En 2015 se acreditaron 180 programas en Ciencias de la Salud. | Foto: @LosNaked

UNIVERSIDADES

La vocación de los estudiantes de ciencias de la salud aflora en la pandemia

Dos jóvenes colombianos, recién egresados de medicina y enfermería, encontraron en medio de la emergencia sanitaria la posibilidad de poner en práctica su vocación de servicio.

Juan Miguel Álvarez*
21 de junio de 2020

El día en que la Organización Mundial de la Salud declaró el brote del virus covid-19 como una pandemia, Sebastián Orozco se encontraba trabajando en el servicio de medicina en casa y en el traslado de pacientes en ambulancia. Era 11 de marzo, tenía 27 años y su aspiración era vincularse pronto con algún centro que tuviera atención clínica para pacientes en emergencias. “Yo no estudié medicina para responder teleconsultas –se decía–. Mi obligación es ayudar en una sala de urgencias”.

Orozco se graduó en junio de 2019 de la Universidad Militar e intentó sin suerte que lo recibieran en clínicas de la capital del país. En todas le habían exigido un tiempo de experiencia profesional de un año mínimo, que él aún no podía demostrar. Agotado de recibir la misma respuesta, optó por volver a Pereira, su ciudad natal. Allí logró ubicarse en una empresa de salud domiciliaria, mientras se le presentaba la oportunidad que quería.

A finales de febrero de 2020, cuando Colombia esperaba el momento en que apareciera su paciente cero y ya se sabía que este virus se torna mortal en personas con enfermedades de base y de edad avanzada, Orozco empezó a recibir llamadas con ofrecimientos de empleo en las clínicas que antes no lo habían aceptado. Se le hizo extraño, pero pensó que seguramente se debía a que los médicos más veteranos estaban renunciando o tomando licencias para evitar el trabajo durante la pandemia. La opción que se ajustó a su expectativa fue la de una clínica privada en Pereira y el 20 de marzo, cinco días antes de que empezara la cuarentena nacional, se presentó a la entrevista con la auditora médica.

“Fue muy sincera. Me dijo que se venía la pandemia y que íbamos a estar en una situación tan crítica como la que estaban pasando Italia y España. Y me preguntó: ‘¿Está dispuesto a trabajar aquí sabiendo esto?’”. Orozco no lo dudó un segundo. Dijo que sí. “Yo he estado buscando ayudar en la atención de pacientes covid en una sala de urgencias”. Cuatro días más tarde, el 24 de marzo, ya estaba cumpliendo con los turnos de ocho horas diarias.

Justo por esa misma fecha, a Berni Peña le faltaba un mes para recibirse como enfermero jefe, de la Universidad Nacional, sede Bogotá. Había terminado materias en diciembre de 2019 y estaba ansioso por empezar a trabajar cuanto antes. La Nacional había adelantado la ceremonia de grado de los profesionales de la salud, por encima de las otras carreras, para facilitar la vinculación laboral y ayudar en la lucha contra la pandemia.

Berni, de 22 años, ya había puesto a circular una solicitud laboral en redes sociales y en bolsas de empleo. Todo lo que recibía como oferta de trabajo lo desilusionaba: salarios de hambre, cargas laborales insostenibles, condiciones poco seguras. Luego de que el Gobierno pusiera fecha para iniciar la cuarentena, las ceremonias de grado quedaron suspendidas del calendario de la Nacional y cada estudiante obtuvo su diploma de manera virtual. “Nos enviaron el enlace de la plataforma e-título para descargarlo”.

Con el título bajo el brazo, Berni empezó a tramitar la expedición de la tarjeta profesional que, finalmente, obtuvo el 6 de mayo. Una semana después contestó una llamada de una amiga que no veía cinco años atrás. La mujer le dijo que había una opción de empleo en una empresa de salud que estaba atendiendo pacientes sospechosos de covid-19. Berni se presentó a la entrevista. Le preguntaron más o menos lo mismo que al médico Orozco: ¿Está dispuesto a trabajar luchando contra esta pandemia sabiendo lo peligroso que es? Berni tampoco lo dudó. “Dije que sí. Mi razonamiento fue: el mundo nos está necesitando y yo necesito el trabajo. Hagámosle”. Desde entonces, este enfermero jefe hace parte de un equipo médico que va de casa en casa, por todo Bogotá, tomando muestras y ayudando en la atención de personas que presentan síntomas.

Tanto a Orozco como a Berni sus empleadores les están suministrando sin falta los implementos de protección: trajes antifluido, guantes, mascarillas, gafas aislantes. Aunque ambos se sienten confiados, saben que este virus es tan contagioso que en cualquier momento pueden contraerlo. “Soy joven, no tengo otras enfermedades, no fumo ni he consumido otras sustancias –dice Orozco–. Cuando me dé, creo que no me va a matar”. “No me puedo descuidar en los procedimientos –asegura Berni–. No tengo mucho temor a contagiarme. Mi temor es contagiar a mi familia”.

*Periodista.

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