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Activistas de internet protestaron en línea y en las calles. | Foto: BBC

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Lo que dicen los expertos sobre la piratería

El mundo digital está estremecido con los eventos que se están desarrollando esta semana, hasta el punto de que ya se habla de una posible "guerra mundial de internet".

Alianza BBC
21 de enero de 2012

El miércoles, Wikipedia y otros sitios decidieron ponerle un velo a sus páginas en señal de protesta por dos controversiales proyectos de ley en Estados Unidos.
 
El jueves, el Departamento de Justicia anunció el cierre de la página de intercambio de archivos Megaupload.
 
Y el viernes, como represalia por esto último, activistas virtuales del grupo Anonymous atacaron páginas pertenecientes a las autoridades de Estados Unidos, disqueras y otros defensores de un ataque a la piratería.
 
El Congreso de Estados Unidos decidió entonces detener el debate sobre los dos proyectos de ley (SOPA y PIPA).
 
Ante esta situación, la BBC decidió pedirles a varios expertos de diferentes tendencias que analicen los eventos y, sobre todo, que respondan a la siguiente pregunta: ¿Y ahora qué viene?
 
Geoff Taylor, BPI
director de British Recorded Music Industry (BPI), el órgano comercial que representa la industria discográfica británica
 
Los ataques de los hackers contra el FBI, el Departamento de Justicia y la industria creativa, sumados a las recientes protestas por algunas compañías tecnológicas contra nuevas leyes antipiratería, han dejado entrever algunos de los secretos sucios de la economía de la piratería en internet.
 
Anonymous acusa a gobiernos y a la comunidad creativa de ser "tiranos" por tratar de evitar que roben el trabajo de otras personas. Esto ilustra el extremismo de buena parte del movimiento que está en contra de los derechos de autor.
 
No sólo está moralmente mal justificar que se tome el trabajo de otras personas a cambio de nada, sino que además ignora la simple verdad de que todo lo que tiene algún valor, incluyendo el entretenimiento, necesita tiempo y dinero para ser creado. Uno esperaría que estas visiones ingenuas tengan poca influencia pública. Pero tienen unos aliados muy poderosos.
 
Bajo el disfraz de que están peleando por su visión de una "internet abierta", algunos monstruos de Silicon Valley lanzaron una campaña de alto perfil para oponerse a nuevas leyes de Estados Unidos que buscan combatir importantes páginas piratas.
 
Como un truco publicitario para esta campaña, Wikipedia cerró por un día y Google "censuró" su Doodle, pidiéndoles a sus usuarios que se opusieran a la legislación.
 
Estas grandes corporaciones argumentan que restringir el acceso a algunas páginas piratas masivas equivale a una censura de la libertad de expresión al estilo chino y "romperá la internet", ignorando que otros tipos de sitios ilegales son bloqueados de manera rutinaria y que las personas siempre tendrán la libertad de expresar sus puntos de vista a través de las millones de páginas perfectamente legales que no violan los derechos de autor.
 
¿Pero está motivada la oposición de la comunidad tecnológica a tratar de resolver la piratería por principios? ¿O por las ganancias?
 
Muchos consumidores ven el robo digital como un tipo de crimen sin víctimas. Los músicos y las estrellas de cine tienen montones de dinero, ¿cierto?
 
De hecho, la mayoría de los músicos ganan menos que el salario promedio nacional y todos los que trabajan en el sector creativo, desde los llamados roadies (quienes transportan y montan el equipo de un grupo musical en gira) hasta los ingenieros de audio, se ven afectados negativamente por la piratería.
 
Pero resulta que el dinero que ahorran quienes bajan música, libros o películas gratis está cayendo silenciosamente en manos de grandes corporaciones tecnológicas.
 
Servicios de hosting o alojamiento en línea les pagan a los usuarios para que suban a la red los archivos más populares y cobran por garantizar una descarga más rápida.
 
Gigantes de las búsquedas ganan miles de millones por concepto de la publicidad en línea, y las búsquedas sobre películas y música ilegal gratis son un gran generador de tráfico.
 
Los proveedores de banda ancha les cobran a sus usuarios por todo el ancho de banda extra que consuman bajando material gratis.
 
La industria de publicidad en internet gana comisiones de la publicidad en sitios piratas y algunas marcas llegan a una gran audiencia de manera barata.
 
Esta es la economía pirata escondida de internet.
 
Buena parte de las compañías de internet que se benefician de esto aseguran de manera rutinaria que no apoyan la piratería. Puede que sean sinceros. Pero al mismo tiempo se oponen de manera sistemática a cualquier medida nueva para enfrentarse a ella y no ofrecen ninguna alternativa efectiva propia.
 
A largo plazo, esta no puede ser la manera de proceder.
 
El exdirector de Apple, el fallecido Steve Jobs, entendió que las industrias creativa y tecnológica deberían ser socias y que los consumidores se benefician de un mejor servicio de calidad como resultado. Spotify y otros han decidido tomar la batuta y hay ejemplos nuevos que son bienvenidos, como Google y algunos proveedores de servicios de internet que están lanzando sus propios servicios digitales de música.
 
Pero si queremos una economía digital que funcione, los grandes jugadores en la internet tienen que deshacerse de su adicción al dinero que llega de la piratería. Como Steve Jobs, tienen que demostrar que valoran la creatividad de otras personas tanto como la creatividad propia.

Ernesto, Torrentfreak.com
coeditor del blog Torrentfreak.com, basado en los Países Bajos. Pidió que su identidad no fuera reveladas.
 
Aparte de aumentar la responsabilidad legal de algunas compañías tecnológicas legítimas, el problema con los pendientes proyectos de ley SOPA y PIPA es que no podrán lograr casi nada para detener la piratería.
 
Puede resultarles más fácil sacar de circulación lo que la industria del entretenimiento llama "los sitios rogue" o deshonestos, que se dedican a quebrantar los derechos de autor, pero el pasado reciente muestra que por cada servicio que es cerrado, aparece una docena de nuevos.
 
Hace diez años se decía que la mayor amenaza provenía de Napster, unos años después fue Limewire, y hoy es Megaupload.
 
Todos estos servicios están ahora fuera de servicio pero no hay señales que indiquen que haya bajado el número de archivos compartidos. Todo lo contrario.
 
En vez de intentar de manera agresiva de eliminar la piratería con leyes y alienar a los consumidores, un enfoque mucho mejor es analizar por qué muchas personas comparten material protegido por los derechos de autor.
 
En gran parte, la piratería se puede interpretar como una señal de mercadeo. Los consumidores ven un desajuste entre lo que ofrecen las grandes compañías mediáticas y sus propias demandas.
 
Cuando llegó el reproductor de MP3 (y el iPod) no había formas legales en algunos países para que las personas compraran las canciones para ponerlas en sus reproductores.
 
La demanda era inmensa pero los grandes medios no estaban sirviéndola. Todavía vemos ese desajuste hoy y es una de las principales motivaciones que tienen las personas para piratear.
 
La piratería siempre permanecerá, pero si las industrias del entretenimiento son suficientemente inteligentes, entonces proveerán eventualmente servicios que vuelvan las descargas no autorizadas obsoletas para las mayoría de personas.
 
En Europa, por ejemplo, muchas personas no quieren esperar años antes de que sus shows favoritos de Estados Unidos aparezcan en televisión, entonces recurren a páginas donde se comparten archivos.
 
Esto es más sobre disponibilidad que sobre el hecho de que estos shows sean gratis. Lo mismo es cierto para las películas y la música.
 
Lo que el público quiere es un mejor servicio y mayor disponibilidad a un precio justo.
 
Neelie Kroes, Comisión Europea
vicepresidenta de la Comisión Europea y la responsable de los temas relacionados con la Agenda Digital
 
He dicho que tenemos que salvaguardar los beneficios de una internet abierta y que SOPA no es el modelo para Europa. Lo que necesitamos en vez de eso son leyes efectivas, proporcionales y que preserven la internet abierta que queremos.
 
O, como lo puse en Twitter, conducir a altas velocidades es ilegal pero eso no se resuelve poniendo topes en las autopistas para reducir la velocidad.
 
En la era digital, nuestro sistema actual de derechos de autor no está dando resultado en cuanto a sus objetivos. Creo que deberíamos combatir la piratería. Pero se está volviendo cada vez más difícil hacer respetar los derechos de autor legalmente, y la aplicación es sólo un lado de la moneda.
 
Además de eso, casi todos los artistas ganan menos de unos US$1.200 (800 libras esterlinas) al mes por concepto de derechos de autor. Eso es bastante devastador, tanto para los propios artistas como para Europa en general.
 
Hay cantidades de ideas potenciales sobre nuevos sistemas de reconocimiento y recompensa, pero muy frecuentemente no funcionan gracias a leyes rígidas y 'predigitales'.
 
Mientras tanto, la legislación puede discriminar contra formas innovadoras de distribución. Por ejemplo, los libros electrónicos no se benefician de las mismas tasas con gravámenes reducidos que los libros "en físico".
 
En general, he sido clara con que necesitamos volver a los principios básicos y situar a los artistas en el centro de las leyes sobre los derechos de autor.
 
Necesitamos asegurar que el acceso a internet sea tan extendido como sea posible. Y necesitamos manejar la piratería desde ambos ángulos. La piratería no será minimizada hasta cuando se aumente la cantidad de contenido legalmente disponible.
 
William Dutton, Universidad de Oxford
es profesor de estudios de internet en el Instituto de Internet de Oxford.
 
La difusión mundial de internet es uno de los desarrollos tecnológicos más prometedores del siglo XXI. Más de 2.000 millones de personas ya utilizan internet y es probable que ese número se incremente a medida que más personas en las naciones en vías de desarrollo se conectan.
Ya hay más usuarios chinos en el planeta que estadounidenses.
 
Es una infraestructura clave para el desarrollo económico tanto en las naciones desarrolladas como las que están en vías de desarrollo y está permitiéndoles a individuos conectados responsabilizar a los gobiernos y a otras instituciones en maneras tan poderosas como lo hacía la prensa en épocas anteriores.
 
Sin embargo, la vitalidad de las tecnologías de internet está siendo puesta en riesgo por una confrontación ideológica entre dos grupos: uno que busca proteger los derechos de autor contra otro que protege la libertad de expresión.
 
Internet y la red crecieron como parte de una cultura de compartir y de libertad de expresión dentro de comunidades académicas. Más de 40 años después de la invención de internet, muchos usuarios todavía apoyan la libertad de expresión en línea.
 
Considerando los altos niveles de apoyo a esta cultura subyacente, no debería sorprender que las amenazas a la libertad de expresión generaran reacciones significativas.
 
Las rutas legislativas para proteger los derechos de autor tendrían un efecto escalofriante en internet, pues marcarían el comienzo de más vigilancia y de órdenes gubernamentales para bloquear contenido, así como la desconexión de usuarios. Por eso, Wikipedia y Google, entre otros, protestaron contra SOPA y PIPA.
 
Justo cuando las protestas sobre estas acciones legislativas parecían estar ganando terreno entre los políticos de Estados Unidos, el Departamento de Justicia subió las apuestas al cerrar Megaupload y acusar a sus fundadores de violar leyes antipiratería. Como resultado, el grupo Anonymous lanzó unos ataques.
 
Las acciones de casi todos los involucrados en este conflicto han sido verdaderamente intransigentes.
 
A corto plazo, es tiempo de hablar y detener esta guerra de argumentos. Los actores no han estado abiertos a discutir, pero eso es precisamente lo que se necesita. A largo plazo, las industrias creativas deben enfocarse en nuevos modelos de negocio que sean sostenibles en la era digital. Los gobiernos pueden apoyar la investigación y el desarrollo de estas innovaciones.
 
De manera más general, todos los involucrados tienen que entender que la libertad de expresión y los derechos de autor no pueden entenderse como temas individuales. Ambos son parte de una ecología mayor de políticas que tienen interacciones significativas.
 
Es tentador afirmar que la libertad de expresión prima sobre todos los otros valores e intereses, pero la evidencia que tenemos justo en frente de nosotros es que la libertad de expresión está siendo erosionada por preocupaciones de derechos de autor, responsabilidad legal, privacidad y protección de datos, seguridad pública y otros temas. Tener posturas políticas unidimensionales podría afectar el futuro de internet.