En el segundo semestre de 2024, los habitantes del barrio Olaya Herrera, en el sector de Ricaurte, en Cartagena, verían por fin cumplida la promesa que les hicieron en 2017: construirles un megacolegio capaz de cubrir la demanda educativa del sector.
Los padres ven en las instalaciones de la Institución Educativa San Felipe Neri una esperanza para que sus hijos puedan tener una historia de vida distinta a la de los jóvenes que hoy hacen parte de las pandillas más intimidantes de la ciudad.
Olaya es considerado el barrio más peligroso de Cartagena. De acuerdo con el observatorio ciudadano ‘Cartagena cómo vamos’, al menos uno de cada diez casos de muertes violentas ocurridas en la ciudad se registró en este lugar durante el 2023.
La mayoría fueron casos de sicariato. Además, este sector reporta los más altos índices de pobreza y desigualdad. La mayoría de sus habitantes son desplazados de los Montes de María, afrodescendientes y migrantes venezolanos.
Gelver Yesid Peña, comandante de la Policía Metropolitana de Cartagena, aseguró que este sector de la ciudad es uno de los más pobres y poblados de Cartagena. “La imposibilidad de cubrir las necesidades básicas se traduce en que niños, niñas y adolescentes sean fácilmente captados por grupos de crimen organizado”, advirtió.
Las pandillas controlan todo lo que ocurre en Olaya. La guerra que sostienen el Clan del Golfo y Los Heroicos por el control de las rutas del narcotráfico y los corredores de microtráfico en barrios como este ha agudizado la situación.
Por ello, la junta de acción comunal del sector Ricaurte y las familias no han desistido en su propósito de ver el megacolegio en pie y a sus hijos estudiando para que puedan tener un futuro distinto al que los rodea.
“Todos estos años han transcurrido entre comités en los que participan familias, estudiantes, profesores, egresados y la comunidad en general, además de denuncias y derechos de petición. Son muchos los que llegaron al San Felipe Neri para lucrarse; los recursos que se destinaron para este colegio terminaron usándose en otras cosas. Hasta hay un rector preso. Es mucho lo que hemos aguantado”, dijo Arcila Cardiles, egresada y miembro del consejo directivo de la institución.
Los 1.700 niños que deberían estar en clases en la I.E. San Felipe Neri fueron reubicados en otros colegios, entre ellos el Departamental de Cartagena, como parte de un plan de contingencia que, en principio, no funcionó, “porque les hacían bullying. El departamental no está adecuado y se presentaron problemas con las rutas. Eso fue un caos”, señaló Cardiles.
También intentaron ubicarlos en la Institución Educativa República del Líbano, pero no funcionó. Por ahora y al menos durante este primer semestre, deberán ajustarse al plan de contingencia que proponga la Secretaría de Educación.
Zona segura
Antes de la llegada de Dumek Turbay Paz a la Alcaldía de Cartagena, los padres habían decidido dejar a sus hijos estudiando en la antigua sede del San Felipe Neri para garantizar que tuvieran clases, al menos tres horas al día.
Sin embargo, con el compromiso de las nuevas autoridades de la ciudad de entregar la institución en el segundo semestre de este año, los estudiantes deberán tomar clases, temporalmente, en otros colegios.
El pasado 9 de febrero, el alcalde se presentó en la obra para constatar los avances, en compañía de la secretaria de Salud y la Policía. “Aunque el contratista estima que va a estar listo en tres meses, vamos a entregarlo a inicios del segundo semestre para garantizar que esté al ciento por ciento”, señaló Turbay.
Adicionalmente, al San Felipe Neri lo arropa el reciente decreto de Zona Segura, que contempla la restricción de porte o consumo de sustancias psicoactivas a 100 metros de entornos educativos y centros deportivos, entre otros espacios de la ciudad.
Esto supone un desafío, porque el colegio es una franja limítrofe entre pandillas, y según cuentan los vecinos del sector, es usual que se presenten tiroteos en horas del mediodía. “Si bien esto es una zona con dificultades, esta violencia es característica de años recientes”, aseguró Arcila.
Una nueva historia
De acuerdo con el alcalde, la institución tendrá zonas deportivas, de integración, recreación y para primaria, secundaria y la jornada nocturna. Sin embargo, los padres reclaman el retorno de los programas del Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena) para la formación temprana de capacidades técnicas.
El plan de la actual administración es atender este llamado y, además, incorporar a la Universidad de Cartagena, la Tecnológica de Bolívar, la Institución Universitaria Mayor de Cartagena, y la de Bellas Artes y Ciencias de Bolívar, en un plan de formación al servicio del turismo. En el caso de la Escuela Taller Cartagena de Indias, está prevista la entrega de recursos para estimular la oferta educativa.
Alicia Arciles está esperanzada en este nuevo compromiso que adquirió el gobierno local. Luego de ocho años liderando esta lucha colectiva del barrio Olaya, expuesta incluso a amenazas, esta cartagenera espera ver a los hijos de sus vecinos entrar cada mañana al San Felipe Neri con la promesa de un mejor futuro.
A ella, como a sus dos hijos, uno de 22, graduado hace tres años, y una joven que cursa este año grado once, les tocó estudiar en la precariedad. Su anhelo es que, gracias a esta obra, la historia sea otra.