Los homicidios de las parejas se cometen con mayor frecuencia con armas de fuego. | Foto: Semana.com

SALUD MENTAL

¿Por qué las personas quieren tener armas de fuego?

Hay miles de armas de fuego, tanto legales como ilegales, en manos de civiles. La pregunta es por qué la gente se siente más segura cuando está armada. El psiquiatra José A. Posada Villa ofrece algunas explicaciones científicas. Aportes al debate de la prohibición de las armas de fuego.

9 de enero de 2019

Muchos creen que las personas con trastornos mentales son autores de actos violentos pero según los estudios ellas tienden a ser más las víctimas de esos crímenes. La mayor parte de la violencia con armas de fuego tampoco es cometida por asesinos en serie  o sociópatas. Son crímenes cometidos al calor de una discusión o por interés económico de los delincuentes.

Si bien el 67 por ciento de los poseedores de armas dicen que la protección es una de las principales razones por las que posee un arma de fuego, su atractivo es difícilmente entendible por el solo temor a la delincuencia. En otras palabras, hay más motivaciones que un deseo reflexivo de defenderse. Algunos estudios han demostrado que personas que han disparado a personas desarmadas realmente pensaban que estos individuos llevaban un arma y aseguran haberla visto antes de disparar, probablemente influidos por prejuicios. Vemos lo que esperamos ver.

El cerebro construye la realidad y las expectativas influyen en la percepción del mundo. Explorar el significado simbólico de las armas de fuego puede ser una buena manera de abordar las cuestiones teóricas del problema, estudiando la relación con el objeto, el arma, que rebosa de poder simbólico más allá de su utilidad física.

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No es necesario ser un académico para trazar la línea entre los sentimientos de masculinidad y la posesión de armas. Por supuesto, no todos los hombres con un arma son violentos, pero no podemos ignorar cómo el género es parte importante de este asunto. Los hombres tienen tres veces más probabilidades de poseer un arma de fuego según una encuesta realizada en 2017. Esto implica examinar las fuerzas mentales y culturales que afectan el fenómeno. Los dueños de armas de fuego, son generalmente  hombres, temerosos de su futuro financiero, no muy religiosos y que sienten que el control del uso de armas puede llegar a representar un ataque de su masculinidad, independencia e identidad. Estos hombres encuentran consuelo en las armas como un medio para restablecer un sentido de poder individual y sensación de seguridad ante los tiempos cambiantes, escriben en la revista Social Problems. El símbolo del arma de fuego como empoderamiento emocional y existencial es un mecanismo fundamental que activa la posesión de este tipo de armas.

Buena parte del problema tiene su origen en nociones tradicionales de masculinidad que impiden a los hombres expresar sus emociones de manera adecuada y que la violencia se inculque como una alternativa más masculina, donde la posesión y manejo de armas es un ejemplo de la visión estereotipada de lo que significa ser un hombre.

Los hallazgos más importantes de las investigaciones se centran en estas afirmaciones: poseer un arma de fuego hace sentir seguridad, responsabilidad, confianza, patriotismo,  control sobre el destino, respeto y valor para la familia y la comunidad.

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La posesión de armas de fuego es más común entre quienes tienen puntos de vista de derecha. El mayor interés propio, la personalidad autoritaria y la desconfianza en otros grupos pueden hacer que un arma parezca un elemento esencial.

Vale la pena resaltar que las mujeres y las minorías tienen menos probabilidades de afirmar que las armas tienen un poder simbólico significativo y que, por otra parte, las comunidades religiosas ofrecen símbolos e identidades alternativas que, aparentemente, compensan la necesidad de un arma como una fuente de autoestima y posición moral.

Los homicidios de las parejas se cometen con mayor frecuencia con armas de fuego. Tener una de estas armas en el hogar aumenta el riesgo de homicidio por la pareja en al menos un 500 por ciento y  en hogares con una historia de violencia familiar, el riesgo se incrementa a 2.000 por ciento. Los hombres que piensan que no están a la altura de las normas de género tradicionales tienen más probabilidades de participar en comportamientos estereotipadamente masculinos, como la violencia, según un artículo en la revista Injury Prevention en 2015. Del mismo modo, cuando la masculinidad y el estatus de un hombre se ven amenazados, expresan más apoyo a la guerra, la superioridad masculina y las actitudes homofóbicas. Los estudios publicados en el American Journal of Sociology plantean la tesis de que se trata de un mecanismo de sobrecompensación masculina.

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El poseer armas parece ser un síntoma de una crisis mucho más profunda en el sentido y el propósito en la vida de algunos hombres. Este significado está arraigado en el miedo y la vulnerabilidad. Todos conocen la afirmación que las armas no matan personas; las personas matan personas. El planteamiento es obvio, pero en el tema que nos ocupa, menos importante. El hecho de que  las armas requieren algún tipo de acción humana para funcionar, no es un argumento válido en el caso de las armas de fuego que, a diferencia de los palos y los cuchillos, permiten a una persona asesinar a otra con una eficacia brutal y sin untarse de sangre o ver la expresión de dolor o miedo en la cara de la víctima. Cada objeto que nos rodea es, en potencia, un arma peligrosa, pero se usa el arma de fuego porque usar la fuerza física perturba lo suficiente como para que se decida disparar un arma desde una distancia de 10 metros sin tener que personalizar e interiorizar el acto.

Por otra parte, las investigaciones sobre la violencia en el mundo real revelan un impulso abrumador para evitarla pues casi todas las personas son reacias a matar a un miembro de la propia especie, bajo la mayoría de las circunstancias. Las personas tienen una gran cantidad de mecanismos fisiológicos y mentales que ayudan a percibir y reaccionar ante los estados emocionales de otras personas. Los seres humanos están programados para el arraigo y la solidaridad y esto es lo que hace que el abordaje de la violencia sea posible.

En resumen, es complejo para los investigadores identificar las diversas fuerzas que actúan en la sociedad para que se dé el uso de armas de fuego. Un aspecto fundamental es que  el uso de las armas de fuego está relacionado con el género. Hay pasos probados por la ciencia que podemos tomar, como sociedad e individuos, para reducir la cantidad de armas y disparos. Podemos dar estos pasos sabiendo que la naturaleza humana está de nuestro lado.

*Grupo de Investigación Nuevas Perspectivas en Salud mental, UCMC