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Gran encuesta presidencial

Vargas Lleras arranca fuerte, Petro está estancado, Fajardo tiene cómo crecer y los partidos tradicionales andan rezagados. Entre los uribistas, Ramos se ve fuerte. Y Santos tiene 35 por ciento de aceptación. Gran encuesta de Invamer para Caracol Televisión, Blu Radio y SEMANA.

20 de mayo de 2017

El punto de llegada de una campaña electoral rara vez se parece al de partida. Muchos quedan en el camino y solo un grupo selecto llega a la meta, algunos favoritos se desinflan y otros a quienes no se les concede ninguna opción terminan de protagonistas. Todo indica que la competencia presidencial hacia 2018 no será una excepción. Exactamente a un año antes de la primera vuelta, el panorama es confuso por la cantidad de opciones, la atomización de candidaturas y la fragilidad de los partidos. Todo esto en un clima de pesimismo superior al normal.

El exvicepresidente Germán Vargas Lleras encabeza la tabla, con una ventaja apreciable sobre el exalcalde Gustavo Petro, el exgobernador Sergio Fajardo y la exministra Clara López Obregón. En la parte media e inferior las diferencias son menores y muchos de los candidatos estarían en el mismo rango si se considera el margen de error de 3 por ciento. En un cuadro tan atomizado y disperso, una primera conclusión es que es muy poco probable que algún candidato pueda llegar al Palacio de Nariño con el apoyo único de su partido.

Estas son las conclusiones de la primera gran encuesta realizada por Invamer para la alianza de medios conformada por Caracol Televisión, Blu Radio y SEMANA, grupo de medios que cubrirá el proceso electoral del año que viene. La investigación tiene una cobertura nacional, con 1.200 entrevistas cara a cara tanto en el país rural como en los centros urbanos, en 57 municipios.

(Conozca los resultados completos de la Gran Encuesta Caracol Televisión, Blu Radio y Semana)

En el panorama nacional la encuesta incluyó a las figuras más representativas de cada fuerza, para indagar sobre la intención de voto de los colombianos. En el primer lugar del cuadro general aparece el exvicepresidente Germán Vargas Lleras con 21,5 por ciento de intención de voto. Su posición es sólida. Es el líder de la carrera por razones más que explicables: ha estado en el escenario público en los últimos años, como ministro y vicepresidente, asociado con programas que los colombianos comunes y corrientes valoran: la construcción de vivienda y de obras de infraestructura. En esas tareas el exvice recorrió el país de arriba abajo y les tomó ventaja a sus competidores. Es el más conocido de todos los candidatos, y goza de una imagen positiva de 50,6 por ciento, que también es la más alta.

Puede ver más escenarios: ¿si las elecciones fueran mañana, y estos fueran los candidatos, por quién votaría?

Vargas tiene un camino recorrido en las regiones rurales. Allí su intención de voto es 26,2 por ciento, mientras que en los centros urbanos es 19,9 por ciento. También goza de apoyo en la costa, 33,4 por ciento, muy superior a su promedio nacional, donde tiene como aliado al popular alcalde de Barranquilla, Alejandro Char. Su gran debilidad es Bogotá: un 10,4 por ciento en el cuadro general, en tercer lugar detrás de Gustavo Petro y de Clara López Obregón, ambos exalcaldes de la ciudad. La fortaleza de Vargas es evidente, además, en que le gana a todas las opciones con las que se enfrente en escenarios de segunda vuelta.

La investigación también indagó por escenarios para el exalcalde de Bogotá Gustavo Petro. A diferencia de Vargas, Petro pierde en todas las parejas cara a cara, como eventuales casos de segunda vuelta. Petro también es altamente reconocido: 89,7 por ciento, el segundo después de Vargas Lleras, lo cual, sumado a su deteriorada imagen –35 positiva y 45,6 negativa– obliga a concluir que tiene poco margen para crecer. Sin un cambio fuerte de percepciones, su candidatura se tropezará con un techo. Petro necesita mejorar sus posibilidades de alianzas con otras fuerzas, pues por el momento no tiene asegurada, ni siquiera, la convergencia de la izquierda. Y en solitario sería difícil llegar a la meta. Sus fortalezas, desde el punto de vista geográfico, están en Bogotá (27,2 por ciento de intención de voto) y en la costa Caribe (26,6 por ciento), donde cuenta con apoyos muy superiores a su promedio nacional (14,2 por ciento). Pero es muy débil en el resto del territorio.

Sergio Fajardo tiene una posición de partida valiosa desde el punto de vista estratégico. En escenarios de segunda vuelta derrotaría al uribismo, pero perdería con Vargas Lleras. Sus cartas más importantes están en los estratos altos y le va mejor entre los jóvenes. Pero su potencial de crecimiento radica en que tiene la mejor relación entre imagen positiva y negativa: 50,1 contra 17,3, con un nivel de conocimiento de 78 por ciento. El exalcalde de Medellín y exgobernador de Antioquia todavía tiene perfil de político regional. No es coincidencia que su campaña, por el momento, más que a grandes medios está dirigida a incrementar su reconocimiento en el país con giras a todos los municipios. Fajardo tiene en su haber, también, que está identificado con la nueva agenda de preocupaciones de los ciudadanos, alejada de los tradicionales temas de paz y seguridad y más cercana a los que afectan la vida cotidiana, como desempleo, educación y salud.

Con el objeto de medir las posibilidades del uribismo, la encuesta incluyó en los escenarios de primera y segunda vuelta a Luis Alfredo Ramos, exgobernador de Antioquia, quien aún no se ha lanzado formalmente porque está a la espera de un fallo de la Corte Suprema en un proceso penal por el cual ya fue excarcelado. La baraja de precandidatos –Carlos Holmes Trujillo García, Iván Duque, María del Rosario Guerra, Rafael Nieto y, eventualmente, Paloma Valencia– es demasiado amplia y está compuesta por nombres sin perfil. No registra alto reconocimiento ni siquiera Trujillo, que, aunque tiene la hoja de vida más extensa, desapareció de la vida pública durante casi una década como diplomático. Ramos se consolida como la figura más sólida en el Centro Democrático, pues es mucho más conocido que los otros precandidatos.

La encuesta reitera que el expresidente Uribe tiene una excelente imagen: 57,9 positiva versus 36 negativa. Y su partido, el más nuevo del panorama nacional, aparece en forma sorprendente en el primer lugar, con 16 por ciento, cuando los encuestados responden de cuál fuerza se consideran miembros. Puesto que el expresidente no puede ser aspirante, su éxito depende de que logre empujar a quien finalmente sea su candidato presidencial. Por eso, a diferencia de otros partidos, al uribismo le conviene definir pronto su abanderado. 

(Conozca los resultados completos de la Gran Encuesta Caracol Televisión, Blu Radio y Semana)

La primera gran encuesta de Invamer, para Caracol Televisión, Blu Radio y SEMANA, corrobora que el momento político no es el más ventajoso para los partidos tradicionales. Entre los liberales, Humberto de la Calle, el exjefe del equipo negociador con las Farc, no es competitivo en ninguno de los escenarios electorales planteados para medir posible intención de voto. Está muy rezagado en la costa, en la zona cafetera y entre los estratos bajos. Su imagen es fuerte: lo conocen ocho de cada diez colombianos y tiene una relación entre imagen positiva y negativa con apreciable margen a favor: 41,4 a 28 por ciento. La paradoja, para De la Calle, es que tanto sus ases como sus problemas provienen de la misma fuente: el proceso de negociación de La Habana. Su percepción favorable es fruto del respeto que ganó en el proceso.

Resultados cara a cara: Si en segunda vuelta estuvieran los siguientes candidatos ¿por quién votaría?

Pero sus deficiencias tienen que ver con que el electorado no parece seducible con la propuesta de paz, a diferencia de otras elecciones presidenciales del pasado. Por una parte, porque el tema ya no figura entre las principales preocupaciones de la gente. Y por otra, porque la imagen del proceso de paz es muy negativa. La encuesta indagó por las expectativas de los colombianos sobre los efectos de la paz para lograr avances en desarrollo rural, lucha contra el narcotráfico, fin del conflicto, conocimiento de la paz, y en todas –sin excepción– el pesimismo ronda el 70 por ciento. La gente no confía, siquiera, en que ninguna de las partes cumpla los compromisos incluidos en el acuerdo final del Teatro Colón. La inevitable conexión de De la Calle y el proceso de paz no es una carta de presentación valiosa, desde el punto de vista estratégico, en esta campaña o al menos en sus comienzos. Dentro de las toldas rojas, eso sí, el exjefe del equipo negociador tiene mejor imagen (más reconocimiento y más positiva) que los precandidatos Juan Manuel Galán y Juan Fernando Cristo. Estos últimos, ambos, tienen más percepción negativa que positiva, lo cual suele considerarse un problema grave desde el punto de vista de estrategia de campaña.

En cuanto al panorama de la izquierda, se observan luces y sombras. La exministra Clara López Obregón sale bien librada. Su mayor activo es su imagen: alto nivel de reconocimiento (83 por ciento) y apreciable ventaja de la percepción favorable (16 puntos). Tiene arraigo en una plaza difícil y clave desde el punto de vista estratégico: Bogotá. En un cara a cara con Luis Alfredo Ramos, como posibilidad de segunda vuelta, resulta triunfadora. Sus problemas tienen que ver, en general, con el momento de la izquierda. Los electores pasaron la página de la paz y, en cambio, sienten temor porque Colombia termine como Venezuela: un 55 por ciento cree posible esa opción. Ese panorama también golpea a Jorge Enrique Robledo, que aparece con una percepción débil.

En el campo conservador, la exministra Marta Lucía Ramírez tiene un comportamiento superior al del exprocurador Alejandro Ordóñez. Su imagen es un activo, y recoge su buen desempeño en las elecciones presidenciales de hace cuatro años: la conoce un 76 por ciento de los colombianos, y casi 40 con una percepción positiva. Tiene una debilidad: su apoyo proviene en alto porcentaje del Partido Conservador, pero la colectividad azul tiene un bajo nivel de identificación partidista y, además, amplias posibilidades de dispersión.

Esto último ocurre en casi todos los partidos: entre los liberales, La U, conservadores y el Polo se observan preferencias atomizadas que llegan, incluso, a candidatos de otras colectividades. La disciplina se limita a Cambio Radical, que es el campeón, y al Centro Democrático.

Pero la campaña de 2018 será un juego de alianzas. La depuración del grupo requerirá de un agrupamiento paulatino, en el que se pueden observar algunas oportunidades iniciales: en la izquierda, si es que algún entendimiento es posible, Petro jala a Clara López y a Robledo. En el santismo, De la Calle adelanta a los otros candidatos, tanto liberales como de La U. En la derecha, Marta Lucía jalona a Ordóñez, pero está rezagada frente a los aspirantes uribistas.

Entre los independientes, Sergio Fajardo jalona a Claudia López. Esta llave tiene potencial de crecimiento por dos razones: ambos tienen oxígeno (a la senadora la conoce un 70,7 por ciento, con imagen positiva de 35,4 y negativa de 24,2) por su imagen, particularmente en los estratos altos. Tienen trabajo por hacer en materia de llegarles a electores que aún no los conocen, y tienen posibilidades de canalizarlos de forma positiva. La asociación de ambos con la bandera de la anticorrupción –que aparece en el tercer lugar entre los problemas que más preocupan a los electores– es una evidente ventaja frente a los competidores de fuerzas tradicionales.

La encuesta, finalmente, tiene noticias agridulces para el presidente Juan Manuel Santos. El pesimismo de la gente es muy alto: un 75 por ciento cree que las cosas en el país van por mal camino, y porcentajes semejantes no ven con optimismo los procesos ni con las Farc ni con el ELN. Su imagen –35 por ciento– aparece por encima de la de otras encuestas y si se incluye en el grupo de expresidentes lo supera Uribe, aunque les gana a César Gaviria (29 por ciento), Andrés Pastrana (28) y Ernesto Samper (26). Pero no andan bien los aspirantes de su partido, el de La U. Ninguno figura en los primeros lugares cuando se indaga sobre intención de voto. A Juan Carlos Pinzón, quien el viernes renunció a su cargo de embajador en Washington, apenas lo conoce un 45 por ciento del electorado.

La fotografía inicial, en fin, es demasiado amplia. En los 12 meses que faltan el grupo se depurará y llegará a la primera vuelta significativamente reducido. En los momentos actuales los electores aún no han decidido por quién van a votar. Las candidaturas no se han formalizado, y ni siquiera son claras todavía las reglas de juego de cada partido para definir su abanderado. Algunos aspirantes ingresan al juego sin muchas opciones reales, con la esperanza de un milagro o con la expectativa de posicionarse para el futuro. Es probable que se produzcan alianzas interpartidistas, y las normas para llevarlas a cabo son objeto de estudio en el Congreso.

La validez de la encuesta, sin embargo, radica en que registra el momento inicial, y en que contiene elementos para analizar las fortalezas y debilidades de las diversas opciones. El proceso de depuración dependerá de las alianzas de cada candidatura y de su nivel de conocimiento y percepción (positiva o negativa). Desde luego, las estrategias de campaña jugarán un papel crucial. Será una carrera larga y, al igual que en el Giro de Italia, la montaña está por venir y nada está definido.

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