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PANELA VS. DIETA BALANCEADA

Más allá de los resultados, la Vuelta del Porvenir fue una muestra de la capacidad de los ciclistas colombianos.

18 de octubre de 1982

La Vuelta del Porvenir fue el encuentro de dos culturas. Primera cultura: ciclistas que lo tienen todo si demuestran sus condiciones y su vocación. Segunda cultura: siete escarabajos de bigote incipiente y ojos pequeños quienes, a pesar de sus dirigentes, de la agresividad de los choferes colombianos y de la falta de recursos, se las arreglan para montarse en una bicicleta en sus ratos libres.
Y cuando las dos culturas se encuentran en las carreteras europeas en el circuito amateur más famoso del mundo, el representante de la primera cultura, con el prestigio de una institución sobre su pecho, y en sus músculos el fruto de una alimentación balanceada desde el primer día de la vida, descubre que es el del bigote ralo quien le enseña el camino. Al igual que los elefantes de Aníbal que desafiaron a Roma, el "pequeño insolente" no respeta los Alpes. Porque en su vereda, situada en medio de los Andes, las carreteras son de tierra, no existen los túneles y para atravesar una montaña toca subir hasta el alto y luego bajar. Y cuando el europeo se entera del agua de panela, de las flotas que lo encierran en las curvas cuando practica en las carreteras de Colombia y del oportunismo de unos dirigentes que improvisan cada decisión, no le queda más remedio que buscar una palabra que simbolice ese algo mágico capaz de echar por tierra las teorías tácticas de los soviéticos, de los alemanes y de los checos, ese algo que convierte los años luz que separan las infraestructuras en los escasos segundos que deciden si ganan el de Europa o el de Colombia.
Más allá de los resultados, que también dependen de pinchazos, de caídas y de errores tácticos que, en un instante, pueden llevarse por delante las hazañas logradas en etapas anteriores, más allá del frío veredicto de los cronómetros está esa enorme capacidad para generar asombro que despliegan los ciclistas colombianos.
Se adueñan de las montañas en una lucha que deben encarar solos. Sin alianzas posibles en un territorio extraño y demasiado apacible, son capaces de pelear cada ascenso y de cambiar la cara al estilo mecánico de las competencias europeas.
En 1982 los nombres, los famosos se quedaron en casa. En cambio vino un equipo nuevo del que nadie esperaba gran cosa. Un equipo de humildes conformado por los peones de Niño, de Parra y de Patrocinio. Pero al cabo de las etapas se comprobó que el ciclismo colombiano no depende de los nombres, porque sobran los hombres.
Para comprobar que lo anterior no es fruto del tropicalismo (el que se las arregló para que los colombianos creyeran a ciegas la historia del campeón mundial que Barranquilla le ofreció a Colombia semanas antes de la pelea Miranda-Laporte) vale la pena recordar que en Francia se destacó la actuación colombiana en la etapa que ganó López y la contrarreloj disputada, al día siguiente, como el hecho más destacado de la semana en el deporte mundial. Y que los organizadores del Tour de France, la prueba ciclística por etapas más importante del mundo, han dicho que si permiten la presencia de aficionados el próximo año, invitarán a los colombianos porque son los únicos ciclistas aficionados capaces de pelearle la supremacía en los Alpes a los monstruos sagrados del ciclismo mundial.
Por eso, más allá de los resultados, queda en Europa una imagen, queda el respeto por una raza de hombres capaces, cada año, de reeditar con gente nueva los logros de otros antecesores. En el 80 fue Flórez; en el 81 Patrocinio y el Sammy Cabrera. Este año fueron otros los desconocidos que asombraron en Francia, los que dejaron allá arriba el nombre de Colombia. Una vez más quedó demostrado que es el ciclismo el deporte número uno de nuestro país.
Y aunque los dirigentes de nuestro ciclismo sigan jugando alegremente con el prestigio y con el futuro de este deporte, queda la absoluta certeza de que en la mente de cada mensajero, de cada jardinero, de cada colombiano que le deba todo a su bicicleta, existe un hombre capaz de desafiar la adversidad, un hombre dispuesto a recorrer escarpados caminos para hacerse miembro de esa estirpe admirable de los ciclistas colombianos.