De novela ha sido el año 2023 para el magnate Donald John Trump. Su pesado nombre ha estado inmerso en un sinfín de acusaciones que lo tienen en la deriva y sin una perspectiva clara de lo que será su candidatura de caras a las elecciones presidenciales en Estados Unidos, donde espera volver a la Casa Blanca y se prevé un cara-cara con Joe Biden, actual presidente de la nación americana.
Trump, fiel a su estilo, sentó un precedente y se convirtió en el primer presidente actual o anterior en la historia de Estados Unidos que enfrenta cargos penales. Recordemos que las últimas acusaciones se dieron el pasado martes, en horas de la tarde, el expresidente recibió una nueva acusación, la cual se divide en cuatro cargos. El primero, por presuntamente “deshonestidad, fraude y engaño” para defraudar a Estados Unidos.
El segundo, por conspiración para obstruir un procedimiento oficial, basado en supuestos intentos de evitar la certificación de la victoria de Biden en el Congreso y en afirmaciones sobre fraude electoral. El tercer cargo es por obstrucción de un procedimiento oficial debido a los hechos ocurridos el 6 de enero de 2021 en el Congreso. Y, finalmente, el cuarto es por conspiración contra los derechos de los ciudadanos, alegando que Trump conspiró contra el derecho al voto y el conteo de los sufragios de los estadounidenses.
Tal como se preveía, Trump se proclamó inocente de todas las acusaciones en su contra y fue puesto en libertad provisional. Sin embargo, deberá acatar ciertas condiciones, como la prohibición de comunicarse con las partes implicadas en el caso. A pesar de la representación que el presidente intenta ofrecer, este no fue un proceso rutinario, sino que estuvo marcado por una notable tensión, según los informes de los medios presentes en la sala.
¿Trump podría mantener su candidatura si es declarado culpable?
Es importante acotar que no sería la primera vez que sucede un caso relativamente parecido en la historia de los Estados Unidos. Según información de CNN, en 1920 hubo un caso que desató polémica en su momento. El individuo en cuestión era el socialista Eugene Debs, quien en 1920 continuó su campaña presidencial mientras cumplía una condena en prisión por cargos de espionaje.
Aunque finalmente no logró vencer al republicano Warren G. Harding, sí consiguió una considerable cantidad de votos, alcanzando la cifra de 900.000 y marcando un hito para la democracia que podría repetirse en noviembre de 2024, mes en el que están programadas las elecciones.
Ahora, la carta magna norteamericana fija requisitos de elegibilidad bastante escuetos para los presidentes. Por ejemplo, los futuros candidatos requieren tener un mínimo de 35 años, ser ciudadanos naturales “desde el nacimiento” y haber residido en Estados Unidos durante al menos 14 años. En teoría, no existen restricciones vinculadas a la reputación o historial criminal (aunque algunos estados impiden que personas con condenas compitan por cargos a nivel estatal o local, estas regulaciones no se aplican a puestos federales).
Asimismo, la Constitución de EE. UU. no solamente no impide que el expresidente pueda postularse para el cargo, sino que tampoco incluye una prohibición contra que alguien con una condena por parte del sistema de justicia federal sea presidente, incluso si ya se encuentra en prisión, excepto en el caso de que la condena esté relacionada con un delito muy específico: la insurrección.
Aunque la situación parece bastante clara, surge una hipotética incertidumbre sobre qué podría suceder si Donald fuera declarado culpable y de repente surja una nueva interpretación de la carta magna que impacte en sus aspiraciones presidenciales para 2024 como republicano, esto podría convertirse en un factor determinante.