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A partir de la captura de Monzer Al Kassar, Estados Unidos tiene un plazo de 40 días para presentarle a la justicia española los documentos que respaldan la extradición. El traficante sirio enfrentaría cadena perpetua, ya que el armamento que habría negociado con supuestos miembros de las Farc sería empleado contra intereses estadounidenses en Colombia

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Las Farc como carnada

Usando infiltrados que se hicieron pasar por miembros de la guerrilla colombiana, la DEA tendió una celada a uno de los más importante traficantes de armas del mundo.

16 de junio de 2007

Primero tuvieron que ganarse su confianza. Los agentes secretos de la DEA encargados de atrapar al poderoso traficante de armas Monzer Al Kassar y a dos de sus enlaces en Rumania tuvieron que entrar al bajo mundo y cumplir varias citas en distintas partes de Europa, para conseguir su objetivo. Y para ello usaron unas credenciales de peso: se presentaron como integrantes de las Farc.

La guerrilla colombiana, reconocida internacionalmente como un grupo terrorista que se financia del narcotráfico, estaría, según los falsos compradores, interesada en un poderoso arsenal. Armas que Al Kassar no tendría problema en proveer, pues su fama de mercader de la muerte se ha difundido por toda Europa. Es tan conocido, que en octubre pasado el diario británico The Guardian publicó una entrevista en la que negó sus vínculos con organizaciones terroristas, pero aseguró que "sería un honor" si ello fuera cierto.

Hasta ahora, la mayor prueba contra Al Kassar es un negocio pactado entre este y los supuestos representantes de las Farc. La negociación involucraba un arsenal de lanzagranadas (RPG), misiles antiaéreos tierra-aire (SAM), ametralladoras y un grueso pertrecho de municiones varias. El traficante también habría ofrecido toneladas de explosivo C4, detonadores y la respectiva capacitación a cargo de unos 100 expertos libaneses que arribarían a una zona selvática de Ecuador para instruir a guerrilleros en el manejo de esos elementos. El armamento, supuestamente, sería utilizado por la guerrilla para atentar contra ciudadanos y objetivos estadounidenses en Colombia.

Aunque la embajada de Estados Unidos en Madrid no precisó el valor del cargamento negociado, señaló que podría costar varios millones de dólares y que para engañar al multimillonario sirio se utilizaron cuentas encubiertas presentadas como fondos que la guerrilla obtenía producto del tráfico de droga. Según esta fuente, Al Kassar haría llegar el armamento vía marítima camuflado en una embarcación comercial.

Cuando la negociación iba muy avanzada y la DEA tenía suficientes grabaciones y pruebas técnicas que incriminan al comerciante sirio, se produjo la captura, ordenada por un juez federal de Nueva York.

Cuando la noticia dio la vuelta al mundo, más de un gobierno respiró aliviado. Al Kassar tiene un perfil poco común que hizo más difícil su detención. Se trata de un multimillonario conocido por su poder y su riqueza como el 'Príncipe de Marbella'. Aunque nació Siria hace 61 años, reside desde los años 80 en la provincia de Málaga, al sur de España. Sus infracciones a la ley datan de 1970, cuando fue detenido en Viena por robar autos deportivos. A partir de entonces sumó, mientras crecía su fortuna, decenas de delitos relacionados con el tráfico de drogas y armas, hasta la creación de grupos terroristas. Estados Unidos, Canadá y Australia lo declararon persona no grata y prohibieron su ingreso; Francia, Alemania e Italia lo expulsaron en alguna oportunidad y ha sido procesado en Gran Bretaña, Dinamarca, Suiza y Argentina. En Irak es uno de los 10 hombres más buscados por vender armas a grupos insurgentes.

A este traficante de armas se le relacionó por primera vez con Colombia hace más de una década, en un confuso episodio. En 1992 recayó sobre él la acusación de haber suministrado las armas con las que un comando palestino se tomó el crucero italiano Archille Lauro. La prueba más contundente contra Al Kassar era el testimonio de su antiguo socio Mustafá Nasimi, quien lo incriminó. Aunque finalmente Al Kassar nunca fue condenado por este hecho, dos años después se habría vengado de Nasimi, secuestrando a sus dos hijos en Madrid. Las autoridades rescataron sanos y salvos a los dos jóvenes de 13 y 14 años y descubrieron que los secuestradores eran varios colombianos vinculados al cartel de Cali, enviados para ejecutar el crimen. En 1998, Nasimi fue asesinado de un disparo en la nuca, en la puerta de su casa.

Aun así, Al Kassar fue absuelto de todos los cargos por venta de armas y no se le vinculó ni con el secuestro ni con la muerte de su ex socio. Desde entonces, vivía plácidamente en Marbella, y hacía alarde de su habilidad para hacerle el esguince a la justicia. Bien fuera porque nunca se habían encontrado pruebas contundentes para condenarlo, o porque su enorme riqueza le permitía pagar a los mejores abogados, y comprar hasta las conciencias más incorruptibles.

Pero, como en las mejores películas de Hollywood, los espías gringos le tendieron una trampa que podría acabar con su leyenda, si es que logran que sea extraditado a Estados Unidos y juzgado allí. Sin embargo, aunque la captura fue espectacular, el proceso que sigue no es fácil. Para empezar, aún no está clara la legalidad de su captura. El juez Juan del Olmo, que firmó la orden de detención en España, pidió una completa relación de las actuaciones de la DEA, para evaluar si los agentes secretos indujeron a Al Kassar a cometer un delito. En este caso, venderle armas a una guerrilla, que pretendía atacar los intereses de Estados Unidos, en territorio colombiano.