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Sentidísimo homenaje público a Pablo Barrios Pacheco

Semana
30 de octubre de 2008

Aceptaron a mi primogénito en la Universidad Javeriana -como rosarista, desconozco por completo el funcionamiento de esa institución, pero desde ya me parece un acierto de esa escuela seria, tradicional y muy atenta a descubrir el talento humano-; estudiará ciencias políticas con énfasis en relaciones internacionales. Además la motivación y la lucidez de su elección le llegaron por línea materna.

Admiro la seriedad y la convicción con que escogió. El proceso de toma de la decisión fue guiado por su colegio, el San José de Bavaria, con más de tres décadas de experiencia en un esquema de educación alternativa, y luego de considerar una extensa lista de posibilidades profesionales llegó a la conclusión de que esa era la suya. Adicionalmente, al estilo de los países desarrollados, varios planteles hicieron campañas de mercadeo que buscaban reclutar estudiantes, entonces lo invitaron a conocerlos. Allí también hay un logro: escogió bien informado, espero que con consecuencias positivas para el resto de su vida, me da tranquilidad que sea sincero consigo mismo.

El proceso de selección se basó, en primer lugar, en el puntaje del examen del Estado, llamado Icfes, ya no es una prueba que cuantifica el volumen de datos entre las cabezas de los estudiantes; en lugar de evaluar principalmente contenidos, examinaron competencias académicas, como la capacidad de comprensión de lectura, la habilidad de hacer síntesis, el bilingüismo indispensable para funcionar en el mundo globalizado; en suma, buscaban establecer con qué destrezas contaba para seguir educándose en el nivel universitario. En segundo lugar, una entrevista buscó probar su motivación, capacidad reflexión y la probabilidad de que tuviese éxito en el estudio de su carrera; que además transcurrió de manera respetuosa y realista, ajustada a sus circunstancias, sin pretender exigirle por encima de sus posibilidades. Tanto la demanda como la oferta por esta clase de educación crecieron, el sistema maduró y la calidad aumentó.

Sobre los eventos de los últimos cinco años que nos llevaron a este clímax de satisfacción ya casi no recuerdo los detalles de lo sucedido, no porque esté demente, se trata del olvido protector, como lo llamarían los neurofisiólogos; los mecanismos inconscientes de defensa ante la adversidad, dirían los psicoanalistas. Su adolescencia fue interesante, por decir lo menos, al ritmo de música electrominimal, producto de muchos compositores y DJs, sigla pronunciada en inglés diyeis, se trata de hombres y mujeres que hacen sonar simultáneamente varios CDs, sidis, creando combinaciones novedosas de sonidos; nuevas melodías que fácilmente podían durar media hora cada una. También cultivaba con gran dedicación su vida social nómada, coordinada mediante Facebook y teléfono celular recorría extensas áreas de Bogotá, en especial zonas conocidas por todos, de bares y tabernas, con la finalidad de realizar actividades nocturnas, incluyendo frecuentar diversos lugares de fiesta; como barco a la deriva sabía a dónde empezaba, nunca a dónde terminaba, mucho menos a qué hora. Con frecuencia estos programas incluyeron el desayuno de la mañana siguiente.

En todo caso, forma parte de una generación de jóvenes de mente amplia, bastante libres, viajeros conocedores del mundo, que se dan libertades en ocasiones alarmantes; viven en un universo lleno de información sobre las implicaciones de la sexualidad, el licor, la drogas y el cigarrillo. Sin embargo, encuentro sorprendente que a pesar del espacio vastamente grande de posibilidades que tiene a su disposición, se adhiere con firmeza a su pareja, al igual que a fumar y beber; me inquieta el impacto sobre su salud y productividad, así como el mal uso de su tiempo, la energía y el dinero que implica esas noches de fiesta, no solo por el que emplea parrandeando, sino por la recuperación, el guayabo.

De todas maneras, me siento agradecido, no se aficionó a otros psicofármacos. ¡Sueño con que haya superado esa etapa noctámbula! Ya no recuerdo la sensación de despertarme reparado un sábado luego de dormir en paz el viernes en la noche.

Por último, a los padres de niños sin experiencia con adolescentes, que como cura consejero matrimonial, me dieron recomendaciones cariñosas y teóricas para manejar a mi muchacho, puedo decirles que tienen razón en preocuparse: esta es una etapa movidísima de la vida de los hijos, pero no hay que tenerle miedo, tan solo debemos confiar en las cosas buenas que recibieron de su educación cuando eran pequeños. En esta época desconcertante se transforman en adultos jóvenes, dejando atrás el infante terminan de conformar su identidad en todo aspecto, social, sexual, profesional, por ejemplo. Es importante para ellos poner a prueba los esquemas tradicionales, así como establecer los límites de sus capacidades, en una sola palabra, necesitan conocerse en su nuevo papel de personas mayores independientes. No hay nada que temer, solo esperan que los padres sobrevivan a sus pruebas.

Ahora le queda para el futuro estudiar, graduarse de profesional, trabajar y crear su mundo propio con satisfacción.