Home

Portada

Artículo

portada

Ya estás tejiendo la red

El magnate mexicano de las telecomunicaciones Carlos Slim está a punto de quedarse con el negocio de la telefonía en Colombia.

20 de agosto de 2005

El mexicano Carlos Slim es el cuarto hombre más rico del mundo, pero pocos saben que su verdadero poder ya no radica solo en la liquidez de su chequera. Sus 23.800 millones de dólares de fortuna personal, según la revista Forbes, lo convierten en el latinoamericano más adinerado de la historia, pero su estrategia de negocios lo está convirtiendo en el Bill Gates de las telecomunicaciones en el mundo. Hoy su imperio se extiende desde Estados Unidos hasta la Patagonia, tiene inversiones en 14 países del continente, 74 millones de latinoamericanos hablan por sus celulares, es dueño de una red de fibra óptica de 85.000 kilómetros que conecta con los tres cables submarinos que comunican al continente.

Su siguiente tajada en este jugoso pastel es nada más ni nada menos que la empresa más emblemática de las comunicaciones en Colombia: Telecom. El jueves de esta semana el magnate mexicano viene al país a cerrar con el Presidente de la República el que se convertirá en el segundo negocio más importante en la historia de Colombia, después de la reciente venta de Bavaria a la multinacional cervecera SAB Miller. Mientras el negocio de Bavaria ascendió a 7.800 millones de dólares, el de Telecom estaría alrededor de los 3.000 millones de dólares.

Muchos colombianos ven con preocupación cómo con este negocio otra empresa bandera de Colombia queda en manos extranjeras. Bavaria ya está en manos de surafricanos; Coltabaco, de los gringos; Avianca, de los brasileños; Colseguros de los franceses, y Sofasa, de los japoneses, entre muchas otras. Y aunque a los nacionalistas no les guste que Telecom quede bajo dominio mexicano, lo que políticamente parece un pecado, económicamente se vuelve inevitable.

A pesar de que Telecom cuenta con la mejor infraestructura en comunicaciones del país, con presencia en todas las capitales departamentales, 997 municipios y 6.000 localidades, en las agitadas aguas del negocio de las telecomunicaciones la empresa era un galeón que estaba naufragando. Frente a las imponentes carabelas de Movistar y Comcel, que surcan los mares con un enorme poder de fuego y sus cofres llenos de monedas de oro, Telecom no era más que un frágil velero que se lleva el viento.

Las razones son varias. Uno, porque no tiene plata. Las delicadas finanzas del Estado no le permiten meter los cientos de millones de dólares que sí puede desembolsar la competencia privada. Dos, por el lastre pensional. A pesar de que el Estado liquidó Telecom y creó la empresa Colombia Telecomunicaciones, el tema de las pensiones de los empleados le reduce un gran margen de maniobra para invertir en el mercado. Y tres, y quizá su mayor desventaja, es que estaba en el lugar equivocado. En un mundo de teléfonos móviles, Telecom tenía el negocio de los teléfonos fijos. Mientras Comcel, Movistar y Ola se erigen como los príncipes del futuro, Telecom es el rey del pasado.

En estos mares de corrientes turbulentas, Slim es, sin duda, el capitán más avezado. Lo demostró cuando se apoderó de Telmex, la telefónica estatal de México que privatizó el presidente Carlos Salinas de Gortari en 1990, en una audaz operación que lo catapultó de la noche a la mañana como el hombre más rico de México. En su momento cogió una empresa estatal ineficiente y atrasada y la convirtió en una caja registradora repleta de efectivo. Ahora piensa hacer lo mismo con Telecom.

Quizá no le quede difícil. Telecom está montada sobre una infraestructura de tres millones de líneas locales. Tiene el 60 por ciento del negocio de larga distancia nacional y alrededor del 40 por ciento del internacional, servicios de Internet y de transmisión de datos que llegan a más de 130.000 clientes, una red de fibra óptica de 4.500 kilómetros que se extiende por todo el país, conexión a los sistemas de cable submarino Panamericano y Maya que asegura velocidades de transmisión de más de 200.000 kilómetros por segundo con cualquier parte del mundo. Por esta importancia estratégica es que Telecom es un bocato di cardinale para Slim o cualquier otro jugador que esté en el negocio de las comunicaciones.

No sería el primer negocio que el magnate mexicano tiene en Colombia. Slim entró al país pisando fuerte al mercado nacional cuando, a mediados de 2000, compró Comcel a Bell Canada, y dos años después, adquirió Celcaribe. Su otra compañía en el país es Telmex Colombia, que comenzó a operar en febrero de 2004. Su negocio consiste en prestar el servicio de transmisión de datos a grandes empresas, entre ellas, el Grupo Aval, la Dian y el Banco de la República, lo que lo convierte en el cuarto jugador en este segmento.

Precisamente es a través de Telmex Colombia que Slim piensa hacer el negocio con Telecom. Será una fusión entre ambas empresas en la cual el multimillonario mexicano se queda con el 50 por ciento de la nueva sociedad y además asume el control. Dentro de los 3.000 millones de dólares que valdrá la operación se encuentra la asunción de la deuda de la empresa. Principalmente, el pago de los 6,9 billones de pesos de pasivo pensional en un plazo de 13 a 15 años.

Uno de los objetivos que perseguiría Slim con su entrada en Telecom es controlar las comunicaciones en el sector corporativo, en donde Comcel, su otra empresa, es débil. El mercado corporativo es la principal fuente de ganancias del negocio de las telecomunicaciones, ya que el consumo de las empresas es muy superior al de las personas. En el nivel móvil, por ejemplo, los planes corporativos significan apenas el 20 por ciento de suscriptores en el continente, pero proveen más del 55 por ciento de las utilidades totales de los operadores, según un estudio de la firma Pyramid Research.

Otra cosa que busca Slim con la entrada en Telecom es que Comcel no tenga que pagar a un tercero los servicios de interconexión entre móviles y fijos, como hasta ahora, sino que utilice las redes de la propia compañía, en este caso la nueva sociedad con Telecom. De esta manera, Slim adquiere una mejor posición para ingresar en el mercado corporativo, en donde los españoles de Telefónica gozan de parcial ventaja con Movistar, enfocada desde los tiempos en que pertenecía a Bellsouth en ese sector decisivo.

Precisamente uno de los elementos que mueve a Slim a comprar la mitad de Telecom es la batalla frontal que tiene con los españoles de Telefónica. Hoy ambos grupos controlan el 80 por ciento de las telecomunicaciones latinoamericanas y están enfrascados en una contienda abierta por la supremacía de este mercado.

A finales del año pasado, Telefónica golpeó el ajedrez de las telecomunicaciones en América Latina al comprar las compañías de Bellsouth en 10 países de la región. Esta operación, que costó 5.850 millones de dólares, convirtió a los españoles en el cuarto operador de móviles del mundo, detrás de China Mobile, Vodafone y China Unicom. Con esta jugada, Telefónica reacomodó las fichas del tablero donde compite con Slim, al quedar liderando con su marca Movistar el mercado de telefonía móvil en Argentina, Chile y Perú, donde ya tenía operaciones, y entrar de segundo en Colombia, Venezuela, Ecuador y Uruguay. Con esa movida Telefónica se anotó 10,4 millones más de clientes en América Latina, para superar los 100 millones de clientes mundiales de telefonía fija y móvil.

Slim no se quedó atrás y siguió adelante con su tour de compras por la región. Sus más recientes contragolpes incluyen la compra, hace una semana, de la peruana TIM de Telecom Italia, por 504 millones de dólares, y la adquisición de la chilena Smartcom de Endesa de España, hace 15 días, por 472 millones de dólares.

Slim ha enfilado además baterías para controlar el sector de infraestructura, es decir, las redes físicas a través de las cuales se transportan las telecomunicaciones. La estrategia del empresario mexicano es convertirse en el mayor portador de voz y datos de América Latina. En 2003 pagó 206 millones de dólares por una infraestructura en la que AT&T había invertido cerca de 1.000 millones de dólares y que le permitió entrar en el atractivo mercado de transmisión de datos por fibra óptica en Argentina, Brasil, Perú, Chile y Colombia. Hoy cuenta con una extensa red de 85.000 kilómetros, que se conecta con los tres cables submarinos que comunican el continente (Panamericano, Arco y Maya).

Como si fuera poco, a comienzos de este año, Slim anunció estar considerando la posibilidad de entrar en el negocio de Internet por banda ancha en España, lo que fue visto como una clara señal de que lo que va del pulso con Telefónica es apenas la antesala de una pugna mundial que promete ser apasionante. En sólo 12 meses, Slim y Telefónica han aumentado 70 por ciento su presencia en la región.

Aunque la guerra Slim vs. Telefónica está para alquilar balcón, por ahora los ojos del país están puestos en ver cómo se desarrolla el anuncio esta semana de la compra de Telecom por parte del multimillonario mexicano. Y después de esto, es de esperarse una respuesta de Telefónica para fortalecer a Movistar en Colombia. Conocedores del negocio anticipan un acuerdo de la empresa española con EPM o ETB.

El mercado está movido. Y el negocio de Telecom se había demorado. Es de las únicas empresas de telecomunicación del Estado en el continente a las que no había llegado el capital privado. Pero al último mohicano le llegó su hora. Y con esta movida, Carlos Slim no sólo demuestra su gran habilidad y visión para los negocios, sino que se convierte en el zar de las telecomunicaciones en Colombia.

Al frágil galeón que ondeaba la bandera de Telecom y cuyo cascarón se mecía al vaivén de unas olas rabiosas, le acaba de llegar el mejor salvavidas: el transatlántico de Slim.