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Trump: ¿El peor presidente en la historia de EE.UU.?

Algunos historiadores de ese país llegan a esa conclusión. Aun así, no es seguro que no gane de nuevo en noviembre.

11 de abril de 2020

Hasta hace poco, la mayoría de los historiadores de Estados Unidos coincidían en la opinión que tenían de Donald Trump. Pensaban que, teniendo en cuenta que su gobierno solo lleva poco más de tres años, sería demasiado prematuro calificarlo en un ranking comparativo con los 44 presidentes que lo antecedieron.

Pero así como consideraban demasiado pronto para calificarlo, no consideraron anticipado juzgar su personalidad. Varios lo definen como la persona con peores condiciones que ha ocupado ese cargo.

Esa mala opinión está llegando ahora más lejos en algunos casos. Con el manejo irresponsable que Trump le ha dado a la crisis del coronavirus, historiadores como Max Boot decidieron adelantar su veredicto sobre el actual gobierno estadounidense, aunque todavía nadie sabe si el presidente estará cuatro u ocho años en el poder.

El lunes, el respetado historiador publicó un artículo en el diario The Washington Post en el que señala que ha cambiado su opinión sobre el presidente. Hace unos meses había diagnosticado al mandatario como el peor de la historia reciente. Pero con lo que ha visto en las últimas semanas, Boot decidió que desde ya podría considerarlo el peor presidente en los 244 años de la historia de su país.

Hasta ahora, por ese último puesto competían los presidentes James Buchanan, Franklin Pierce y Warren Harding. Para Boot, Trump los ha superado a todos. Reconoce que, en algunos casos, el transcurso del tiempo ha cambiado la opinión prevalente sobre mandatarios muy impopulares en su momento, pero reivindicados por los años. En esta categoría hay dos casos famosos: Harry Truman y Lyndon Johnson. Al primero le tocó reemplazar al gigante Franklin D. Roosevelt y al segundo, el calvario de la guerra de Vietnam, la única que ha perdido Estados Unidos. Hoy, Truman y Johnson son considerados “near great presidents”, que equivale a la medalla de plata, solo por debajo de los cinco que tienen la de oro: Abraham Lincoln, George Washington, Franklin Delano Roosevelt, Theodore Roosevelt y Thomas Jefferson.

Pocos esperan que Trump vaya a ser objeto de una reivindicación como la de Truman y Johnson. Aun así, la mayoría de los analistas reconocen desconocer si ganará la reelección el 3 de noviembre. Porque, a pesar de su unánime desprestigio internacional, el actual presidente tiene una base electoral importante que lo considera un grande.

El nuevo panorama de Trump en las elecciones de EE.UU.

"Los historiadores y la opinión pública no coinciden. A pesar del inminente colapso de la economía y de su mal manejo del coronavirus su popularidad está subiendo".

Muchos suponían que la fortaleza de la economía le iba a asegurar su triunfo, pero la llegada del coronavirus echó abajo esa ilusión. El Congreso le aprobó un salvavidas económico sin precedentes de 2 billones de dólares, con los que ayudará a individuos, familias, pequeñas y grandes empresas, e incluso a los desempleados, que son los que más preocupan. En solo dos semanas, el país alcanzó la peor cifra de desocupación en la historia. La Gran Recesión entre 2008 y 2009 dejó a 9 millones de personas desempleadas, y el coronavirus acaba de sobrepasar esa cantidad y no se sabe hasta dónde llegará.

Y ni hablar de la tragedia humana que ha dejado la pandemia en el país norteamericano. Trump minimizó la gravedad del asunto durante dos meses e incluso llegó a decir en un momento que el número de casos estaba disminuyendo. En cuestión de días, Estados Unidos se convirtió en el país con mayor número de contagios a nivel mundial. A la fecha la cifra sobrepasa los 300.000 casos y más de 9.000 muertes. Un nuevo estudio de la Universidad de Washington indicó que el país incluso podría superar los 3.000 muertos en un solo día si a mediados de abril no se ha logrado contener el contagio.

Lo peor de todo es que, aun con este panorama, el nombre de Trump está en juego en las elecciones generales de noviembre. Su personalidad errática, desabrochada y del todo políticamente incorrecta les gusta a los ciudadanos de la Deep America. De hecho, en una encuesta Gallup de la semana pasada sobre el trabajo de Trump, el magnate obtuvo 49 por ciento de aprobación, el mayor puntaje de su presidencia.

Es claro que el mandatario republicano no tiene un rival muy fuerte en el Partido Demócrata. El exvicepresidente Joe Biden tiene posibilidades no por ser él, sino por ser el anti-Trump. Ese posicionamiento siempre lo deja bien en las encuestas. En realidad, todos los precandidatos demócratas, por más desconocidos que fueran, le ganaban en los sondeos a Trump. Con el retiro de Bernie Sanders, ahora Joe Biden es el candidato oficial del partido.

Biden es un personaje un poco opaco, de 78 años, cuyo mayor activo electoral es que no despierta mucha resistencia. El promedio de las encuestas de esta semana le dio una ventaja de 6 puntos sobre el presidente: Biden 50, Trump 44. Y eso en un momento en que el mandatario ha aumentado en popularidad y Biden está desaparecido.

Esas cifras no son alentadoras para el presidente, pero nadie se atreve a darlo por muerto políticamente. Ahora que dio una voltereta de 180 grados y reconoce la gravedad de lo que está pasando, sus seguidores ven en él a un líder.

"Su fortuna electoral este otoño dependerá de cuán grave sea esta crisis de salud y cuán profunda sea la caída económica que desencadena".

Habrá que ver si el 3 de noviembre los estadounidenses le pasan factura por sus bandazos irresponsables frente al coronavirus. El magnate en una de sus alocuciones incluso afirmó que, si llegan a 100.000 o 200.000 muertes, significaría que su gestión ha sido muy buena. Lo dijo a pesar de que bajo ningún punto de vista es admisible un número tal de muertes, sobre todo cuando él es el principal responsable. El mandatario conocía desde enero la presencia del virus en el país, pero aun así la ignoraba y hasta afirmaba que todo estaba bajo control, cuando en realidad apenas empezaba la tragedia.

Para rematar, el viernes pasado Trump sorprendió cuando en una de sus intervenciones presentó a Jared Kushner, su yerno, como el líder de la lucha contra el coronavirus. Un hombre especializado en bienes raíces que poco o nada sabe sobre salud. Meterle nepotismo a la crisis más importante que ha tenido el mundo desde la gripe española de 1919, en otras circunstancias, sería un acto suicida. Pero por alguna razón, a pesar de sus errores, el presidente de Estados Unidos ha resultado duro de matar.

Los resultados de las encuestas resultan sorprendentes, pues, a pesar de los infortunados días que vive el país, su aprobación sigue en ascenso. Estados Unidos atraviesa por una de sus peores catástrofes, y lo más grave es que se hubiera podido evitar con las medidas oportunas. Stephen Farnsworth, profesor de ciencia política y relaciones internacionales de la Universidad de Mary Washington, hace el siguiente diagnóstico de las posibilidades de Donald Trump de quedarse en la Casa Blanca. “Su fortuna electoral este otoño dependerá de cuán grave sea esta crisis de salud y cuán profunda sea la caída económica que desencadena. Si las cosas empeoran en las próximas semanas, el presidente no tendrá mucho éxito en las políticas que presente antes de que sus críticos y votantes tengan material suficiente para trabajar en sus ataques a través de anuncios. Como están las cosas hoy, cualquier cosa pueda pasar”.