El país no sale del asombro por el escalofriante libro que redactó John Ferney Cano. En él, anticipó que iba a matar al urólogo Juan Guillermo Aristizábal, crimen que cometió el 18 de abril en la Clínica Medellín. Nueve días después, se filtró el escrito.
En conversación con SEMANA, la hermana del homicida, Marcela Cano, afirmó que su hermano había emprendido una venganza desde hace dos años contra el especialista para cobrar un supuesto mal procedimiento que le habría hecho.
Se trató de una circuncisión. Una operación que consistió en cortar una porción de la piel que cubría la cabeza de su miembro viril, para aliviar un dolor que inició en 2018. Contrario a la hipótesis del asesino, médicos respaldan el trabajo de Aristizábal.
El documento contiene los argumentos que impulsaron a Cano a acabar con el urólogo hace unas semanas: “Es una vil mutilación que, a mi juicio, daña la belleza de un pene natural. El que hizo esta mierda tiene que pagar con su vida”.
Marcela aseguró que la sed de venganza estuvo presente en los últimos dos años de su existencia. Con la misma arma con la que le disparó al médico, él también se habría matado. Los dos cadáveres aparecieron en el piso nueve de la Clínica.
Ella hoy recuerda una frase que su pariente repitió con insistencia en sus conversaciones íntimas. El nombre de Juan Guillermo Aristizábal lo estremecía: “Esta no se la paso, esta no se la paso, esta no se la paso”, repetía.
Ese comentario siempre terminaba en una discusión entre los dos: “Yo le decía que dejara la bobada, que ya, que ya no más”. Este hombre no prestó atención a sus recomendaciones y diseñó fríamente el homicidio.
Si bien era insistente en la sed de venganza con su familia y en público, nadie se enteró de que iba a asesinar al doctor ese jueves. Según Marcela, la familia se enteró del crimen por una información que les llegó posterior al acontecimiento.
Mientras buscaban explicaciones a lo que sucedió, otra de sus hermanas halló un escalofriante escrito en su computador: un archivo de 369 páginas. La última era una confesión dirigida a su hermano, con el que compartía vivienda.
“El destino me ha brindado la posibilidad de castigar por propia mano a quien, por unos miserables pesos, osó lesionarme gravemente”, se lee en uno de los apartados. A él le pidió guardar silencio ante la Fiscalía y la Policía.
Ese documento, filtrado ante la opinión pública, hoy reposa en el expediente de la muerte de Aristizábal, un reconocido médico de la capital de Antioquia que atendió a un paciente común y corriente en 2021 que lo sentenció a muerte.
Su fallecimiento causa dolor y preocupación en el gremio médico: “Nos duele que circunstancias de violencia nos sigan arrebatando personas que cumplen con su misión de servir y preservar la vida”, dijo la Universidad CES.