Boris Cyrulnik ha publicado varios libros: ‘Resiliencia’, ‘Los patitos feos’, ‘El amor que nos cura’, ‘Morirse de vergüenza’, ‘El murmullo de los fantasmas’, ‘La maravilla del dolor’, ‘Las almas heridas’, entre otros. | Foto: León Darío Peláez

NEUROLOGÍA

“Si no le das atención a los niños de la guerra, volverán a matar”

El neurólogo francés Boris Cyrulnik habló de cómo pudo superar el trauma de sobrevivir al holocausto nazi y cómo los jóvenes de la guerra pueden hacer resiliencia.

23 de febrero de 2017

Su semblante es saludable. Sonríe casi después de cada frase que dice. Habla con una ironía y un tipo de sarcasmo amable. Nadie sospecharía que detrás de un rostro que irradia tanta alegría está la historia de un ser humano que sobrevivió al holocausto Nazi. Afrontó momentos tan duros que un día se preguntó por qué sentía deseos de seguir viviendo, a pesar de todo.

Boris Cyrulnik, de 79 años, nació en Bourdeus, Francia, en el seno de una familia judía que emigró de Ucrania huyendo de los nazis. Cuando tenía sólo cinco años, sus padres fueron asesinados en un campo de concentración. Él estaba condenado a muerte.

Pasó por manos de enfermeras, institutrices, y otras familias que lo escondían hasta en los baños para protegerlo de las redadas policiales. Empezó a trabajar desde muy joven en una granja con un nombre falso y al final de la guerra vivió con una tía en Paris. Luego conoció a unos vecinos que le mostraron otro lado de la vida, por primera vez se sintió tratado como una persona y después lo animaron a estudiar psiquiatría. El hecho de recibir cariño marcó un antes y un después en su vida.

Ahora es etólogo, psicoanalista y neurólogo. Sus experiencias lo han llevado a dedicar su vida entera a estudiar posibles tratamientos para niños con traumas. “Yo tenía una herida propia y necesitaba saber por qué algunos niños evolucionan y si eso se podía aplicar a otros”, recuerda.

Es un abanderado del concepto de resiliencia humana. Según él, y en palabras simples, se trata de "la capacidad del ser humano para reponerse de un trauma, sin quedar marcado de por vida, y ser feliz". Cyrulnik explica que cualquier trauma se puede superar, él es una prueba de ello.

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El neurólogo de cabello plateado y ojos marrones dice que el trauma no viene de inmediato, pero una vez pasa ese suceso que nos genera un choque emocional fuerte, entonces sentimos miedo, somos inseguros, nos cuesta relacionarnos con los demás, recordamos constantemente el hecho, se presentan pesadillas, dolor y nos volvemos más vulnerables.

“Según la teoría nazi  - asegura él- no había que atender a los bebés prematuros, había que desechar al débil. Con el tiempo en París se creó el primer centro de atención para bebés prematuros y se dieron cuenta de que si tenían la atención adecuada, estos bebés podrían desarrollarse y convertirse en hombres como los demás”.

Cyrulnik expone varios ejemplos para mostrar la importancia de los padres en la crianza, la importancia de la estabilidad emocional y de no aislar a quien ha vivido un trauma: “Si los padres están, todo se puede recuperar; las heridas pueden sanar, si hay alguien que da seguridad. Pero si se abandona es muy difícil que esta persona se recupere. Lo mismo sucede con personas que han vivido traumas en otras etapas de si vida. El problema no es el suceso, el mayor problema para superar un trauma es el aislamiento”.

De pronto la conversación da un giro y Cyrulnik empieza a hablar de la guerra en Colombia y de los jóvenes que la han sobrevivido. “Con ellos sucede lo mismo que con los bebés; para recuperarse del trauma de la guerra es necesario que puedan sentir seguridad y confianza”.

Para Cyrulnik el problema con la guerra en Colombia es que ha durado mucho tiempo y estos niños han crecido con la idea de que van a morir y que tienen que pelear siempre. “Sin embargo, Colombia no es el único país que ha usado a los niños para la guerra. En todas las guerras había niños soldados; durante el conflicto turco los niños tuvieron que matar a sus propios papás. Napoleón, al final de la guerra tenía 110. 000 niños que murieron. En Alemania durante el conflicto muchos de los comandantes eran niños de 12 años. Ahora en África hay más o menos 300.000 niños soldados. Pero los que logran sobrevivir pueden hacer resiliencia”.

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El proceso de resiliencia que tendrán que comenzar los jóvenes de las FARC requiere, según Cyrulnik, de seguridad y educación. Ha conocido varios jóvenes que participaron en guerras, pero que después tuvieron la oportunidad de ir a la universidad e involucrarse con procesos artísticos y ahora son muy exitosos, “pero si no le das atención a los niños de la guerra, seguramente volverán a matar”, afirma.

Para lograr la seguridad de la que habla Boris no solo se necesita que los jóvenes puedan estar seguros de que lo que vivieron no va a repetirse. Además, se necesita seguridad afectiva. Es decir, que exista una persona que brinde cariño, atención, amor. Así mismo, es necesario que estas personas puedan realizar actividades que le ayuden a entender qué fue lo que pasó.

Cyrulnik dice que para entender y para hablar de estos temas lo más importante será la cultura: “En Francia pasaron 40 años hasta que empezaran hablar de esos temas. Es que nadie quiere que le cuenten la atrocidad de la guerra”. Pero Cyrulnik encuentra que a través del cine, de la pintura, el teatro, la fotografía y otras expresiones artísticas, puede haber casos exitosos de resiliencia.

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Al final de la entrevista, cuando se le preguntó si estaba trabajando en Colombia algún proceso de resiliencia, si lo habían invitado, si tenía algún proyecto en mente, primero soltó varias carcajadas y luego dijo: “He venido 10 veces a Colombia y nunca me han pedido que trabaje este tema de resiliencia. A mí me encantaría… Hace poco me llamó la presidenta de Chile para un proyecto de investigación allá. Pero mi esposa, Florence, estaba fascinada con Colombia y no pude ir… las mujeres son tenaces”.