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Uribe y Pastrana: Las vueltas que da la vida…

La alianza de los dos expresidentes no sorprende, a pesar de su larga historia de odios y peleas. Los expresidentes quieren estar juntos para repetir en 2018 el triunfo que lograron en el plebiscito.

24 de junio de 2017

La gente es dueña de lo que calla y esclava de lo que dice. Nunca se ha aplicado más esa frase popular como en el caso de las actuaciones del expresidente Andrés Pastrana, quien pasó de ser uno de los enemigos más acérrimos de Álvaro Uribe a querer convertirse en su principal aliado.

Pero en la política colombiana todo se ha visto y esas volteretas son relativamente comunes. La semana pasada los dos anunciaron que irán de la mano en 2018 y nombraron un grupo de compromisarios para sacar adelante un acuerdo que permita llegar a las elecciones con una gran coalición de derecha.

La decisión de Pastrana y Uribe de ser nuevos mejores amigos se materializó en la alianza por el No, de la que ambos hicieron parte en el plebiscito del pasado 2 de octubre. Un mes antes de esa votación, reventaron las redes sociales con un video en el que aparecieron juntos para oponerse al acuerdo de paz y rechazar el gobierno de Nicolás Maduro.

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Dos años antes ya habían coincidido. En las elecciones de 2014 hicieron campaña contra la reelección de Juan Manuel Santos. Uribe desde el recién fundado Centro Democrático y Pastrana acompañando la campaña en segunda vuelta de Óscar Iván Zuluaga, el candidato uribista.

Por eso no sorprendió el anuncio de la semana pasada, según el cual ambos facilitarán una alianza de derecha para las elecciones de 2018. En abril de este año, en un episodio que aún no es claro, Pastrana aseguró que Uribe y él le habían presentado a Donald Trump su visión sobre la coyuntura colombiana. Y en días pasados Uribe ya lo había invitado a esa coalición, cuando en la mitad de una reunión con empresarios aseguró tener fe en que los sectores del No se unificarán en 2018. La idea de esa alianza ha sido respaldada por figuras como Alejandro Ordóñez y Marta Lucía Ramírez, quienes estarán en la contienda.

Más que la alianza, no deja de sorprender el tamaño de la reconciliación. Uribe llegó al poder en 2004 montado sobre el rechazo al proceso de paz del Caguán liderado por Pastrana, y con la ilusión de cambiar ese fracaso por la mano dura de la seguridad democrática. Por esa razón, Pastrana se distanció del gobierno y en las elecciones para la reelección de Uribe en 2006 planteó que el gobierno “compraba conciencias para asegurar la reelección”. Después volvió a acercarse cuando aceptó ser embajador en Washington. Pero en ese momento su uribismo también duró poco y le dio el portazo al presidente cuando este nombró a Ernesto Samper embajador en Francia.

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La ira de Pastrana con Uribe le duró un buen rato. Incluso, cuando Santos llegó al poder aseguró que mientras el mandatario nombraba antiguos integrantes de su gobierno, los exfuncionarios uribistas iban a indagatoria o a la cárcel.

A Andrés Pastrana y Álvaro Uribe los une la oposición a Juan Manuel Santos, de quien fueron jefes y amigos. El primero porque se siente ignorado, y el segundo porque se siente traicionado. Santos fue ministro de Hacienda de Pastrana y de Defensa de Uribe. Sin embargo, los dos rompieron con él cuando los sucedió en el poder. Según varios pastranistas, a su jefe le molestó que Santos no le consultara los nombres de los ministros conservadores que entraron a su gabinete y, posteriormente, que decidiera hacer públicas, después del fallo de La Haya que benefició a Nicaragua en el diferendo con Colombia, las actas de la Comisión de Relaciones Exteriores de la que hacen parte los expresidentes. Uribe, en cambio, se volvió opositor de Santos porque consideró que la apuesta por la paz de su ex ministro de Defensa era una traición a su política de seguridad democrática. También le molestaron nombramientos como los de Germán Vargas y Juan Camilo Restrepo en el gabinete porque en ese momento tenía enfrentamientos con los dos.

La alianza que anunciaron Pastrana y Uribe tiene menos impacto de lo que se cree. En estos momentos ambos tienen imágenes negativas altas, y la positiva de Pastrana es la mitad que la de Uribe. Un escenario de insatisfacción política como el actual motiva la rebelión contra el pasado, y en ese sentido, una alianza de expresidentes va en contravía de los famosos “emberracados” que están en boga en todo el mundo. No es una coincidencia que las redes sociales y los políticos independientes recibieron el nuevo abrazo de Uribe y Pastrana con duras críticas y hasta con sorna.

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Es un secreto a voces que el próximo semestre, después de que el senador conservador Efraín Cepeda termine su periodo de presidente del Senado –cargo al que llegó con el apoyo de la Unidad Nacional– se podría producir una desbandada azul hacia el uribismo. Aunque la mayoría de esos parlamentarios ha apoyado la implementación de la paz y ha sido cercano al gobierno, son conscientes de que el Centro Democrático se ha apoderado de banderas conservadoras y que tienen más respaldo electoral en el uribismo.

En materia de candidaturas, la que tiene más posibilidades en el partido azul es la exministra Marta Lucía Ramírez, quien en una consulta abierta tendría ventaja sobre el exmagistrado Francisco Ricaurte y el exgobernador del Valle Ubeimar Delgado, sus competidores. Según le dijo Ramírez a SEMANA, después de esa consulta abierta “se deben hacer alianzas programáticas” que en su caso “solo se harían con el Centro Democrático, sectores de voto de opinión y los del No”.

El oficialismo conservador también dejó ver que la tendencia es buscar puentes con Uribe. En palabras del presidente del partido, Hernán Andrade, “cualquier acuerdo con el gobierno tiene que ver con esta agenda de paz, con la agenda legislativa y nada tiene que ver con el futuro de 2018”. En plata blanca, todo lo anterior quiere decir que, con o sin Pastrana, los conservadores van a terminar yéndose con Uribe.

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En los sectores del centro y de la izquierda la alianza de Pastrana y Uribe fue recibida con humor. El senador Roy Barreras la calificó de un “matrimonio perverso”. “Solo falta que lo oficie Ordóñez para que quede armada la trieja”, dijo. Claudia López, de los verdes, aseguró que era una alianza previsible y Gustavo Petro se refirió a ella como una coalición “de la política de la muerte”.

En todo caso, y a pesar de que el desplazamiento conservador hacia el uribismo se da por Uribe y no por Pastrana, el anuncio de los expresidentes es un campanazo sobre la posible desbandada. A Pastrana le sirve para mejorar su imagen, y a Uribe para demostrar que es jefe de la derecha y darle fuerza a la idea de que en 2018 se repetirá la historia del plebiscito. Es decir, que la coalición de fuerzas que se opusieron a los acuerdos con las Farc se recompondrá, en esta ocasión, para llegar a la Presidencia.