Desde que se conocieron los audios del entonces embajador Armando Benedetti diciendo que sin los 15.000 millones que él había conseguido para la campaña, Petro no habría sido presidente, el país compara el escándalo que vive hoy la Casa de Nariño con el que vivió Ernesto Samper. “Yo hice cien reuniones (...), 15.000 millones de pesos, es más, si no es por mí, no ganan”, sentenciaba Benedetti en sus mensajes a Laura Sarabia.
SEMANA habló con el expresidente Samper y le preguntó si ve puntos comunes en ambos procesos. “Tiene algunas similitudes. La primera, tanto él como yo nos podemos declarar inocentes; la segunda, teníamos unas fiscalías en contra; la tercera, hubo por detrás unos libretos conspirativos de personas que trataron de utilizar las circunstancias para impedir la gobernabilidad. Y unas diferencias significativas: la vicepresidenta (Francia Márquez) está comprometida a fondo con su proyecto político, lo mismo que el Gobierno de Estados Unidos, dos circunstancias que a mí no me favorecieron”, dijo.
Para Samper, el actual presidente vive, sin embargo, una situación diferente. “Hay un agravante en el caso de Gustavo Petro y es que las redes sociales no existían en mi época y están jugando un papel peligroso de polarización emocional en el caso de la política”.
Preguntado sobre por qué cree que Petro es inocente, solo atina a decir una cosa: “En primera instancia, porque está previsto constitucionalmente que la gente se presume inocente hasta que no se le demuestre lo contrario”.
Lea la entrevista con Ernesto Samper
SEMANA: ¿Un año después cómo ve el Gobierno de Gustavo Petro?
E. S.: Yo creo que las bases de lo que pretende el Gobierno están sentadas. Si se trata de una nueva política exterior, que debería ser concertada a través de la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores. Si su interés tiene que ver con el paquete de reformas sociales que deberían ser consideradas en el ‘acuerdo nacional’, como las reformas a la salud, laboral, pensional o de tierras... podría entrar a concertar con todo el Congreso como se ha propuesto a través de una comisión accidental para la salud, siempre y cuando que no se trate de una estrategia dilatoria para hundir las propuestas. Y yo llevaría los temas de paz al Consejo Nacional de Paz creado por mi gobierno, ampliándolo para que quepan las iniciativas que se están tramitando a través del Consejo Nacional de Participación creado en los primeros acuerdos con el ELN.
SEMANA: ¿En qué ha fallado el Gobierno Petro?
E. S.: En la parte de formulación de Estado me parece que está bien, falta más celeridad en la organización y el funcionamiento del Gobierno. El presidente ha actuado más como jefe de Estado que como jefe de Gobierno. Si estuviéramos en un país con un sistema parlamentario tendríamos ya unas definiciones de fondo sobre las cuales trabajar, que son las que he mencionado anteriormente y sería útil un jefe de Gobierno que ponga en marcha más rápidamente los mecanismos para conseguir esos objetivos.
SEMANA: ¿Cree que los ministros le están cumpliendo al presidente Petro?
E. S.: Pienso que se podrían refinar los canales de comunicación dentro del Gobierno para que sean fluidos y de doble vía. Hay ministros de ministros, algunos lo están haciendo mejor que otros. En todo caso, es importante entender que la izquierda en este país no gobernaba desde hace 200 años por lo cual no es sencillo encontrar, de la noche a la mañana, personas para cada uno de los cargos. Aconsejaría tener paciencia, así nos sorprenda la paradoja de que la oposición sea por primera vez gobierno y los que estaban gobernando se estrenen en el difícil y a veces ingrato ejercicio de la oposición. No nos extrañe por ello que haya funcionarios que parecieran estar haciendo oposición al mismo Gobierno, y gente en la oposición disparando a diestra y siniestra desconcertados por la viudez del poder.
SEMANA: Habla de ministros que le hacen oposición al propio Gobierno, ¿quiénes son?
E. S.: Algunos están asumiendo posiciones muy radicales. Mi consejo, muy respetuoso para ellos, es que los funcionarios públicos están en la obligación de escuchar a la gente, responder las llamadas telefónicas, conceder citas y no molestarse porque la prensa cumpla con su papel inquisitivo de buscar noticias y reacciones a las noticias que no quieren escuchar. No se encierren en la campana de vidrio de los aduladores y aprendan a comerse, por lo menos, un sapo por día.
SEMANA: ¿A qué atribuye el bajonazo de popularidad del presidente?
E. S.: Es una situación que hemos vivido todos los que hemos sido presidentes. Cuando uno comienza a nombrar y decidir se comienzan a bajar las expectativas de los ciudadanos, empezando por los electores. Cuando uno ya se sienta en el avión del gobierno y le cuentan que no tiene gasolina, que la brújula está fallando, que los pasajeros están peleando comienza a pagar la factura.
SEMANA: ¿Cómo ve las elecciones regionales? Andrés Pastrana pronostica que serán catastróficas para el Pacto Histórico.
E. S.: Como se ve que el doctor Pastrana ha estado muy ocupado con asuntos del fútbol internacional y otros deberes menores. Las elecciones territoriales en Colombia obedecen a unas dinámicas territoriales que no tienen reflejo en el espectro nacional. Pensar uno que, como en otros países, las directrices nacionales determinan el panorama electoral regional, es no conocer el mapa político del país. En cada región se dan unas alianzas alrededor de temas locales que obedecen a circunstancias de cada departamento o municipio. Estas serán las primeras elecciones que se van a celebrar bajo un esquema multipartidista donde priman las alianzas sobre los partidos (…).
SEMANA: ¿Pero no marcará un derrotero para las presidenciales del 2026?
E. S.: Faltan tres años para las elecciones nacionales cuya supervivencia depende de que respete la Constitución y cumpla con sus electores.
SEMANA: ¿Ya escogió candidato a la Alcaldía de Bogotá?
E. S.: Lo estoy evaluando desde la condición privilegiada de no tener interés específico en ningún candidato.
SEMANA: ¿Le gusta Gustavo Bolívar?
E. S.: Es una de las opciones pero, repito, no tengo vetos ni votos en favor o en contra de ninguno de los que están empezando la campaña. Me llama, por ejemplo, la atención que en temas tan relevantes como el de la inseguridad ciudadana se están limitando a proponer policías, cámaras y sistemas de rastreo y no mencionan las circunstancias sociales que dejó la pandemia y que pueden explicar por qué la gente anda delinquiendo en la calle.
SEMANA: ¿Cómo vio el escándalo de Nicolás Petro y el presidente?
E. S.: No me gusta opinar sobre los escándalos del día a día, tal vez porque durante muchos años fui el chivo expiatorio de la financiación irregular de las campañas. A pesar de que fui absuelto por decisiones de la Corte Suprema de Justicia, la Fiscalía, la Comisión de Acusaciones, estuve condenado mediáticamente durante varios años. Por cuenta del sistema de justicia negociada que hoy tenemos a la gente la señalan, la imputan, la procesan y la sentencian en los medios y las redes sin que hayan operado los mecanismos de justicia ni mucho menos respetado los principios sagrados del debido proceso, empezando por la presunción de inocencia. Es lo que yo he llamado la judicialización de la política que le está haciendo mucho daño a la justicia, a la política, no solamente en Colombia, sino en países de América Latina. Ahora que han aparecido otras pruebas, evidencias, sospechas de dineros irregulares en otras campañas, no voy a aprovechar esta circunstancia para entrar en contradicción con mis colegas expresidentes. Al contrario, el país debe evitar a cualquier costa la ‘peruanización’ de sus expresidentes. Lo cual no significa que para el país resulte sano y necesario conocer la verdad de los episodios de la financiación de las otras campañas presidenciales y que, a partir de esta realidad, salgamos de este túnel con una propuesta constructiva, como la financiación estatal de todas las campañas políticas.
SEMANA: Usted propuso revisar todas las campañas presidenciales, ¿por qué?
E. S.: Porque, repito, el país debe conocer la verdad de cómo fue la infiltración de las otras campañas y cada quién debe asumir, como lo hice yo, su propia responsabilidad. No con el ánimo de terminar en un desgastante carrusel de señalamientos de uno contra otros o, porque considere que mal de muchos es consuelo de pocos. Lo hago porque el país debe pasar esta etapa, saber la verdad y encontrar unas salidas que protejan la institucionalidad de la Presidencia.
SEMANA: Algunos críticos creen que hubo un acto de confesión suya cuando pide que se investiguen todas las campañas de los expresidentes. ¿Es así?
E. S.: No hay ninguna chiva. Desde hace muchos años he reconocido que, lamentablemente, mi campaña fue infiltrada, a pesar de los controles que establecimos, sin mi conocimiento y el de las personas que estaban cerca. Fue demostrado por qué fue infiltrada y por qué no supimos cuando la Corte Suprema de Justicia condenó a los administradores de la campaña por hurto agravado de los recursos que ellos mismos tramitaron para la campaña. Fueron condenados y pagaron sus respectivas penas. No sigamos entonces dándonos golpes de pecho en el pecho del vecino; afrontemos la realidad y asumamos sus consecuencias.
SEMANA: ¿Se volvió repetitivo escuchar de los expresidentes ‘fue a mis espaldas’, ‘no sabía’, ‘no tuve el control de la campaña’?
E. S.: No solamente hay que decirlo sino probarlo como lo hice con el caso de mi campaña.
SEMANA: ¿No cree que su propuesta implica meter a todos los expresidentes en una misma bolsa?
E. S.: Al contrario, implica acabar con este chantaje mediático de rumores e infiltraciones que hace más daño que las evidencias sobre los hechos mismos.
SEMANA: ¿Usted se cansó de ser el expresidente señalado por ingresos indebidos a su campaña y lanzó un mensaje de ‘hagámonos pasito’…?
E. S.: Propongo una reflexión de que esto le puede ocurrir a cualquiera, que no fue un caso aislado y que es un caso sistemático.
SEMANA: ¿Se parece el Proceso 8000 con el escándalo de Gustavo Petro?
E. S.: Tiene algunas similitudes. La primera, tanto él como yo nos podemos declarar inocentes; la segunda, teníamos unas fiscalías en contra; la tercera, hubo por detrás unos libretos conspirativos de personas que trataron de utilizar las circunstancias para impedir la gobernabilidad. Y unas diferencias significativas: la vicepresidenta (Francia Márquez) está comprometida a fondo con su proyecto político, lo mismo que el gobierno de Estados Unidos, dos circunstancias que a mí no me favorecieron (…). Hay un agravante en el caso de Gustavo Petro y es que las redes sociales no existían en mi época y están jugando un papel peligroso de polarización emocional en el caso de la política.
SEMANA: ¿Por qué cree que Petro es inocente?
E. S.: En primera instancia, porque está previsto constitucionalmente que la gente se presume inocente hasta que no se le demuestre lo contrario.
SEMANA: Se quedó solo con la defensa a Petro. Santos, que era otro de los que respaldaban al presidente, está callado.
E. S.: Yo estoy asumiendo las responsabilidades que, creo, me corresponden como expresidente de la República. Respeto muchísimo las distancias que establezcan los otros expresidentes con el gobierno, siempre y cuando seamos todos solidarios en respaldar la institucionalidad. El papel de los expresidentes no es el de andar metiendo las narices en todos los conflictos cotidianos que se presenten, deben cuidar los cimientos del edificio del Estado de derecho.
SEMANA: ¿Qué cree que está pasando con las ausencias de Gustavo Petro?
E. S.: Es la primera vez que veo que hay tanta agresividad para meterse en la vida privada del presidente. Él es quien demostrará con sus actos si está o no en condiciones de gobernar. Entiendo que no es la primera vez que habría un presidente incumplido, el expresidente Alfonso López Pumarejo también faltaba con frecuencia a los actos.
SEMANA: Pero el presidente es un funcionario público y le ha incumplido a magistrados, las Fuerzas Militares, la prensa, los empresarios, la comunidad internacional, hay ausencias de 24 horas.
E. S.: La preocupación por la salud presidencial es legítima, lo que no es legítimo es utilizarla políticamente, como lo están haciendo, para hacerle daño a la reputación del presidente. Eso es inaceptable.
SEMANA: De otro lado, usted cree que a dos meses de las elecciones, con un presidente con una popularidad que va en caída ¿se logrará un acuerdo nacional?
E. S.: Se tiene que lograr un ‘acuerdo nacional’, el país no resiste esta polarización, este enfrentamiento entre unos contra otros. Para mejorar el mismo ambiente electoral y para reducir la tensión de las elecciones, sería muy importante hacer este acuerdo nacional que sería temático y aseguraría la gobernabilidad del país en los próximos años.
SEMANA: ¿No cree que ese acuerdo nacional se genere más fácil después de elecciones?
E. S.: No hay que confundir el ‘acuerdo nacional’ como, en otras oportunidades, como un acuerdo para cogobernar, no se trata de compartir el gobierno, esto no es un problema de puestos ni de darles posiciones a los sectores políticos así sea una de sus consecuencias. Este es un problema de que entendamos que ni el Gobierno puede imponer su programa al país que no votó por él ni tampoco que este último pueda atravesarse al programa de gobierno. Que cada uno entienda la importancia del otro desde su propia orilla sería una premisa fundamental para empezar a trabajar en el acuerdo del Gobierno (…). ¿Sobre qué debe versar el ‘acuerdo nacional’? Para empezar, estarían los tres ejes articuladores del Gobierno: la ‘paz total’, las reformas sociales y la política de apertura internacional. Y, por supuesto, los temas que consideren las personas que no están en el Gobierno y no se sienten representadas en sus programas.
SEMANA: Un mensaje final.
E. S.: Una cordial invitación para que le demos, a través del ‘acuerdo nacional’, el tiempo y el espacio al Gobierno y un sincero llamado para que no acorralen al presidente.