“¿Siempre estarás conmigo?” “Por supuesto”. “Prométemelo”. “Siempre estaré contigo.” Son dos hermanos, Amir y Zahira, que conversan en una escalera. Él le está ayudando a planear un aborto, que podría ser el miércoles y no costaría más de cuatro euros. Pero ella sigue reacia, insistiendo que su novio, el padre del bebé, es un buen hombre. Cuando su hermano hace la promesa, ella, cariñosa le da un beso en la mejilla y sale del edificio. Se pone una bufanda sobre la cabeza y la tela se le va desacomodando mientras corre hacia lo que parece ser su escuela. Cuando llega es otra niña más, no es pakistaní, ni musulmana, es una adolescente cualquiera.Noces o, en español, La boda, cuenta la historia de una familia pakistaní viviendo en Bélgica. Su hija adolescente, Zahira, se siente desgarrada entre ser una joven libre que ha asimilado la cultura de su nuevo país y la obediencia a la tradición que le inculcan en su casa.

La película abre con Zahira preguntandole a una prestadora de servicios sobre el proceso para realizar un aborto. La joven insiste en decirle “bebé” al embrión y la mujer la corrije: “no hay ningún bebé”. Lo mismo dirá luego su padre hablando con el hermano. Toda la familia está de acuerdo en que lo mejor que puede pasar es que aborte, así se preserva el honor de la familia y todavía puede casarse con uno de tres primos lejanos que todavía viven en Pakistán. Ella le pregunta a su familia si piensan enviarla a hasta allá para que los conozca pero su madre le dice que no, qué es más fácil por Skype, que hay que aprovechar los tiempos modernos. Tradición y modernidad, y también Oriente y Occidente, son los contrastes alrededor de los cuales gira la película. Zahira aprende a hacer un plato típico pakistaní, pero también se escapa a bailar música electrónica con sus amigos. Muchos de sus comportamientos, que en otro contexto serían los de cualquier adolescente, se convierten en un peligro para toda su familia. Su rebeldía significa una amenaza para la manera en que está construido el mundo sus padres y sus hermanos, y el lugar de su familia en la sociedad pakistaní, que sigue siendo más importante que su vida en Bélgica. Cuando el padre de la mejor amiga de Zahira, una chica blanca y belga, confronta al padre de la protagonista este le contesta que lo que quiere es lo mejor para su hija: que tenga una familia, pues ese matrimonio arreglado significa que tendrá una nueva familia y conservará la que ya tiene. Así nunca estará sola. La opción alterna es perderlo todo. El padre de Zahira no es un mal tipo, es un hombre sensible, dedicado, la película insiste en lo amorosa que es toda la familia. Nos pregunta dónde está la felicidad: ¿en la familia y la tradición, que significan amor y seguridad, o en la libertad que es tan exuberante pero también tan peligrosa, y que tantas veces desemboca en en la soledad?Estos debates se cuentan en los ojos de Zahira, que pestañean con insistencia aunque ella hable poco, en gran medida porque son ideas que no se pueden decir en voz alta. Son destructoras, terribles. Como si del himen de Zahira colgara el honor de la familia. Un honor que condiciona quien puede estar en la comunidad, y constriñe quién puede recibir amor. *@Catalinapordios