El sueño es una actividad fundamental para el bienestar y la salud mental. Durante ese periodo de descanso, el cerebro realiza una serie de procesos complejos que son esenciales para su funcionamiento óptimo.
De acuerdo con la Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos, durante el sueño se producen diferentes etapas que se repiten en ciclos a lo largo de la noche. Una de las etapas más conocidas es el sueño REM (movimiento rápido de los ojos), donde ocurren los sueños vívidos. Durante esta fase, el cerebro se muestra extraordinariamente activo, similar a cuando se está despierto.
Según implican algunos investigadores de la Universidad de Rochester, mientras se descansa el cerebro pone a funcionar todos los mecanismos para limpiar los residuos nocivos que se acumularon durante el día, es decir, durante el sueño el cerebro aprovecha para trabajar.
Aunque en muchas ocasiones se ha creído que mientras se duerme el cerebro también descansa, la verdad es que este nunca para y, por el contrario, sigue trabajando. Lo que ocurre es que las células encargadas de formar la mielina aumentan la producción y, de esta manera, se facilita la reparación del cerebro. Por ello, expertos en descanso e higiene del sueño recomienda dormir adecuadamente, ya que al no hacerlo se pueden presentar consecuencias graves al cerebro, afectando el desempeño en actividades diarias, académicas o laborales.
“Mientras se duerme se detiene esa captación de información y el cerebro se dedica a procesar todo aquello que ha ido adquiriendo en el día. Analiza, escudriña y descarta aquellas que considera irrelevantes, y potencia, refuerza y clasifica aquellas que pueden ser de utilidad al día siguiente”, explica el médico Santiago Rojas, asesor de descanso para Americana de Colchones.
Se ha demostrado que el sueño es esencial para consolidar los recuerdos y mejorar la retención de información, durante el sueño profundo el cerebro repasa y organiza los eventos del día, transfiriendo los recuerdos de almacenamiento a largo plazo.
De acuerdo con un estudio de la Universidad de Stanford, se demostró que el sueño puede impulsar la creatividad, durante el sueño REM, el cerebro realiza conexiones inusuales y combina ideas de manera innovadora, lo que puede conducir a soluciones creativas para problemas complejos.
Así mismo, se sabe que durante el sueño las células cerebrales se contraen, permitiendo que el líquido cefalorraquídeo fluya más rápidamente y elimina los desechos tóxicos acumulados durante el día, esa limpieza neuronal es esencial para mantener el buen funcionamiento cerebral y prevenir enfermedades neurodegenerativas.
Para el doctor Rojas, el sueño “es el mejor aliado para la salud y el amigo del cerebro, para que su funcionamiento sea óptimo es indispensable dormir lo suficiente cada noche y aprovechar al máximo los beneficios de esta actividad cerebral nocturna”.
La hora correcta para realizar una siesta
De acuerdo con los estudios que se han realizado en torno al tema, existe una hora específica que se considera más adecuada para realizar una siesta, beneficiando así la calidad del descanso y el bienestar general. Los expertos han proporcionado pautas basadas en investigaciones y recomendaciones de instituciones de renombre.
La Fundación Nacional del Sueño y la Academia Estadounidense de Medicina del Sueño sugieren que la mejor hora para tomar una siesta se sitúa alrededor de la mitad del período de vigilia (tiempo en que se está despierto y activo), es decir, aproximadamente entre la 1:00 p.m. y 3:00 p.m. Sin embargo, es importante tener en cuenta que estas recomendaciones pueden variar ligeramente según las necesidades individuales y las rutinas de sueño de cada persona.
Según los expertos de ambos centros especializados en sueño, realizar una siesta durante estas horas puede tener varios beneficios para la salud y el rendimiento. Tras los estudios, han observado que una breve siesta en este período puede aumentar la energía, mejorar la concentración y la productividad, así como reducir la fatiga y el estrés.
Es importante destacar que la duración de la siesta también es un factor clave. Recomiendan que la siesta tenga una duración de entre 10 y 20 minutos para evitar entrar en fases de sueño profundo, lo que puede ocasionar una sensación de somnolencia al despertar. Estas siestas cortas, conocidas como ‘power naps’, permiten al cuerpo y a la mente descansar lo suficiente como para recargar energías sin interferir con el sueño nocturno.
Cabe mencionar que las siestas prolongadas, de más de 30 minutos, pueden interferir con el sueño nocturno y dificultar conciliar el sueño en la noche, especialmente para aquellas personas que ya padecen de insomnio u otros trastornos del sueño.