Entre el 75 y 80 por ciento de los cánceres colorrectales son esporádicos.

SALUD

Cómo evitar el cáncer colorrectal

El tumor de colon y recto es más comunes en países desarrollados, pero en Colombia su incidencia está en aumento y las estrategias para la detección y tratamiento temprano no han sido efectivas.

30 de marzo de 2017

Gran parte de los 9.216 nuevos casos de cáncer de colon que se presentan cada año en el país se podrían evitar con prevención, pues esta neoplasia está muy ligada a los hábitos de vida, e incluso con los controles necesarios se puede detener antes de que empiece a desarrollarse. Por esta razón, varios países han incluido en sus planes de salud programas de tamizaje que han permitido que el número de muertes por esta neoplasia disminuya.

A pesar de tales resultados, estas estrategias de prevención no han podido ser implementadas en países como Colombia, entre otras, por falta de educación sobre la enfermedad misma, así como por dificultades para acceder a programas de tamización y la falta de estos. De hecho, aunque en el país estaba planteada la creación de un programa de detección temprana de cáncer colorrectal para el 2016, aún no se ha organizado tal objetivo.

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Por eso, es necesario empezar a conocer de qué forma se puede evitar esta enfermedad que se puede diagnosticar a tiempo y que “en estados tempranos prácticamente se puede curar”, como explica Ricardo Oliveros, cirujano gastrointestinal del Instituto Nacional de Cancerología. Esta enfermedad empieza con un crecimiento anormal de células llamadas pólipos, que pueden agrandarse durante años sin dar señales ni síntomas, pero que detectadas a tiempo es posible eliminarlas sin que avancen al estado canceroso. Sin embargo, en Colombia “casi que más del 50 por ciento de los pacientes llegan con los tumores muy avanzados. La mayoría tienen entre seis meses y un año con síntomas”, dice el experto.

Entre el 75 y 80 por ciento de los cánceres colorrectales son esporádicos. Afectan a personas sin antecedentes y se presume que son los factores medioambientales, principalmente la dieta, el factor de riesgo más importante. Por su parte, del 20 al 35 por ciento de los casos, pueden tener antecedentes de parientes hasta de segundo grado de consanguinidad y entre el uno y el cinco por ciento, son casos de pacientes con síndromes genéticos heredados por un fuerte y frecuente antecedente familiar.

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Como la gran mayoría de estos tumores surge sin el componente familiar, la principal estrategia de prevención es conocer muy bien al propio organismo para poder determinar algunos signos de alerta como cambios en el hábito intestinal, en el calibre de la materia fecal y presencia de sangre en las heces. Si se presentan estos síntomas, se debe consultar de inmediato al médico para empezar con las pruebas de tamizaje. Si el cuerpo no está hablando y no hay antecedentes familiares, la recomendación de los expertos es “empezar a hacerse el examen de sangre oculta en materia fecal a partir de los 50 años, porque el 90 por ciento de los casos de cáncer de colon empiezan a aparecer después de esta edad”, asegura Olivares.

La prueba de sangre oculta en heces, conocida como guayaco, es el método de detección que tradicionalmente se ha utilizado. Pero, actualmente el examen más recomendado es la tamización de sangre oculta en materia fecal inmunohistoquímica, un análisis más avanzado y confiable. Si el resultado es negativa y no hay síntomas, ni historial clínico para considerar, la recomendación es hacerlo cada dos años, desde los 50 hasta los 75 años.

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Por su parte, la colonoscopia es otra prueba de tamizaje, mucho más compleja en la que se evalúa en su totalidad el colon y el recto con la idea de encontrar pólipos o lesiones peligrosas. Esta se recomienda para pacientes a quienes el examen de la sangre en heces haya dado positivo y para quienes tienen historial familiar de la enfermedad. En ellos, “conviene hacerse una colonoscopia 10 años antes de la edad en la que le apareció el cáncer al familiar, pues este se toma en desarrollarse de 5 a 10 años”, explica Oliveros. De ese modo, si el pariente fue diagnosticado a los 50, habría que hacer esta prueba a los 40.

“La indicación de cómo debe hacerse la evaluación depende del riesgo de cada persona”, concluye el especialista. Por esta razón, no hay que olvidar la importancia de conocer muy bien el historial clínico familiar y aportarle toda esa información al médico con la mayor precisión. Y, por otro lado, es conveniente empezar a posicionar estas pruebas de tamizaje e incluirlas en el cronograma de los chequeos de salud, haciéndole un espacio al lado de la mamografía, en el caso de las mujeres o, en los hombres, el examen de próstata.