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ENTREVISTA

“Los cristianos tienen una agenda con impacto político”: Viviane Morales

La senadora habló con SEMANA sobre su candidatura presidencial, sobre fe y política, y por qué decidió lanzarse por el Partido Liberal a pesar de no compartir muchos de sus postulados.

22 de julio de 2017

SEMANA: En 25 años usted ha sido representante, senadora y fiscal. Ahora quiere ser presidenta. ¿Por qué tomó esa decisión?

VIVIANE MORALES: Después de tanto tiempo de convocar mujeres, personas que quieren dar una lucha contra la corrupción y creyentes, decidí dar el paso. La polarización sumada a la existencia de unos acuerdos de paz que están entre un fuego cruzado y a una enorme confusión son parte de un contexto que exige responsabilidad y liderazgo. Mi apuesta es representar esos valores por el Partido Liberal, con la convicción de que este debe recuperar su independencia frente al gobierno. En 2018 nuestro país debe superar la tensión entre el uribismo y el santismo, y yo me defino como una candidata liberal no santista.

SEMANA: ¿No cree que incluir los planteamientos relacionados con la fe en el debate político, como sucedió en la campaña previa al plebiscito, ha sido una de las causas de la polarización que usted busca contrarrestar?

V.M.: Recientemente ha despertado una conciencia entre católicos y cristianos sobre la necesidad de incluir temas en el debate público. La polarización no se explica porque un sector de la sociedad plantee sus visiones sobre lo que debe ser la sociedad, sino porque los sectores políticos deciden ubicarse en un extremo o en otro. Eso es lo que hay que superar.

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SEMANA: Como representante a la Cámara usted sacó adelante la ley que promueve la libertad religiosa en el país, sin embargo, en el plebiscito y en el trámite de referendo contra adopción por parte de parejas del mismo sexo algunos de sus argumentos se sustentaron en principios confesionales. ¿Le está introduciendo creencias religiosas a la política?

V.M.: Se comete un error al creer que iniciativas como el referendo responden a la fe, cuando están sustentadas con argumentos jurídicos y cuya discusión es sobre asuntos que conciernen a toda la sociedad como la definición de familia, la educación, los derechos de los menores. Yo no he cambiado, ha cambiado la Corte Constitucional. En el caso particular de la adopción, la corte no la había definido nunca como un derecho fundamental. Sin embargo, de un momento a otro, en 2015, cambió de posición y dijo que para garantizar el bienestar de los niños estos podrían ser adoptados por personas LGBTI.

SEMANA: El liberalismo siempre ha defendido que el Estado intervenga lo menos posible en la órbita privada. ¿Iniciativas como el referendo para limitar la adopción por parte de personas LGBTI no van en contra de esa filosofía del partido?

V.M.: Repito, en el caso del referendo estamos hablando del interés superior de los niños, en el que tienen que ver las familias, el Estado y la sociedad. Al ser un tema tan relevante, debe ser discutido y deliberado públicamente. Y la deliberación es un principio liberal.

SEMANA: Usted ha planteado duras críticas a aspectos del acuerdo con las Farc, como la Jurisdicción Especial para la Paz. En contraste, el liberalismo ha sido el principal escudero del proceso. Con esas diferencias ¿no se siente incómoda en ese partido?

V.M.: Siempre he sido partidaria de una salida negociada al conflicto y celebro que la desmovilización de las Farc termine con una etapa de violencia. Sin embargo, si el propio presidente Santos dijo que hay cosas del acuerdo que no le gustaron, es evidente que debe haber un debate sobre lo que hay que mejorar. Hacer estas observaciones va precisamente contra la idea de algunos sectores de hacer trizas el acuerdo. La implementación no puede cabalgar en el desprestigio de Santos y legitimarla requiere consensos más profundos sobre ciertos temas.

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SEMANA: ¿Sobre cuáles?

V.M.: He criticado que el contenido de los acuerdos se ponga al mismo nivel de la Constitución, que la nueva justicia especial esté por encima de la justicia ordinaria y que se entreguen 176 municipios para hacer política en donde, excepto las Farc o nuevos grupos armados, no puede entrar ninguna otra fuerza política.

SEMANA: En el espectro político, el Partido Liberal se ubica hoy en la centro izquierda. Con los planteamientos que menciona, ¿está usted en el liberalismo de centro derecha?

V.M.: Yo no ubicaría al liberalismo en la centro izquierda. Por el contrario, el partido se ha ido alejando de sus principios socialdemócratas. No le ha jugado a la redefinición del papel económico y social del Estado, y en este gobierno votó una reforma tributaria regresiva y no apoyó a fondo la censura contra el ministro Cárdenas para oponerse a la venta de Isagén. El Partido Liberal necesita ajustes.

SEMANA: Algunos de sus argumentos contra la adopción de parejas del mismo sexo o el acuerdo de paz son compartidos por el Centro Democrático. ¿Siente cercanía ideológica al uribismo?

V.M.: En algunos temas, y sobre todo en críticas al de la paz, hemos coincidido. Es que aquí pasó algo muy grave. Después de que se perdió el plebiscito era fundamental generar puentes entre el gobierno y la oposición para llegar a concensos e impulsar el acuerdo. Pero en el momento en el que la Corte Constitucional dijo que la refrendación vía Congreso equivalía a la refrendación popular, la posibilidad de construir esos puentes se rompió. Coincido con el Centro Democrático en que después del resultado del plebiscito, darle vía al fast track fue un error. Sin embargo, difiero drásticamente del uribismo en que creo profundamente en el perdón, valoro los actos de desmovilización y creo en la participación política de los exguerrilleros. Es lógico que los desmovilizados dejen las armas y las cambien por argumentos en democracia.

SEMANA: En esta campaña en particular, hay muchos candidatos que tienen la defensa de la familia tradicional como bandera y que buscan llegarle al corazón de los evangélicos. ¿Cómo ve la competencia con figuras como Alejandro Ordóñez o Marta Lucía Ramírez?

V.M.: El interés por los votos de los cristianos no es nuevo. Simón Gaviria, cuando era director de Planeación, hizo reuniones con los pastores para construir políticas públicas. Históricamente muchos candidatos al Senado se han acercado a las Iglesias para pedir votos. Y cuando estaba en campaña, el mismo presidente Santos se comprometió con un grupo de pastores a no apoyar el matrimonio entre personas LGBTI. Lo que es nuevo es que los cristianos tengan una agenda temática, con implicaciones políticas y que saltó a la luz después de tres hitos de 2016. Primero, la presentación de 2.300.000 firmas para apoyar el referendo en contra de la adopción de parejas del mismo sexo. Segundo, las marchas de agosto en contra de las cartillas de educación sexual. Y tercero, el plebiscito.

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SEMANA: ¿Reconoce que sí hubo ajustes entre el primer acuerdo de paz y el que se firmó después del plebiscito?

V.M.: Sí. De hecho yo salí a contar que entre el primer acuerdo y el segundo hubo 90 cambios que respondieron a la petición de los cristianos de incluir otras poblaciones –no solo los LGBTI– como víctimas. Los cristianos también fueron víctimas de la guerra.

SEMANA: Usted defiende la realización de una consulta popular abierta en el Partido Liberal para definir candidato. ¿Qué tan viable la ve?

V.M.: Creo que es el mejor mecanismo. Sin embargo, me sorprende que desde la semana pasada, cuando manifesté que sería candidata, figuras como Horacio Serpa o Juan Manuel Galán, que hasta ahora habían defendido la consulta abierta, comenzaron a hacerle el quite al tema. Hay que recuperar la conexión del partido con la gente y una consulta abierta puede servir para ello. No en vano, desde 1998 el poder liberal ha decaído: de 5.800.000 votos que tuvo Serpa en 1998, terminamos con 600.000 cuando Pardo fue candidato presidencial en 2010 y con apenas 1.800.000 en Senado.

SEMANA: ¿Qué pasaría si perdiera esa consulta y posteriormente el partido decide participar en una interpartidista o en una gran coalición propaz?

V.M.: Creo que puedo ganar una consulta popular abierta. No participaré en ninguna interpartidista: no me veo en una tarima haciendo política con Roy Barreras y Armando Benedetti.

SEMANA: ¿Ha conversado con otros precandidatos liberales sobre la forma de escoger candidato?

V.M.: No. Hasta el momento no se ha dado ninguna reunión para hablar del tema. Pero insisto: una candidatura liberal no se puede definir a través de un congreso del partido. La próxima semana debería ser el plazo límite para definir quiénes son los precandidatos. El partido debe ser claro, por ejemplo, si Humberto de la Calle buscará su aval o no. Y el 7 de agosto debería ser la fecha máxima para concretar las reglas de juego.

SEMANA: ¿De quién depende esa definición?

V.M.: Se está organizando un congreso liberal que, por cierto, viene carnetizando y afiliando de manera dudosa a algunos sectores sociales. Confío en que una vez se realice, sea transparente en el manejo de bases de datos, cuentas y demás.

SEMANA: ¿Se sentiría tranquila con César Gaviria nuevamente como jefe del Partido Liberal?

V.M.: Claro que no. Él ya señaló que su candidato es Humberto de la Calle.