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¡Cómo creerle, señora Canciller!

El problema de María Ángela Holguín es que no puede usar espejo retrovisor como el resto de políticos; de hacerlo, sólo se vería a sí misma dándole la espalda a los venezolanos.  

José Manuel Acevedo M.
30 de abril de 2017

No sólo el presidente Juan Manuel Santos perdió la credibilidad y la confianza de la mayoría de los colombianos. También su canciller, María Ángela Holguín resulta castigada en los sondeos de opinión y encuestas de las últimas semanas.

La ministra que más tiempo ha durado en este gobierno ha encontrado precisamente en esa prolongación de su mandato, la peor de sus pesadillas: si pusiera un espejo retrovisor, como lo hace la mayoría de políticos para echarle la culpa a los que le antecedieron en el cargo, Holguín solo se vería a sí misma reflejada dándole una y otra vez la espalda a los venezolanos. Cada vez que tuvo la oportunidad de reaccionar enérgicamente para rechazar los abusos del régimen de Nicolás Maduro, prefirió pasar de agache. Nadie le pedía guerra pero tampoco nadie quería tener a Chávez y luego a Maduro de nuevos mejores amigos, como ella y Santos los declararon sin pudor.

No eran solo los políticos de oposición ni los fogosos expresidentes que dictan cátedra después de que dejan sus cargos los que le pedían a la ministra que hiciera uso de los mecanismos estrictamente diplomáticos con celeridad y decisión para intentar apartarse de esa locura llamada la ‘Venezuela de Chávez‘.

Eran también y sobre todo, los más serios y ponderados internacionalistas y los desesperados ciudadanos que viven aún en medio de la tragedia los que clamaban por algo distinto a una mirada indiferente. La señora canciller, sin embargo, callaba.

Peor que eso: la ministra Holguín fue la gran promotora de que el país vecino participara como garante del proceso de paz con las Farc (tal vez Maduro algún día nos cuente a qué costo) y, sin duda, fue la artífice de que Ernesto Samper llegara a la secretaría general de la UNASUR para oxigenar desde ese organismo la democracia fallida en Venezuela y validar los atropellos que allí se cometían con el prurito de fomentar el diálogo interno que nunca fue.

Por eso, cuando la Canciller anuncia mediante sus recientes comunicados un viraje en las relaciones con Venezuela nadie le cree. Por eso, cuando va a la ONU a transmitir la "preocupación" del gobierno colombiano por lo que pasa del otro lado de la frontera, todos se mueren de risa. Por eso, cuando la doctora Holguín promueve la reunión de ministros de exteriores de la OEA, la mayoría sabe que lo hace a fuerza de circunstancias y no porque de verdad lo crea conveniente.

¿O no es cierto que cada vez que se reúne con Samper y con Rodríguez Zapatero su conclusión es que la OEA no puede resolver ninguno de los problemas que aquejan a Venezuela y que hay que seguir creyendo que oposición y gobierno solitos pueden ponerse de acuerdo?  

¡Cómo creerle, señora Canciller si los discursos en público y en privado son tan diametralmente opuestos!

Cómo creerle que esta vez todo será distinto, si quien comanda las relaciones internacionales de nuestro país, su jefe, el presidente, un día le llama a Chávez "un peligro en la región", al otro "un factor de estabilidad para América Latina", y más tarde, cuando no quedan testigos vivos más que él, cuenta vía Twitter que hace años le advirtió a su homólogo que la revolución en Venezuela había fracasado. ¿Será eso serio? ¡Cómo creerles a Maduro, a Santos y a la señora Canciller!

Twitter @JoseMAcevedo

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