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expertos en comunicación política afirman que el lenguaje de uribe es estratégico, pues a gran parte del electorado le gusta el autoritarismo

REDES SOCIALES

Las peleas de Uribe

Las recientes afirmaciones del jefe del Centro Democrático en Twitter han levantado ampolla en el mundo académico. ¿Qué hay detrás?

19 de noviembre de 2017

Ningún político ha sabido sacar tanto provecho del Twitter como Álvaro Uribe. El expresidente es tan constante que cada 20 minutos, en promedio, hace pronunciamientos, defiende la seguridad democrática y le da palo al gobierno por ese canal. Con 5 millones de seguidores es el político colombiano con mayor influencia en el mundo digital.

Aunque su tono siempre ha sido radical y contundente, varios trinos de los últimos días sorprendieron por su agresividad y por ir dirigidos no contra políticos, sino contra académicos y periodistas de alta reputación. Hizo sus ataques con la coyuntura de la discusión de la JEP en el Senado y el nombramiento de los integrantes de la Comisión de la Verdad, resultante de los acuerdos de La Habana.

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Dirigió el primero contra José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch. El expresidente tiene con el abogado chileno diferencias de tiempo atrás, pues durante su mandato este criticó procesos como la desmovilización de los paramilitares y la violencia contra sindicalistas. Pero esta vez Uribe fue más lejos. Al día siguiente de que Vivanco dio a conocer un informe en el que relacionaba algunos casos de falsos positivos con incentivos perversos a los militares en épocas de la seguridad democrática, Uribe tuiteó: “Vivanco, derechos humanos al servicio del terrorismo”.

A este tuit siguió uno que levantó ampolla en la comunidad académica. El actual senador calificó al reconocido historiador Mauricio Archila de “calumnioso y apologista del terrorismo”. Inmediatamente, reaccionaron los profesores de la Universidad Nacional, de la cual Archila está a punto de pensionarse como profesor emérito, para condenar el mensaje de Uribe. Lo mismo hicieron el Cinep y los miembros de la Academia Colombiana de Historia.

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En su trino contra Archila, Uribe dijo que este académico hará parte de la Comisión de la Verdad. Eso no es cierto y evidencia el malestar del senador con los integrantes de esta comisión, a tres de los cuales les dedicó sus trinos. A Marta Ruiz, Lucía González y Alfredo Molano los acusó de haber escrito “su propia verdad” y los descalificó con memes burlescos. Insinuó que Molano justifica el reclutamiento de niños en la guerra y que González es afín a las Farc. Pero de todos, lanzó el mensaje más agresivo, al reenviar uno del congresista Ernesto Macías en el que este afirma que el respetado jesuita Francisco de Roux, elegido presidente de la Comisión de la Verdad, es un “cura guerrillero”.

¿Por qué Uribe acude a ese tono? ¿Por qué no lo castigan las redes sociales por usarlo? Varios expertos en comunicación politica consultados por SEMANA aseguran que el lenguaje del expresidente responde a un planteamiento estratégico. Según ellos, busca sintonizarse con las posiciones del 61 por ciento del electorado que, según el Centro Nacional de Consultoría, tiene un perfil político autoritario. Esto quiere decir que ve las cosas en blanco y negro, que se motiva más por el temor que por las propuestas, y prefiere la tradición y la autoridad a la apertura de derechos democráticos. En plata blanca, es un electorado que ‘sale a votar emberracado’.

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Para el semiólogo Armando Silva, el lenguaje de Uribe en las redes responde a la creación de un personaje que “habla directo”, y con simplificaciones. “De acuerdo con los test que se han hecho sobre el recuerdo de los políticos, la gente se fija más en los gestos y en el lenguaje que en otros aspectos”, asegura.

Por la velocidad de las redes, el electorado no alcanza a cuestionar el impacto real de esas afirmaciones. Más aún porque en muchos casos se trata de verdades a medias. Es el caso del retuit sobre el padre De Roux. Una cosa es que él haya defendido principios de inclusión relacionados con la izquierda, y que la izquerda y la guerrilla hayan tenido identidades. Y otra muy diferente que el padre sea guerrillero. “A estas inferencias engañosas se suma que el lenguaje del ‘si no estás conmigo, estás contra mí’ es rentable y de fácil acogida”, sostiene la psiquiatra Olga Albornoz, estudiosa del tema.

El malestar ideológico de Uribe con todo lo relacionado con el proceso de paz no sorprende. Pero llama la atención de sus mensajes recientes el tono tan fuerte y las graves implicaciones que pueden producir en un país polarizado. Más aún si vienen de un líder con tantos seguidores. n