El periódico nació el 12 de mayo de 1981 con el lema ‘Rionegro primero, Rionegro después’. | Foto: Archivo particular

CRÓNICA

Así se fundó El Rionegrero, un periódico local inspirado en la libertad y la democracia

Ésta es la historia de un periódico de provincia, “humilde pero altivo”, como lo califica su fundador y director, quien escribe estas líneas como homenaje a los 36 años del medio.

Jairo Tobón Villegas*
27 de noviembre de 2017

Desde niño alimentaba la ilusión de tener mi propio periódico en Rionegro, como lo hizo mi padre, quien me fue llevando, lento y cauteloso, por senderos que me conducirían hacia la meta final de ser periodista. Me encaminó a aprender el arte de Gutenberg. Me eran familiares los tipos en plomo, las galeras, los chibaletes de la impresión tipográfica. El sueño del periódico propio seguía vivo y anhelaba dirigirlo en permanente contacto con mis coterráneos.

Cuando partí en busca de otros horizontes, mi padre me mantenía informado sobre los acontecimientos de Rionegro y me enviaba el periódico La Mañana, fundado por él y cedido a varios periodistas rionegreros, y en el que desempeñaba gratis el cargo de jefe de redacción. Entonces vivía en una especie de bohemia. Prácticamente mi oficina era una mesa en el Estadero Las Delicias, donde pasaba días y noches como si fuera un Toulouse Lautrec: pintaba, escribía, esculpía y hacía caricaturas. Allí fue la gestación y se dio la primera época del periódico.

Para su financiación me ayudó el valioso premio que en efectivo obtuve en el concurso radial de RCN ‘Los Catedráticos’, en el que sorprendí a los eruditos Antonio Panesso, Juan de Garganta, Gonzalo González y otros con una pregunta que no contestaron sobre el Rafael Pombo historiador, hecho que me abrió las puertas de la Academia Antioqueña de Historia.

El 12 de mayo de 1981 circuló por fin el periódico El Rionegrero. Fue un parto-realidad que recibí con gozo. Al llegar a la casa con los paquetes de aquella edición, le entregué un ejemplar a mi madre. “¡Cuánto habría gozado tu papá!”, dijo. El periódico nació con el lema ‘Rionegro primero, Rionegro después’. Ese día de júbilo la gente comprendió el esfuerzo y aceptó con agrado los ejemplares que se distribuyeron en los puestos de venta, en el comercio y en oficinas públicas.

La edición número uno tuvo artículos y comentarios variados, llenos de humor y sátira, y las columnas ‘Salpicón’, notas picantes, breves, escritas para el regocijo y para pensar. ‘Las cartas de amor’, redactadas con lenguaje campesino, han sobrevivido hasta hoy por su gran aceptación.

La primera impresión de 1.000 ejemplares la hizo Uryco, en impresora plana, por pliegos que luego se intercalaban lentamente a mano; 12 páginas de 28 centímetros de ancho por 42,5 de alto, y con la primera y la última a color. Recuerdo que el titular del editorial fue ‘Rionegro primero, Rionegro después’, y hacía referencia a la importancia de la prensa en la sociedad.

También viene a mi mente algo curioso: Reinaldo Ramírez fue agente de avisos en Medellín y corresponsal; él, ingenuamente, traía los borradores en forma muy cómica: “El fallecido murió de muerte natural” o “fue enterrado después de muerto” en la iglesia de la Veracruz, y cosas por el estilo que formaban parte de un inolvidable proceso de aprendizaje.

La primera edición tuvo 28 avisos pagados y dos de cortesía con valores que iban desde 200 hasta 4.000 pesos. Los ingresos fueron de 31.600 pesos y una utilidad de 9.000, suma importante para entonces, lo que empezó a marcar la pauta como un medio autosostenible gracias a su éxito entre la población y los anunciantes. En 1986 llegó a mi vida Luz Stella Serna, con quien he luchado para mejorar la imagen y las finanzas del periódico.

En sus 36 años, el diario ha evolucionado positivamente al ritmo de la tecnología. Del linotipo y la prensa plana pasamos a la rotativa de El Colombiano, donde ahora se imprimen 15.000 ejemplares certificados, cifra aún no igualada por medio alguno en la zona. Hoy, además, tenemos un equipo de trabajo eficiente y leal para que El Rionegrero llegue a sus clientes y lectores como un producto de calidad.

Nuestro medio se distribuye en puestos de venta, en Rionegro y el altiplano del Oriente antioqueño, en el comercio y en la industria, puerta a puerta, en barrios y veredas, y aunque a través de los años hemos publicado informaciones sobre hechos de corrupción, en este municipio siempre ganan los malos, contrario a lo que sucede en las películas de vaqueros.

También hemos pasado horas amargas. Tuvimos contradictores que nos demandaron por injuria y calumnia, gente que quiso callarnos u obligarnos a mirar hacia otro lado, sin conseguirlo, por supuesto. En uno de esos casos específicos, un juez parcializado me envió a la cárcel ocho días y todo el equipo del periódico recibió de parte de la comunidad una gran solidaridad, representada en una caravana y a través de bellas palabras que nos animaron a seguir adelante sin claudicar.

Nuestro aporte a la sociedad ha sido reconocido mediante homenajes y condecoraciones por la Asamblea de Antioquia, la Alcaldía y el Concejo de Rionegro, la Academia Antioqueña de Historia, el Club Rotario, el Club de la Prensa, Cornare, la Cámara de Comercio y Fenalco, entre otras entidades.

El Rionegrero es el último superviviente de aquellos radicales de libertad, democracia y política sana que se inspiraron en la Constitución de Rionegro de 1863.

*Periodista e historiador.