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¿Por qué no baja más la pobreza?

Aunque en la última década ha habido avances y el país destina 72 billones de pesos en subsidios, los indicadores siguen preocupando. Se necesita reducir la brecha para consolidar la paz.

25 de marzo de 2017

La semana pasada, el Dane divulgó las cifras de pobreza y desigualdad correspondientes a 2016 y los resultados no fueron muy halagadores. Según la medición monetaria, que tiene en cuenta los ingresos de los hogares, el 28 por ciento de los colombianos –alrededor de 13 millones– estaban en condición de pobreza, lo cual significa que esta tasa aumentó frente a 2015 cuando se situó en 27,8 por ciento. El año pasado, el indicador de pobreza extrema (es decir, los más pobres de los pobres) se situó en 8,5 por ciento, lo que cobija a unos 4 millones de colombianos. El dato estaba en 7,9 por ciento en el año 2015.

El Dane también mide la pobreza multidimensional, que considera variables como educación, trabajo, salud, servicios públicos, vivienda y niñez-juventud. Según esta metodología, en 2016 la pobreza cobijaba al 17,8 por ciento de los colombianos –unos 8 millones–. Teniendo en cuenta este indicador, hubo una mejora el año pasado, pues en 2015 la pobreza multidimensional se situó en 20,2 por ciento.

Por su parte, el índice Gini –la forma más usada para medir la desigualdad de un país, donde 0 representa la perfecta igualdad y 1 la desigualdad– pasó de 0,522 en 2015 a 0,517 en 2016 en el total nacional, con una leve mejoría.

El Dane divulgó los datos de pobreza en la Casa de Nariño y el gobierno los consideró positivos –aunque todavía insuficientes– pues hizo corte de cuentas desde 2010, cuando comenzó el primer gobierno de Juan Manuel Santos. Destacó, por ejemplo, que en dicho periodo 5 millones de personas salieron de pobres y, además, resaltó cómo, en la última década, Colombia presentó la mayor reducción en la tasa de pobreza, frente a un grupo de países comparables de la región. El gobierno celebró también que en 2016 el país cumplió las metas de pobreza multidimensional previstas para 2018 e igualmente anticipó el objetivo del índice Gini, que completa tres años con reducciones consecutivas.

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Si bien todo eso es verdad, no menos cierto es que los indicadores de pobreza y de desigualdad siguen siendo muy altos en Colombia, un país que además tiene una de las peores distribuciones del ingreso de América Latina.

Aunque casi ningún país de la región ha reportado datos de pobreza para 2016, analistas vaticinan desmejoras significativas en Venezuela, donde algunos estudios hablan de un índice del 75 por ciento; en Argentina donde, según el último informe de la Universidad Católica Argentina (UCA), la pobreza y la indigencia aumentaron en el primer año de Mauricio Macri a niveles del 33 por ciento y en México que según la Comisión Económica para América Latina (Cepal) –con datos de 2014– supera el 50 por ciento. Si bien los indicadores de pobreza de Colombia son mejores que los de este grupo, está por debajo de Chile y Perú, economías con las que se compara.

Para Juan Carlos Ramírez, representante de la Cepal en el país, en medio de un escenario regional de aumento de la pobreza, entre 1 y 3 puntos, habría que destacar el caso de Colombia, que en el último año, según la medición monetaria, presentó un leve incremento de 0,2 puntos porcentuales. Es decir, si bien no mejoró, tampoco empeoró gravemente.

Un hueso duro de roer

Muchos no entienden por qué no baja más la pobreza y sigue tan alta la desigualdad en Colombia. La pregunta es aún más válida teniendo en cuenta los avances del país en la última década en materia de crecimiento económico, mejora en el empleo, formalización laboral, avances en educación, baja inflación –aunque en los dos últimos años subió– y pese a los programas sociales y los millonarios subsidios que entrega el Estado.

El senador Iván Duque afirma que desde 2012 la tasa de presupuesto supera la de crecimiento de la economía, pero esto no se ha traducido en una mayor equidad, “es decir, el gasto no ha sido eficiente, lo cual acentuó las desigualdades y el crecimiento no ha beneficiado a toda la población”.

Sin embargo, resulta sorprendente la cantidad de recursos del presupuesto nacional que van a subsidios para mejorar las condiciones de vida de los más pobres. Según Planeación Nacional (DNP), en 2015 Colombia destinó 72 billones de pesos en subsidios, una cifra que equivale al 9 por ciento del producto interno bruto (PIB). “Lo subsidios tienen un impacto importante en la reducción de la pobreza, pero si estuvieran mejor focalizados, el efecto positivo sería mayor, especialmente en pensiones, donde existe una alta inequidad en su distribución”, dice el director del DNP, Simón Gaviria.

Precisamente en la manera como se distribuyen estos recursos está, en buena parte, la respuesta a la pregunta de por qué no cae más la pobreza y mejora el indicador de desigualdad.

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Dado que los recursos son limitados hay que focalizarlos mejor, es decir, entre quienes más lo necesitan. Un estudio del DNP señala que el 26 por ciento de los subsidios van a pensiones (18,4 billones de pesos), cuando en otros sectores tendrían un mayor impacto en reducir la pobreza.

Para Ramírez, los subsidios deben permitir vivir mejor en el corto plazo y ayudar a generar calidad de vida en el largo y en esta medida deben orientarse los programas. Aunque muchos analistas cuestionan la focalización en Colombia, el representante de la Cepal afirma que no es tan mala, sin embargo, reconoce que hay que corregir el tema del subsidio a las pensiones –en especial a las altas– que se lleva una buena tajada.

Con ello está de acuerdo el director de Planeación, Simón Gaviria, quien sostiene que hay que hacer más con los mismos recursos. “En el país hay un gran desequilibrio en la destinación de los subsidios sociales, pues gran parte de esas ayudas terminan en manos de quienes no las necesitan y dejan por fuera a los más pobres”, dice.

Para lograr esto hay que empezar por depurar el Sisbén (Sistema de Identificación de Potenciales Beneficiarios para Programas Sociales) para que los subsidios lleguen realmente a las familias colombianas más pobres. Resulta insólito que de ese sistema hagan parte 36 millones de colombianos, es decir, el doble de los que se encuentran en condición de pobreza. Hay muchos colados en esta fila que aprovechan los recursos del Estado, cuando realmente no lo necesitan.

Desde septiembre de 2015, Planeación comenzó a limpiar esta lista para sacar a quienes tienen relativamente buenos ingresos o han fallecido, para que no les quiten el espacio a personas que verdaderamente lo necesitan.

Según Gaviria, en el Sisbén están 96.000 colombianos que ganan más de 3,8 millones de pesos al mes, otros que ganan 5 millones e incluso hay personas de hasta 10 millones de pesos que en la base de datos tienen puntajes bajos que les dan derecho a un subsidio. “Esperamos depurar eso para lograr una mayor justicia social”, dijo.

Con corte a enero de 2017, Planeación logró eliminar 362.000 casos irregulares del Sisbén y tiene en la mira a otros 292.000, de los cuales 127.000 corresponden a personas fallecidas que permanecen en el sistema. Para avanzar en esta depuración, será necesario cruzar 24 bases de datos.

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Sobre la desigualdad, hay que reconocer que bajar un punto en el índice Gini es muy difícil y es el desafío más grande que tiene el país si quiere consolidar la paz. El vocero de la Cepal afirma que para lograr esto hay que reforzar las políticas de corto plazo que lleven a avances en el empleo y la formalización laboral, lo que ayuda a mejorar el ingreso de los hogares; también en seguir reduciendo la inflación, pues una subida de precios golpea más duro a los más pobres (lo quedó reflejado en las cifras de pobreza del año pasado) y seguir con los programas de educación. El sistema tributario es también un factor determinante de equidad.

Hay que superar también los grandes desequilibrios regionales. Según el Dane, para 2016, las tasas de incidencia de pobreza multidimensional más altas se presentaron en las regiones Pacífica y Caribe, la primera con 33,2 por ciento y la segunda con 26,4 por ciento. Y si bien la cifra en las zonas rurales del país se ha reducido 15,5 puntos en la última década, hoy se sitúa en 37,6 por ciento, un nivel todavía muy alto para un país que comienza a transitar por fase de posconflicto. Sin duda que consolidar la paz requerirá cerrar esa brecha con el campo y entre todos los colombianos.