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¿Golpe mortal del ELN a la mesa en Quito?

Los ataques perpetrados por esa guerrilla en Cesar, Chocó, Cauca y Norte de Santander ponen en jaque la supervivencia del proceso de paz. El ELN no escucha y su arremetida se convirtió en banquete político en época electoral.

7 de febrero de 2018

La escalada violenta que protagoniza el ELN en el país podría explicarse con la eterna pregunta de qué fue primero: si el huevo o la gallina. Mientras que la guerrilla insiste en iniciar el quinto ciclo de negociación para poder fijar los parámetros de un nuevo cese al fuego, el Gobierno exige que primero se detengan los ataques. 

¿Cuál de las dos decisiones es la correcta?, se preguntan los colombianos después de que caducó -el 9 de enero- la tregua bilateral entre las partes. Cuando por fin algunos comenzaban a creer en el interés de los hombres de Gabino por encontrar una salida negociada al conflicto, se dispararon los hostigamientos y con ello se fracturó la poca confianza que había.

Un ataque en la casa del jefe del equipo negociador del Gobierno, Gustavo Bell, mandó directo al congelador la negociación que en marzo del 2016 comenzó su fase pública con una agenda de seis puntos. Cinco policías murieron y 42 más quedaron heridos después de que una célula urbana atacó un CAI en Barranquilla. La estocada final se conoció el pasado miércoles cuando la guerrilla anunció un paro armado de tres días.

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Aunque Corinto (Cauca) fue una de los municipios que más descansó de la violencia con la salida de las Farc, este domingo el ELN les arrebató la tranquilidad: fuertes enfrentamientos se presentaron en el municipio con el Ejército, tras el hostigamiento de esa guerrilla. A este episodio se suma la quema de un bus que se dirigía al municipio de Miranda. Estos dos ataques en el suroccidente del país se presentaron horas después de que dos presuntos militantes de la organización armada murieron mientras instalaban explosivos en el puente El Palermo en Norte de Santander. El primer ataque que se les atribuyó desde que comenzó el paro armado, ocurrió en Cesar cuando dinamitaron dos peajes. 

El ELN volvió a sembrar el terror. Una tractomula fue incinerada en la vía que comunica a los municipios de Yarumal y Valdivia. Las zonas de su influencia sienten todo el rigor de su ofensiva. Otros dos vehículos de carga pesada quedaron reducidos a cenizas en la vía que de Cali conduce a Buenaventura. Los hechos se registraron sobre el kilómetro 40, cerca al balneario Los Tubos. Mientras tanto en Arauca, un uniformado quedó herido después de que un francotirador le disparó en su cuello. 

"Nada más contrario a la paz que un paro armado y por eso mientras no exista esa mínima coherencia por parte del ELN, reanudar los diálogos va a ser muy difícil", dijo el presidente tras presidir un consejo de seguridad en la frontera con Venezuela, donde se analizó la situación de orden público que sacude el país. Pese a que el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, anunció que se reanudaba la ofensiva. No faltaron por supuesto los clamores de que lo que tocaba era pararse definitivamente de la Mesa de Quito. De lo que no cabe duda, sin embargo, es que el proceso está gravemente herido y el cruce de mensajes entre las partes, está terminando de condimentar el futuro de la Mesa. 

"Utilizar la violencia para obligar los diálogos en Quito es una equivocación, utilizar la diplomacia social es el camino acertado", le dijo Carlos Medina, profesor de la Universidad Nacional, al ELN a través de su cuenta de Twitter. "No son los mecanismos de fuerza el camino más corto para retomar el diálogo, una gestión inteligente de los dos jefes de delegación sobre acuerdos claros y rigurosos protocolos de seguimiento es la ruta", agregó.

Más allá de la indignación que causan los recientes ataques y amenazas, el gran interrogante es por qué el ELN lanzó este boomerang cuando la tregua, en medio de todo, fue exitosa. Ahora, con estos ataques, todos los propósitos inmediatos de esa organización guerrillera se ven mucho más lejanos que antes. Además, le recordaron al país que no haber tomado la decisión unificada de irse de la guerra hacia la política hace que el proceso sea más difícil. Ellos continúan explorando caminos en medio de una guerra de resistencia y así es muy difícil hablar.

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Tres objetivos movilizaron a la guerrilla este fin de semana: 1) "parar la persecución a los dirigentes populares"; 2) "la judicialización de la protesta social", e 3) "influir en la negativa del gobierno para darle continuidad a los diálogos". Así las cosas y dado el estado de la opinión pública, la presión del uribismo y la encrucijada en la que quedó el presidente, la estrategia no va a arrojar ningún resultado. 

Para que esas circunstancias cambien se requeriría mucho tiempo y no es seguro que los colombianos estén dispuestos a concederle esto al proceso. Menos, cuando se condimenta un ambiente preelectoral marcado por los hechos violentos y los asesinatos de líderes sociales y defensores de derechos humanos. La impresión colectiva en este momento es que Santos trató de desescalar el conflicto pero con los ataques en Barranquilla, Antioquia, Arauca, Chocó, Cauca, Cesar y Norte de Santander, no hacen más que sabotear su propósito. 

"Lo que viene pasando ayuda a enrarecer el ambiente, pero no lo llamaría un golpe mortal para la mesa", explica Alejo Vargas, profesor de la Universidad Nacional. "Hay que ver como se rompe ese impasse. Una fórmula es que el ELN acepte que se reúnan de manera informal delegados de las partes para que se pongan de acuerdo sobre los aspectos a modificar del cese bilateral. Una vez acordado, de manera simultánea se hace la firma del nuevo cese y la instalación del quinto ciclo", propone.  

Si el presidente se encuentra frente a una encrucijada, el ELN tienen una igual o más grande. ¿La razón?, la sociedad colombiana es menos tolerante con la violencia y ellos lo saben muy bien: "las órdenes de operaciones se ejecutarán teniendo en cuenta los protocolos de seguridad y protección de la población", se lee por primera vez en un panfleto divulgado por esa guerrilla. Y es que contrario a otras dificultades que han encarado, en esta ocasión todavía no se ha construido confianza y no hay una interlocución fluida entre las parte en Quito. 

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De hecho, la primera impresión que tiene el equipo negociador que no ha podido debutar es muy mala. Los encuentros informales que han sostenido algunos de sus voceros con la guerrilla, han estado marcados por comunicados unilaterales que rompen los acuerdos de confidencialidad y "deja la impresión de querer enlodar más la Mesa". Bajo este contexto, y al mejor estilo de los diálogos en La Habana con las Farc, desde la semana pasada una comisión encabezada por el senador Iván Cepeda y el abogado Álvaro Leyva, se trasladó hasta el vecino país. La misión: encontrar una salida a la crisis para que la nueva delegación pueda empezar a trabajar.

El problema, sin embargo, es que varios analistas sienten que la Mesa con el ELN comenzó a funcionar en serio cuando el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos entró en su fase terminal. Así las cosas, no hay ninguna garantía de que se implemente lo que se firme. Las incógnitas que hay sobre quién será el nuevo inquilino de la Casa de Nariño embolatan la posibilidad de encontrar una salida para frenar la velocidad con la que se recicla la violencia. 

Frente a la capacidad de comando de sus tropas, hay varias cosas por decir. Aunque se ratificó el control que tiene el ELN durante la tregua bilateral, la ausencia de un vocero de los Frentes Domingo Laín y Occidental de Guerra, es una pata coja que le falta la Mesa en Quito. Sin embargo, llama la atención el roll que asumió el llamado comandante Uriel. En estos últimos meses el jefe guerrillero se convirtió en el rostro del accionar de guerra, pese a que no es el hombre que comanda el Frente Occidental. De un tiempo para acá, ganó visibilidad y la guerrilla lo dejó inflar. "Es un poco de juego pirotécnico alrededor de este personaje que no es parte de la dirección, ni de la estructuras que están al mando, pero asumió una vocería", explica una persona cerca al proceso.

En época electoral, cada detalle se puede capitalizar. Las acciones de los elenos siguen en la lógica de la guerra de la pulga y le dan munición a la derecha. Es decir, atacan blancos fáciles, en zonas alejadas y salen corriendo. El paro armado de este fin de semana se sintió con más fuerza en zonas que están bajo su control y territorios que se pelean con otros grupos armados. 

Aunque a primera vista se diga que lo sucedido en el último mes no es más que un regreso al punto de partida, que consistía en negociar en medio del combate, la verdad es que la dejación de armas de las Farc marcó un precedente que le contagia otro ritmo a la Mesa en Quito. Los colombianos son menos tolerantes con la violencia y si no se maneja con tacto esta escalada violenta desembocará en otro impredecible ciclo de guerra.

El ELN no escucha. Pese a los insistentes llamados de la sociedad civil, la estrategia del terror como un arma de presión vuelve a ser utilizada para intentar ganar una mejor posición a la hora de negociar. Cerca de 40 líderes se reunieron con representantes de la guerrilla este fin de semana para analizar vías que permitan encarrilar el diálogo. Pero apoyar cualquier estrategia sin que la guerrilla de muestras tangibles de querer la paz, los deja en el terreno de los mensajes equívocos que no sólo acaban con la paciencia de los colombianos sino también le dejan poco margen de movimiento al Gobierno.