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ASTRONOMÍA

60 años de la carrera espacial

El 4 de octubre de 1957 los soviéticos pusieron en la órbita terrestre el Sputnik I, hecho con el que comenzó la carrera espacial y el sueño de que en un futuro la humanidad no estuviera confinada en la Tierra.

Santiago Vargas*
4 de octubre de 2017

Cuando los hermanos Wright lograron la proeza del primer vuelo tripulado en avión con el Flyer I, en 1903, aún faltaban dos décadas para entender los principios físicos fundamentales que permiten flotar en el aire como un pájaro, pero las aparentes limitaciones teóricas no fueron un impedimento para lograrlo. Así, la ciencia ficción se convertía en realidad, y estábamos a poco tiempo de dar el gran salto al espacio con el lanzamiento del primer satélite construido por los humanos.

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El 4 de octubre de 1957 el cielo dejó de ser el límite y el Sputnik I, un balón metálico de 58 centímetros de diámetro y 83 kilogramos de peso construido por los soviéticos, conquistó el espacio a una velocidad de 30.000 kilómetros por hora y se puso a casi 1.000 kilómetros sobre nuestras cabezas. Desde allí, usó sus antenas de más de dos metros de longitud para enviar un “bip bip” a los terrícolas, una señal que cambiaría el rumbo de la historia y abriría el camino a la era espacial. Comenzaba también una carrera impulsada por el orgullo nacionalista de dos grandes potencias, Estados Unidos y la Unión Soviética, en plena Guerra Fría, un combate de ciencia y tecnología que traería en su camino grandes hitos.

Ya no era descabellado pensar en posarnos en la Luna, algo que solo cabía en la literatura, con Julio Verne y sus fantásticos viajes. Aquel 20 de julio de 1969 se paralizaba la humanidad y atónita celebraba el triunfo de llegar a la Luna.

Desde el último viaje a nuestro satélite natural, en diciembre de 1972, hemos dejado allá las icónicas pisadas, seis módulos lunares, cinco banderas, carritos y cinco retroreflectores (espejos) con los cuales se sigue midiendo la distancia entre la Luna y la Tierra mediante un rayo láser de gran potencia que se refleja en ellos. Además, se trajeron de vuelta cerca de 400 kilos de material lunar para analizar en laboratorios. Pese a la importancia de la conquista del espacio los elevados costos y la reducción del presupuesto fueron en gran parte responsables de acabar con los viajes lunares tripulados.

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Casi medio siglo después, el regreso a la Luna parece inminente. Y a los dos competidores tradicionales, Estados Unidos y Rusia, se unieron nuevos países como China e India que, sin todo el arsenal mediático, posiblemente serán los líderes de la próxima expedición lunar tripulada. Por su parte, los norteamericanos, tras dominar durante varias décadas los viajes espaciales, no piensan quedarse atrás en esta competencia, en la que han cosechado grandes triunfos como con los transbordadores espaciales, que desde 1981 hasta 2011 han colocado satélites y telescopios espaciales como el Hubble, y han contribuido a construir la Estación Espacial, habitada ininterrumpidamente desde el año 2000.

Lejos de regocijarse en sus victorias, los norteamericanos siguen apostando a la exploración espacial. Recientemente la NASA anunció sus planes de cooperar en un proyecto con la agencia espacial rusa Roskosmos para construir una estación en órbita alrededor de la Luna que pueda ser una base para futuras misiones a Marte y otros sitios de nuestro vecindario cósmico. Según el acuerdo firmado, su construcción podría comenzar en unos tres años.

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Por su parte, la Agencia Espacial Europea también tiene puesta su mirada en nuestro satélite natural con misiones de exploración que puedan durar mucho tiempo allí. El principal reto es encontrar en la Luna los elementos de reabastecimiento como el oxígeno que puede ser explotado del hielo lunar. En estos planes, las denominadas “aldeas lunares”, serían trampolines para operaciones humanas en el espacio profundo.

A la curiosidad científica de viajar a la Luna y otros lugares de nuestro vecindario solar, se suman los intereses comerciales. En la actualidad ya existen empresas privadas que comienzan a frotarse las manos con la posibilidad de desarrollar la minería espacial, no solo en la Luna sino en asteroides cercanos a la Tierra que suman cerca de 9.000.

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Todos los ambiciosos proyectos que tiene que ver con la exploración espacial tienen altos costos, (el solo cohete puede costar 200 millones de dólares), lo que impide que los planes no vayan al ritmo que quisiéramos. Sin embargo a la nueva carrera espacial, además de los países, se han sumado empresas privadas cuyos proyectos comienzan a florecer.

Ahora, cobran importancia célebres visionarios que sueñan con conquistar el espacio, entre los que se encuentra el multimillonario Elon Musk, dueño Space X. Con tan solo 15 años de fundada, ya tiene importantes contratos con la NASA y es la primera empresa privada que envía una de sus naves a la Estación Espacial Internacional. Ahora en sus manos están puestas las ilusiones de llegar al planeta rojo. Su plan consiste en construir la cápsula Red Dragón que será impulsada por Falcon Heavy un cohete diseñado por el grupo de Musk.

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Sin embargo Musk no la tendrá fácil, porque otros emprendedores como Jeff Bezos, fundador de Amazon y dueño de la empresa Blue Origin, quieren llegar a  Marte. Space X y Blue Origin van codo a codo y ya han conseguido lanzar cohetes al espacio que regresan y aterrizan en Tierra, lo que permite su reutilización y reduce los costos de las misiones. Por si fuera poco, la empresa Boeing quiere que el primer humano que viaje al planeta marciano lo haga en una de sus naves.

Con la reactivación de la carrera espacial iniciada hace 60 años, seremos testigos en poco tiempo de la llegada a Marte, otro paso en ese sueño de llegar más y más lejos en la conquista del espacio y a la predicción de soñadores que vaticinaron un futuro en que la humanidad no estaría eternamente confinada a la Tierra.

*Ph. D. en Astrofísica, profesor investigador del Observatorio Astronómico Nacional de Colombia.