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Para cerebro, el de Einstein

El sabio tenía un cerebro con el peso y el tamaño similares al de los hombres. En cambio, los surcos y los pliegues marcaban enormes diferencias. Los científicos dicen que ahí estaba buena parte de su extraordinaria capacidad.

Víctor Diusabá, corresponsal de SEMANA en España
1 de diciembre de 2012

“Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro”.
Tampoco de las particulares formas de su cerebro, si por alguna razón hubiera tenido la oportunidad de echarle una de sus sabias miradas desde el más allá al interior de esa mágica cabeza que guardaba su famosa cabellera. Científicos acaban de demostrar que su zona encargada de recibir las sensaciones no se parece, al menos, a la gran mayoría de los mortales.

Eso, para no decir que sus lóbulos parietales son únicos, lo que de alguna manera puede explicar que esos surcos y crestas incomparables esconden muchas de las razones por las cuales Albert Einstein fue, primero, un violinista precoz; y, además, esa impresionante capacidad de imaginar hechos y anticipar sus consecuencias, mientras a la vez convertía los procesos, invisibles a los ojos de los demás, en realidades. En fin, un visionario con argumentos científicos.

Las conclusiones de que aparecen en la revista Brain: a journal of Neurology, según el diario El País de España y Los Angeles Times, son consecuencia de una larguísima investigación, cuyo punto de partida se puede situar hace cerca de seis décadas, cuando Einstein murió a los 76 años de edad.

Gracias a la autorización de uno de los hijos del genio, Han Albert, quien luego del deceso de su padre acaecido en Nueva Jersey (el premio nobel murió víctima de una aneurisma en la aorta), la ciencia puedo acceder al cerebro. Y Thomas Harvey, un patólogo, se tomó el trabajo de seccionarlo en delgadas capas. Al final resultaron centenares de ellas que fueron repartidas al menos entre 18 científicos, que iniciaron el trabajo de descubrir qué características extraordinarias podían hallarse en esos tejidos.

Con el tiempo, algunas se extraviaron (otras se dice que están en Ontario, California, Alabama, Hawaii, Filadelfia, Japón y Argentina, según Los Angeles Times), pero algunas, como las que dan lugar a las revelaciones actuales, sirven para mostrar cómo era la neuroanatomía externa de esta parte del cerebro de Einstein a partir también de 14 fotografías descubiertas recientemente y tomadas desde distintos ángulos poco convencionales", le dijo a El País Dean Falk, autora del trabajo y quien es antropóloga de la Universidad de La Florida.

Y si bien Einstein tenía un cerebro como el de la mayoría de los mortales (en tamaño y peso), está claro, primero, que su cerebro no era esférico y que hay notables diferencias en el tamaño de los parietales. Pero además algo muy interesante, de acuerdo con la misma investigadora, y es que la llamada corteza somatosensorial, que se encarga de cara y lengua está más desarrolladas en el hemisferio derecho de su cerebro.

Así mismo, los pliegues densos en lóbulos parietales confirman, como lo había ya dicho otro equipo investigador, las habilidades del genio a la hora de poner en marcha sus procesos de razonamiento y juicio.

El cerebro de Einsten no es el único objeto de estudio. También lo son los del físico alemán Carl Friedrich Gauss, "el príncipe de las matemáticas", y del ruso Ivan Pavlov, el principal representante de la sicología conductista.