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En este avión llegaron 95 militares rusos a Venezuela el sábado 23 de marzo.

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La sombra de espías y militares rusos en Colombia y la región

Espías rusos en Colombia y militares y mercenarios de Putin en Venezuela configuran un teatro de operaciones de guerra fría entre los dos países. SEMANA revela detalles desconocidos de ese espionaje en el país.

31 de marzo de 2019

La guerra fría entre Colombia y Venezuela cada vez está más caliente. El más reciente incidente ocurrió el 26 de marzo, cuando dos aviones rusos de transporte aterrizaron en el aeropuerto de Maiquetía, cerca de Caracas. Trasladaban 95 militares y 35 toneladas de equipos.

Aunque este hecho no era un asunto menor y ocupó los principales titulares, un tema aún más delicado permaneció por fuera del radar. Se trata del incremento de la actividad de espionaje a cargo de agentes rusos en territorio colombiano. Ataques cibernéticos, compra de información reservada y recolección de datos estratégicos de la seguridad nacional son algunas de las actividades que desarrollan, junto con sus aliados, un nutrido grupo de agentes encubiertos de Nicolás Maduro.

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Mientras esta situación se desarrolla en silencio, las reacciones por la llegada del centenar de militares rusos llegaron desde los más altos niveles. “Rusia debe salir de Venezuela”, dijo el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al referirse al asunto el miércoles anterior. “Estados Unidos ve la llegada de aviones militares este fin de semana (a Venezuela) como una desafortunada provocación. Hoy llamamos a Rusia a detener todo su apoyo al régimen de Maduro, respaldar a Juan Guaidó y mantenerse del lado de las naciones en todo el continente hasta que se restaure la libertad”, afirmó el vicepresidente Mike Pence. Dos días antes, el Departamento de Estado emitió un duro comunicado en el que manifestó que Estados Unidos “no se quedaría de brazos cruzados mientras Rusia exacerba las tensiones en Venezuela”.

Foto: El Gobierno de Vladimir Putin le ha prestado a Venezuela 17.000 millones de dólares. El régimen de Nicolás Maduro le compró a Rusia cazabombarderos Sukhoi y modernos sistemas de defensa antiaérea. Getty images.

Esta andanada de declaraciones recibió una respuesta inmediata de Rusia. “No depende de Estados Unidos decidir las acciones y el destino de otros países. Solo depende de la gente de Venezuela y su único presidente legítimo, Nicolás Maduro”, dijo el embajador de Rusia ante las Naciones Unidas, Dmitry Polyanskiy, uno de los primeros en responderle a Trump y quien defendió la presencia de militares rusos en Venezuela.

Nuestros soldados se están ocupando de aplicar acuerdos firmados en el campo de la cooperación técnica y militar. ¿Cuanto tiempo? El tiempo que sea necesario. Tanto como sea necesario para el Gobierno de Venezuela”, dijo la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores ruso, María Zajárova.

Los 95 militares rusos que llegaron a Venezuela instalarían un moderno sistema de defensa antimisiles.

A ese intercambio de declaraciones se sumó el canciller colombiano, Carlos Holmes Trujillo García, quien rechazó la presencia de los militares y afirmó que “esta es una incursión militar en territorio venezolano que no contó con la autorización de la Asamblea Nacional, como establece la Constitución de Venezuela”. Al pronunciamiento del funcionario colombiano se sumó un comunicado del Grupo de Lima, que reúne a 13 países del continente, en el cual manifestaron su preocupación y condenaron “cualquier provocación o despliegue militar que amenace la paz y la seguridad en la región”.

Aunque oficialmente no se conocen los detalles de la misión del centenar de militares rusos, comandados por un general, el periódico español ABC, citando diferentes fuentes, afirmó que parte de su objetivo consiste en instalar un escudo antiaéreo en una de las bases más estratégicas del vecino país conocida como El Sombrero, ubicada en el estado Guárico, centro de Venezuela. Se trataría de un sofisticado sistema que cuenta con lanzadores de misiles, sistema de radar, y un centro de comando automatizado para repeler ataques aéreos y de misiles balísticos y de crucero. Dentro del numeroso grupo también hay especialistas en ataques cibernéticos.

Foto: Mike Pence y Carlos H. Trujillo (Arriba) desaprueban la intervención de Rusia. Dmitry Polyanskiy y Serguéi Lavrov, ministro de Relaciones Exteriores ruso (abajo) indican que se quedarán "el tiempo que sea necesario". AFP/ León Darío Peláez, SEMANA.

No es la primera vez que la llegada de aeronaves rusas enciende las alarmas en el continente. En diciembre pasado, una flotilla de aviones militares, entre ellos dos bombarderos estratégicos Tu-160, capaces de lanzar bombas nucleares, estuvieron varios días en el vecino país en ejercicios junto con cazabombarderos Sukhoi Su-30MK2. Menos de un mes después de esta acción, considerada internacionalmente una provocación, se conoció que a finales de enero de este año 400 mercenarios de una polémica empresa rusa se instalaron en territorio venezolano. En diferentes lugares del mundo donde han actuado los consideran asesinos que actúan sin dios ni ley.

De Rusia con amor

Todos estos incidentes públicos sin duda son inquietantes. Sin embargo, lo que la opinión pública no conoce resulta igual o incluso peor para la seguridad nacional del país. Colombia se ha convertido en centro de operación de centenares de espías que juegan un papel fundamental en esa guerra fría que vive con Venezuela. Las agencias de inteligencia nacionales y las extranjeras, aliadas del Gobierno colombiano, andan seriamente inquietas por el reciente incremento del número de agentes rusos y venezolanos.

Foto: A finales de enero, 400 mercenarios, exsoldados rusos, aterrizaron en Caracas con la misión de proteger a Maduro y su régimen. Estos son los bombarderos nucleares Tupolev 160, que en diciembre de 2018 formaron parte de una flotilla de aviones de combate rusos que realizó ejercicios aéreos en el vecino país. AFP.

Una de las nuevas preocupaciones tiene que ver con la presencia en territorio nacional de cerca de 20 agentes rusos del Servicio Federal de Seguridad (FSB), el Servicio de Inteligencia Exterior (SVR) y la Dirección de Inteligencia Militar (GRU).

Los rusos, al igual que la mayoría de las representaciones diplomáticas en el país, históricamente han tenido uno o dos delegados de sus agencias de inteligencia y agregados militares, que se dedican a un intercambio de información con sus pares colombianos. La gran mayoría, en temas de tráfico de drogas, capos y carteles. “La relación con los rusos siempre ha sido cordial, diplomática pero poco importante debido a que nunca han sido nuestros aliados estratégicos, y es obvio que aunque hay cordialidad, no tenemos la misma confianza que con los norteamericanos o europeos”, explica un oficial de la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI). “Adicionalmente, ellos son los principales y más importantes aliados del Gobierno de Chávez y Maduro desde hace años. Por esto, entre otras muchas razones, siempre habían tenido unos pocos oficiales de enlace. Pero eso empezó a cambiar desde hace más de un año, cuando empezamos a notar que lentamente fueron incrementando su presencia en Colombia”, afirmó el funcionario.

Cuando se habla de espías rusos, la gran mayoría tiende a relacionar a quienes desarrollan ese tipo de actividades con un viejo estereotipo cinematográfico. Muchos aún creen que la temida KGB existe y desarrolla esas actividades solo en las callejuelas de Praga o en las plazas de París. Pero la realidad no puede ser más diferente.

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La mayoría de estos agentes secretos son hombres callados y muy discretos, capaces de infiltrar sin mayor sospecha altos círculos diplomáticos, gubernamentales, militares o empresariales. Mimetizados en perfiles de diplomáticos de segundo nivel, estudiantes de intercambio, empresarios, turistas y trabajadores de una multinacional, la gran mayoría difícilmente utilizaría un arma para conseguir sus objetivos. Por el contrario, “Su misión se asimila más a la de un procesador de datos que se dedica a recopilar información valiosa, procesarla y entregarla a su Gobierno”, explica un oficial de una agencia de inteligencia estadounidense. Más allá del incremento en el número de agentes rusos, ha llamado la atención también el perfil de algunos de ellos. Se trata de hombres que se han movido en las grandes ligas del espionaje internacional.

El Grupo de Lima, que reúne a 13 países del continente, condenó "el despliegue militar que amenaza la paz y la seguridad de la región".

Algunos de los que están en el país fueron expulsados en años recientes de Estados Unidos y Europa, como respuesta a crisis desatadas por casos como la influencia rusa en la campaña presidencial estadounidense o el envenenamiento de un espía desertor en el Reino Unido. “Para nosotros y nuestros aliados es muy evidente que su presencia en Colombia está directamente ligada al incremento de la tensión con el régimen de Venezuela. No es gratuito que acá aumente la presencia de recolectores de inteligencia y, al tiempo, al otro lado de la frontera crezca la presencia y ayuda militar rusa ”, dice el funcionario de la DNI.

La conexión Moscú-Caracas

Si bien para muchos sectores puede parecer novedosa la presencia de agentes rusos en Colombia, desde hace muchos años el Gobierno de Vladimir Putin comenzó un agresivo plan para aumentar su influencia en la región. SEMANA reveló la estrategia del programa conocido como Planeta, un elaborado plan de hackeos masivos e indiscriminados de la inteligencia rusa desde diferentes países en Latinoamérica, incluida Colombia.

El país cuenta con el Centro de Respuesta a Incidentes Informáticos (Colcert), que depende del Ministerio de Defensa, y el Comando Conjunto Cibernético (CCOC), adscrito al Comando General de las Fuerzas Militares. Pero las capacidades técnicas y de personal de estas entidades resultan muy limitadas para enfrentar el poder ruso en el mundo virtual.

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Para muchos en Colombia, el de los rusos es un tema reciente en la agenda debido a los episodios de los últimos meses con la llegada de aviones de combate, tropas y mercenarios a Venezuela. Sin embargo, la sombra que se extiende sobre el país es mucho más antigua, profunda y compleja.

Los rusos han capacitado a funcionarios del Servicio de Inteligencia Bolivariano (Sebín), la policía política del régimen de Nicolás Maduro, para adelantar operaciones encubiertas en Colombia desde hace años. SEMANA tiene varios documentos de la inteligencia venezolana que así lo demuestran. Uno de estos, fechado el 15 de julio de 2016, planteó aprovechar los acuerdos de paz entre el Gobierno y las Farc para introducir, con la misión de verificación de la ONU, decenas de espías en territorio colombiano bajo la fachada de observadores: “… dichos observadores sean agentes encubiertos del Sebín debidamente entrenados por los agregados militares de la Federación Rusa (GRU) y la República de China (MSS)…”, dice el documento. Agencias estadounidenses alertaron en su momento al Gobierno de esa intención que logró evitar (ver recuadro).

Foto: Los  espías de Maduro Este es uno de los informes ultrasecretos a los que tuvo acceso SEMANA, en los que están identificados algunos de los espías que están en Colombia.

Aunque la estratagema anterior falló, otros intentos de espionaje llegaron mucho más lejos. SEMANA obtuvo documentos de inteligencia clasificados como ultrasecretos, que dan cuenta de la presencia y planes en territorio colombiano de al menos 100 espías en los últimos tres años. La mayoría de ellos son venezolanos pertenecientes al Sebín y las Fuerzas Armadas de ese país, capacitados por los rusos y la inteligencia cubana, conocida como G2.

Sobre este delicado tema, el Gobierno nacional, por medio de Migración Colombia, ha mencionado pocos casos. En el más reciente, a mediados de marzo, un ciudadano cubano salió expulsado del país, señalado de realizar labores de inteligencia cerca de la base de la Fuerza Aérea en Palanquero. No obstante, el perfil de los espías que aparecen en los documentos es muy superior.

En los últimos tres años se han detectado cerca de 50 espías actuando en territorio colombiano.

El teniente Gilberto Ramírez, del Ejército Bolivariano, es “experto en inteligencia electrónica e informática, curso avanzado de operaciones especiales y francotirador calificado en combate”, dice parte de su perfil. Otro espía, el teniente de infantería Luis Rivera, es “operador del sistema misilístico portátil, experto en explosivos y demoliciones”. El sargento segundo Carlos José Gutérrez es “especialista en sistemas de guerra electrónica, comunicaciones y operador de la estación satelital El Sombrero”. A este último lugar donde trabajó el espía justamente llegaron la semana pasada los 100 militares rusos.

“Estos son solo parte de uno de los grupos que hemos detectado. Se encuentran en Medellín, Cali, Bucaramanga, Cúcuta, Riohacha y Pamplona. Algunos han entrado bajo la fachada de migrantes, camuflados dentro del gran flujo de venezolanos que llegan. Pero otros tienen como cubierta ser comerciantes, empresarios o estudiantes que supuestamente huyen del régimen”, explicó a SEMANA un alto funcionario de la DNI. “Su misión es establecer movimientos de tropas, capacidades reales de armamento, unidades militares, y tratar de reclutar integrantes de las Fuerzas Armadas colombianas para comprar información clasificada nuestra. Ya hay dos casos de ese tipo que están bajo investigación”, concluyó.

Foto: La paz espiada: Este es uno de los informes secretos en poder de SEMANA, en el cual agentes de inteligencia venezolanos, entrenados por rusos y chinos, intentaron aprovechar el proceso de paz para infiltrarse en Colombia.

En este ambiente enrarecido por el movimiento de aviones, despliegue de tropas y envío de espías, los medios de comunicación tampoco se salvan. SEMANA obtuvo un documento de la unidad de contraespionaje adscrita a la dirección de contrainteligencia del Sebín, en el que aparecen relacionados 34 nombres, entre comunicadores, columnistas y blogueros colombianos, algunos con sus direcciones de correo electrónico. “Todos son considerados desinformadores por parte del Gobierno venezolano. Este documento es una muestra con algunos nombres de una lista que se elabora desde hace muchos años, la cual se actualiza permanentemente para determinar perfiles y quiénes cuestionan más el Gobierno de Maduro”, dijo a SEMANA un exfuncionario del Sebín que la tiene en su poder. Explicó que dependiendo del interés que exista acuden a expertos en informática, hackers, algunos rusos, para tratar de buscar las fuentes de información.

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Esta es tan solo una parte de este complejo panorama de espionaje, aviones nucleares y mercenarios, que hoy viven Colombia y Venezuela. Es el mismo en el que cada vez más suben el tono dos superpotencias como Estados Unidos y Rusia. Las consecuencias de la elevada temperatura que toma esta guerra fría del trópico aún son una incógnita. 

Los herederos de la KGB

Varias agencias como la FSB y la SVR se han convertido en los ojos del espionaje dentro y fuera de Rusia. Su presencia en la región y en Colombia ha venido en aumento.

El espionaje ruso parece un cuento del pasado después de la caída de la Unión Soviética y la posterior desaparición de la KGB. Pero existe con base en tres agencias: el Servicio Federal de Seguridad (FSB), que investiga en el país temas de seguridad, comunicaciones y terrorismo. El Servicio de Inteligencia Exterior (SVR), que hace inteligencia a Gobiernos de gran parte del mundo y tiene fuerte presencia en América Latina, donde ha intervenido en campañas políticas. Así lo denunció Cambridge Analytica en referencia a la actuación rusa en las elecciones argentinas que ganó Mauricio Macri. Además, está la Dirección de Inteligencia Militar (GRU), encargada también de la inteligencia exterior y que, se estima, ha puesto más de 130 satélites en órbita para hacer efectivas sus intrigas.