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El ELN se está pegando un tiro en el pie

Pero para que una negociación de este tipo tenga éxito, es necesario que las dos partes quieran que así sea.

Federico Gómez Lara, Federico Gómez Lara
1 de marzo de 2017

Conseguir silenciar los fusiles de las FARC y lograr que estas llegaran a su fin como organización armada fue el primer gran paso que dio el país hacia la paz. Sin embargo, para lograr una paz completa, es necesario que el ELN entienda que la lucha armada hace rato dejó de tener sentido.

Muchos pensábamos, equivocados, que al estar ya firmados los acuerdos de la Habana, lograr la paz con el ELN iba a ser un tema de trámite y de hacer ajustes sobre lo ya construido. Pero para que una negociación de este tipo tenga éxito, es necesario que las dos partes quieran que así sea. Lo triste es que, hasta ahora, más que voluntad de paz, lo que el ELN ha demostrado es una profunda falta de seriedad y, ante todo, una inmensa cobardía.

No es necesario tener un doctorado en negociación para darse cuenta de la estrategia que esta guerrilla pretende emplear de cara a los diálogos, pues es tan elemental como torpe. Seguramente si uno se metiera en las cabezas de los comandantes oiría algo como “el plan es el siguiente: en Colombia todo el mundo piensa que nosotros ya estamos derrotados y que no tenemos capacidad militar, pero vamos a demostrarles que están equivocados, que el ELN está más vivo que nunca. Eso es sencillo: sólo tenemos que poner bombas y petardos por ahí, así asustamos a la gente y obligamos al Gobierno a ceder y a que decrete ya mismo el cese bilateral del fuego”.

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Déjenme decirles, señores del ELN, que más equivocados no pueden estar, y les voy a explicar por qué:

En primera medida, el terrorismo jamás será una manera adecuada de demostrar que aún no están vencidos y que son un ejercito revolucionario fuerte y organizado. Un petardo, como su nombre lo indica, lo puede poner cualquier pendejo. Eso no tiene mucha ciencia. Lo que logran con ese tipo de acciones criminales y cobardes es que la gente los odie, que no les crea y que empiece a ver el proceso con más escepticismo del que ya existe. Hay algo que tal vez ustedes no han calculado y es hasta entendible, pues estando 30 años metidos en la selva, la percepción de la realidad fuera de ella tiende a distorsionarse. Por eso creo que no está de más decírselo. Resulta, señores, que para hacer la paz se necesita el apoyo del pueblo y del país político. En Colombia, el presidente no puede hacer lo que le da la gana y darles todo lo que ustedes pidan. Ustedes deben aprender del proceso con las FARC para procurar no cometer los mismos errores.

Seguramente, durante el proceso de La Habana, de vez en cuando encontraron señal, prendieron el televisor y se dieron cuenta de que en este país existe un señor que se llama Álvaro Uribe, otro que se llama Andrés Pastrana, y un tal Alejandro Ordóñez. Tal vez también notaron que estos señores tienen respaldo popular y son capaces de valerse de él para entorpecer y trabar la llegada de la paz. Por eso hoy, con todo el respeto, me atrevo a decirles que no sean tan idiotas. Si lo que ustedes realmente quieren es acabar con el conflicto, reintegrarse a la sociedad a cambio de unos beneficios jurídicos y lograr que la sociedad civil sea tenida en cuenta y participe en las decisiones del país, su plan de acción no puede estar más equivocado.

Ustedes tienen que bajarse de la nube y dejar de creer que son el ombligo del mundo y que tienen la capacidad de poner a un país entero a hacer lo que a ustedes les de la gana. No se les olvide, señores del ELN, que antes de que en el proceso con las FARC se decretara el cese del fuego bilateral, los colombianos vimos gestos y voluntad de paz, y fueron ellos quienes por iniciativa propia empezaron un cese unilateral, que duró mucho tiempo y generó confianza.

Ustedes tendrían que hacer exactamente lo mismo. Para lograr la paz en Colombia, es necesario neutralizar a Uribe y a su combo a ver si dejan que ella se haga. Pero eso, señores, no se logra poniendo bombas ni matando policías. Eso sea hace con grandeza y con gestos de paz.

Lo cierto es que el ELN, como organización armada, al igual que las FARC, tiene sus días contados. En sus manos está decidir si su final se va a dar entrando y liderando a la sociedad civil, o cayendo en medio de un bombardeo. Porque guerra, señores, este país no aguanta más.

En Twitter: @Federicogomezla

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