Hay momentos en la vida que pese a estar rodeados de personas no se siente la compañía y el sentimiento de soledad pueden aparecer. Es en estos momentos cuando es necesario recordar que Dios siempre está presente.
Es necesario recordar que hay una diferencia en estar a solas y a gusto con ese momento íntimo y cuando se convierte en sentirse solos. Es en este último cuando es necesario hacer un alto en el camino, estudiar las causas, buscar ayuda profesional y no olvidar que Dios está y se puede recurrir a él en estas situaciones.
El portal de la Biblia On expone que “sin embargo, si amas a Jesús y lo has aceptado como tu Señor y Salvador, puedes estar seguro de que nunca estás solo. ¡Dios está contigo en medio de cualquier circunstancia y situación! No lo dudes”.
Salmo 27:10
“Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el SEÑOR me recibirá en sus brazos”.
Isaías 55:1-6
“55 A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.
2 ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura.
3 Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David.
4 He aquí que yo lo di por testigo a los pueblos, por jefe y por maestro a las naciones.
5 He aquí, llamarás a gente que no conociste, y gentes que no te conocieron correrán a ti, por causa de Jehová tu Dios, y del Santo de Israel que te ha honrado.
6 Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano”.
Lamentaciones 3:19-22
“Recuerdo mi tristeza y soledad, mi amargura y sufrimiento; me pongo a pensar en ello y el ánimo se me viene abajo. Pero una cosa quiero tener presente y poner en ella mi esperanza: El amor del Señor no tiene fin, ni se han agotado sus bondades”.
Lc. 10.21-22
25 “En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.
26 Sí, Padre, porque así te agradó.
27 Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.
28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.
30 porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”.