Eso es lo único que hoy por hoy implora esta nación llamada Colombia. Y podría asegurarlo una vez cumplido el recorrido del lanzamiento del libro de mi autoría por las tres primeras ciudades capitales (Cartagena, Santa Marta y Bucaramanga), donde he podido sentir una decepción muy grande por parte de los habitantes de estas ciudades por todo lo que hemos venido observando y leyendo frente a todos los aconteceres políticos. Han pasado hechos que, de una u otra manera, se tapan unos tras otros. Ojalá todos estos hechos que hoy nos avergüenzan como colombianos que amamos esta patria, NO queden escondidos y tapados como las heces del gato (las cuales cuando NO logramos ubicarlas contaminan el ambiente con su olor, porque es sabido por todos los que leen estas líneas, que estos felinos las esconden muy bien).

Por todo lo anterior es que durante el lanzamiento y presentación del libro “El honor del deber cumplido… Una vida construyendo país”, estoy buscando dejar en la mente, alma, corazón, retina y conciencia de todos los que asisten a estos eventos, una alta dosis de compromiso con la patria misma, con el país, con la nación, con esta República de Colombia que nos vio nacer, crecer, desarrollarnos como personas. Un país que solo nos pide que nos comportemos a la altura de su Constitución y símbolos patrios y que ya dejemos de pensar en la avaricia, ambición, ansia, codicia, pretensión, afán, avidez -sin reparo alguno-, atropellando todos los principios éticos, valores morales, virtudes y buenas costumbres enseñadas por nuestros padres, abuelos y maestros.

No podemos estar dándole este mal ejemplo a las actuales y futuras generaciones, porque de esta manera solo estamos llevando al país a una pérdida de valores, que nos traerán momentos de angustia y de NO retorno. Un país liderado en todos sus niveles por personas sin una política limpia, pulcra, pura, incólume, virginal e inmaculada jamás podrán llevar a su nación a la prosperidad y proyectarla hacia un futuro exitoso, que le garantice a la juventud un mejor país, en el cual ellos puedan también sembrar su grano de arena y, de esta manera, entre todos poder sumarle y multiplicarle a nuestra nación y no caer en el gravísimo error que hoy estamos viviendo en carne propia, solo divisiones, restas y pensando solo en el sujeto, en el YO, que nos está llevando a lo más profundo de las equivocaciones.

Es tanto el desespero de muchos colombianos, que hoy, perdidos en esta oleada de situaciones tan denigrantes y perversas y que sin duda alguna nos ponen en el ojo del huracán nacional e internacional, y lo digo así claro y sin pelos en la lengua y sin temor de romperme los dedos escribiendo en este teclado —herramienta que se ha convertido en mi mejor aliada para poder expresar NO solo lo que pasa por la cabeza del general en uso de buen retiro Eduardo Zapateiro, sino lo que puede estar pasando por la cabeza de todos los soldados de tierra, marinos, aviadores y policías que a diario ofrendan sus vidas, por una vocación de servir al país, mientras otros … si, aquellos que tienen la GRAN RESPONSABILIDAD de liderarnos, orientarnos, dirigirnos y conducirnos; únicamente están buscando desesperadamente cómo lograr sus cometidos individuales y/o grupales.

Preocupante el panorama político que se avecina cuando estamos viendo en las regiones el deterioro de la seguridad en muchos municipios, así como “gestores de paz” sueltos por el territorio y algunos reincidiendo en faltas, y se lee en anuncios y titulares, expresando de manera irresponsable e indescriptible, así: “El pueblo es el propietario de las armas de la Nación”. Y Buenaventura ardiendo en asesinatos por doquier, el ELN haciendo lo que se le viene en gana, dos policías asesinados en Norte de Santander cuando se disponían a desayunar, madre suboficial y sus dos hijos secuestrados cuando se movilizaban en Arauca. Esto es gravísimo y más aun viniendo de boca del mismísimo gobernante; entonces mi pregunta es: ¿A qué se refieren con esto? ¿A dónde quieren llevar al pueblo colombiano? Nos quieren llevar a una guerra y/o confrontación civil? ¡Explíquennos! ¿O esto es otra dosis de populismo irresponsable?

Toda esta pesadilla por la que estamos atravesando es el resultado de tomar el derecho a sufragar como algo simple y al mismo colocarle un precio, cuando debe ser un valor inquebrantable hacer uso de este a conciencia y en secreto. No podemos seguir con la conducta irresponsable de no examinar el perfil personal, profesional, ocupacional y el plan de gobierno de quien tendrá la responsabilidad de liderar los destinos de un municipio, departamento y de quienes aspiran a ser concejales y diputados. Señores, gobernar NO es nada fácil y menos en Colombia. Entonces los invito a la reflexión y que en estas elecciones territoriales podamos observar un mejor criterio y responsabilidad nacional, para bien de todos.

¡Colombianos! NO podemos seguir cayendo en el error de creer en discursos populistas, de esos que solo buscan dividirnos como hermanos de una sola madre patria, llamada Colombia. NO podemos seguir siendo ingenuos y dejarnos dañar la mente y el corazón, vendiéndonos la idea de que ser empresario es sinónimo de realeza y de esta manera incitar y sembrar el odio. Yo he sido un testigo fiel en los territorios del gran esfuerzo que hacen nuestros empresarios, el de generar trabajo y potenciar la economía del país. He visto empresarios (Ganaderos, Palmicultores, Porcicultores, Avicultores, Sector Petrolero, Minero y demás) ayudando a sacar adelante las comunidades cercanas a sus proyectos, construyendo escuelas para sus hijos, organizarlos de una u otra manera en su vereda o corregimiento, haciendo obras para la solución de algunas necesidades básicas, impactando de esta manera en su diario vivir.

NO podemos aceptar que hoy se siga dividiendo esta nación con discursos rancios donde se hable de ricos y pobres y, lo peor, que no nos llevan a la solución del problema, sino, por el contrario, nos conducen a toda una nación al odio de clases. Finalmente, invito a todos los que hoy tienen la obligación constitucional de gobernarnos y conducir los destinos del país en todos los niveles de gobernanza, a que lo hagan arrancando los retrovisores y dejen de distraerse y distraernos mirando hacia atrás y hacia los lados.

Necesitamos conductores políticos concentrados en sus cargos y sus funciones y solo así podrán mirar hacia delante buscando las mejores soluciones para construir el país que todos queremos; un país donde reine la tranquilidad, donde ¡UNIDOS!, y con deseos de acertar, podamos resolver los problemas del país, que muy seguramente seguirán siendo muchos en todas las áreas, pero solo se necesitan hombres y mujeres con actitud, compromiso, que piensen en grande; y solo así, puedan llegar los mejores a estos cargos que demandan y exigen estar revestidos de principios, valores, virtudes, mucha sabiduría, conocimiento, experiencia, vocación de servicio para que de esta manera se pueda consolidar en Colombia una cultura de una política LIMPIA Y ESCRUPULOSA.