injerencia aberrante en la elección de los magistrados de la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, y otras arandelas

La corrupción es, sin lugar a dudas, una amenaza latente para cualquier sociedad, desestabiliza sus instituciones y tiene una  gran afectación en los valores de la democracia, la ética y la moral, socava la justicia como tal y atenta contra el imperio de la ley. El Estado que permita el apoltronamiento de la corrupción y sea permisivo en su expansión y no tenga como prioridad una lucha coercitiva frontal para su erradicación, está condenado a vivir a futuro los días más aciagos de su historia, lo que lo conduce indefectiblemente al despeñadero y al caos total de la sociedad  y termina imponiéndose la ley del más fuerte.

Debe tenerse muy presente que la corrupción no campea solo en las Inspecciones de Policía y Juzgados Promiscuos Municipales, sino con más frecuencia, pero de manera más sofisticada, en los despachos de los Altos Dignatarios, lo que obliga a ciertas reformas que garanticen la comparecencia de éstos ante sus jueces naturales para su investigación y juzgamiento de manera expedita, pronta y eficaz.

La impunidad y la corrupción no se contrarrestan con el aumento de penas, pero sí con la proscripción de los subrogados penales y la efectividad en el castigo, incluyendo, por supuesto, a los funcionarios aforados.

Una buena reforma se logra con voluntad política, pensando en el interés general y desprendiéndose de cualquier egoísmo o apetito de poder.

 

Manizales, Abril 22 de 2012.

 

Marco Aurelio Uribe García.