"En Putumayo los cultivos de coca se han ido reemplazando por chontaduro." | Foto: Cortesía Ministerio de Agricultura

PAZ

“La plata de la coca es plata maldita”: Miguel Samper

Muchos campesinos dejaron atrás los cultivos ilícitos y ahora, gracias al programa Formalizar para Sustituir (de la ANT), siembran productos legales, en paz, y en sus propios predios.

3 de mayo de 2018

Luis Hernando Otaya no tiene los ojos claros, pero sí cristalinos. Su mirada, sus arrugas y sus manos dan cuenta del rigor y del esfuerzo que ha significado para él trabajar en los campos colombianos. Con mucho esfuerzo y con la ayuda de su azadón, de la tierra y las frutas que cultiva, convirtió en profesionales a sus cinco hijos y, para satisfacción de él, todos trabajan en temas relacionados con el agro.

Hoy, este campesino de 65 años mira con orgullo el pasado. En su memoria aún está grabada una frase que escuchó de su padre: “La plata de la coca es plata maldita, está untada de sangre”. Otaya jamás cultivó la llamada ‘mata que mata’. Muchas veces pasó necesidades y se sintió tentado, pero nunca cayó.

En cambio, a Esneida Narváez nadie le advirtió que sembrar coca significaba sembrar miseria. Al igual que Otaya, ella es del Putumayo. Junto a su esposo, Domingo Harold Delgado, estuvieron dedicados a este cultivo ilícito por más de diez años. En 1999, cuando comenzó el Plan Colombia, el gobierno de entonces erradicó sus plantaciones y vinieron tiempos difíciles para la familia. “Uno ve en el mundo cómo cada vez más jóvenes caen en las drogas y uno tiene muchachos”, dijo Narváez, de 45 años y quien con cierto rubor reconoció que, “de una u otra forma, uno estaba ayudando a que esos muchachos (drogadictos) se perdieran”.

Pero la familia superó las dificultades. El chontaduro se convirtió en su gran aliado. Ahora viven mejor y con esperanza. Quizás en su casa no tienen las comodidades que quisieran, pero viven tranquilos y, como ella lo dice, la tranquilidad no tiene precio.

Aunque Narváez y Otaya no se conocen, la tierra los ha unido desde siempre. Ambos nacieron en la misma región y juntos son beneficiarios del programa Formalizar para Sustituir, una apuesta para convertir a familias excocaleras y a familias que se resistieron al cultivo ilegal, en propietarias de sus tierras, siempre y cuando asuman el compromiso de decirle no más a la coca pues la resiembra podría acarrearles la extinción del dominio sobre su propiedad.

Esta iniciativa ha resultado totalmente exitosa. A la fecha, ninguno de los formalizados ha vuelto a sembrar cultivos ilícitos, y se han beneficiado 8.300 familias campesinas, en 31 municipios focalizados, de 14 departamentos: Antioquia, Cauca, Córdoba, Caquetá, La Guajira, Putumayo, Nariño, Norte de Santander, Cesar, Arauca, Chocó, Tolima, Meta y Guaviare.