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BOGOTÁ

Godo o progresista, ¿qué presidente prefieren los colombianos?

Un estudio determina las preferencias presidenciales de los colombianos según sus valores y posiciones ideológicas. Hay varias sorpresas.

4 de noviembre de 2017

Los estrategas políticos consideran que los ciudadanos no definen su voto por las propuestas de los candidatos, pues las emociones juegan un papel crucial. Lo que diga el cura, el profesor o el familiar antes de las elecciones resulta para muchos más importante que lo que –en el fondo– planteen los candidatos.

En términos generales, los electores se clasifican según el lugar que ocupen en el espectro político como de izquierda, centro y derecha. Mientras los dos primeros tipos son proclives a defender la búsqueda de consensos sobre la autoridad, son tolerantes frente a la diversidad religiosa y sexual, priorizan la justicia social y consideran secundarios a los valores religiosos, los votantes de derecha creen en la seguridad y el orden y prefieren las tradiciones al cambio.

En los últimos años, el enfrentamiento entre esas dos cosmovisiones se ha hecho evidente. En la última campaña los electores se dividieron entre los defensores de la propuesta de paz y la que planteó volver a la ‘seguridad democrática’. El plebiscito confirmó que el país está dividido en dos mitades, cada una con valores políticos diferentes. Una, aglutinada alrededor de los defensores del proceso de paz, en la que hubo organizaciones sociales, políticos de izquierda, liberales, conservadores y de centro. Y otra de derecha, liderada por el uribismo, el movimiento evangélico y los conservadores pastranistas.

La discusión en ese momento también giró alrededor de valores encontrados: los que creían que la entrada de las Farc a la política era la mejor manera de acabar la guerra, y los que apostaban por encarcelar a los guerrilleros antes de verlos en el Congreso. Y también, entre otras discusiones, los que respaldaron los enfoques de género de los acuerdos, y los que aseguraron que hablar de género va en contravía de la familia.

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Un reciente estudio del Laboratorio de la Democracia del Centro Nacional de Consultoría (CNC) ratifica que el país está dividido entre personas ideológicamente liberales y otras que tienen valores conservadores. Al preguntarles a los electores si el país “necesita líderes libres que sean capaces de desafiar las políticas tradicionales”, el 41 por ciento está completamente de acuerdo y el 49 por ciento está parcial o totalmente en desacuerdo. Al 10 por ciento restante, le da igual.

Que sean más los que están en desacuerdo con tener líderes transformadores, coincide con el diagnóstico hecho por la firma encuestadora hace unos meses, según el cual Colombia tiende a ser autoritaria. El 61 por ciento de los ciudadanos tiene valores que se pueden considerar en esta línea, tienden a ver la realidad en blanco y negro y ven riesgos en todas partes. La idea del castrochavismo o la percepción de que la JEP va a enjuiciar a la mayoría de los colombianos encajan con su psicología. “La medición confirma que hay una radicalización de los colombianos hacia la derecha, pero también que hay amplios sectores del autoritarismo que le ponen resistencia a este autoritarismo y tienen una cosmovisión liberal”, dice María José Roldán, directora académica del CNC.

De cara a las elecciones de 2018, el estudio del CNC buscó establecer con qué valores identifican los electores a los principales candidatos. La investigación permite concluir que más allá de las propuestas de campaña, la mayoría de las cuales aún no se conocen, los aspirantes a la Presidencia que figuran en las encuestas tienen bien definidos sus nichos electorales.

Entre los electores de Óscar Iván Zuluaga, Juan Manuel Galán, Iván Duque, Viviane Morales y Germán Vargas, más del 70 por ciento considera que “lo que el país necesita verdaderamente es un líder fuerte y decidido que destruya la maldad y nos regrese a nuestro camino verdadero”. En otras palabras, están convencidos de una solución autoritaria. Sorprende la aparición de Juan Manuel Galán en esta medición, pues a pesar de que el parlamentario liberal ha defendido causas progresistas como la legalización del cultivo de la marihuana para usos medicinales, por ejemplo, lo identifican como un líder de mano dura. Según el equipo del Laboratorio de la Democracia, eso se debe a que la gente identifica el apellido Galán con autoridad, por cuenta de la asociación con el líder liberal asesinado en 1990. En el caso de Viviane Morales, a pesar de estar en el Partido Liberal, su defensa del referendo contra la adopción por los LGBTI y sus posiciones críticas frente al acuerdo de paz le generan favorabilidad entre los electores que privilegian la defensa de los valores tradicionales.

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En la otra orilla, entre los votantes de Humberto de la Calle, Sergio Fajardo, Iván Duque, Jorge Robledo y Juan Manuel Galán, la mitad o más de los que van a sufragar por cada uno de estos aspirantes se identifica con la frase “nuestro país necesita líderes capaces de desafiar políticas tradicionales” y cree que hay que cambiar de rumbo. Llama la atención que Iván Duque aparezca con un peso importante de electores en esta franja, lo cual evidencia que lo perciben como un líder joven o como un uribista moderado. Galán también tiene reconocimiento entre la mitad de colombianos que creen que el respeto a la diversidad y la reconciliación es más importante que la tradición. A Óscar Iván Zuluaga y a Viviane Morales les va muy mal entre los votantes que se consideran ideológicamente liberales.

El estudio muestra el optimismo que generó el fin de la guerra entre las personas de ideología liberal, y el pesimismo y miedo que irradió entre quienes se consideran de derecha. Así, el 75 por ciento de las personas que quieren votar por Humberto de la Calle, el 70 por ciento de las que cree en Gustavo Petro y el 69 por ciento de las que votarían por Robledo consideran que con la firma de la paz disminuirán los homicidios. En contraste, más de la mitad de quienes apoyan a Marta Lucía Ramírez, Alejandro Ordóñez y Óscar Iván Zuluaga creen que la paz traerá más muertos.

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La investigación concluye, por último, que los altos niveles de polarización impiden que haya un candidato que pueda buscar simultáneamente votos entre los electores de ideología liberal y los conservadores. Solo Iván Duque se ubica en la parte superior de los dos extremos. Sin embargo, aún es precandidato y su partido se ubica en el extremo derecho del espectro político, lo cual cuenta en el momento de las definiciones. En plata blanca, la ausencia de un candidato que seduzca o que tenga posibilidades de seducir a las dos Colombias refleja que ninguno se ubica en el centro. Eso, a pesar del discurso contra la polarización y los extremos, se convirtió en un lugar común entre la mayoría de los aspirantes.

Así la paz ya se haya firmado y algunos de los efectos del acuerdo ya se estén viendo, el estudio del CNC pone en evidencia que la implementación y el papel político de la Farc seguirán alimentando el debate. Habrá polarización para rato.