FINANCIERO

¿La banca sí está prestando plata?

Las autoridades y los expertos están atentos a lo que ocurra con la cartera bancaria. Es necesario evitar un deterioro en las cifras.

12 de noviembre de 2020

Los ojos de muchos están puestos en la situación de la banca, no solo en Colombia sino en todo el planeta. Que lleguen créditos y recursos de inversión a las unidades productivas es fundamental para que la economía logre un estartazo más sólido en los próximos meses.

Aun así, la preocupación entre las autoridades y los expertos sigue siendo profunda: ¿De qué tamaño será el impacto de la pandemia en los balances de las entidades financieras? ¿Hasta dónde se verá afectada la cultura de pago, que es uno de los principales activos de los colombianos?

Esas son algunas de las preguntas que muchos se hacen ahora mismo. ¿Qué tan preocupante es el panorama?

Lo que dicen las cifras

En una primera instancia, el reporte de la Superintendencia Financiera muestra que sí ha habido crédito por parte de los bancos durante las cuarentenas. Desde el 20 de marzo hasta el 23 de octubre pasado, se realizaron 155 millones de operaciones que representaron desembolsos por $188,2 billones. Cada semana, el promedio de desembolsos ha estado cercano a $7,5 billones.

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Lo más esperanzador es que los desembolsos se entregan principalmente a las empresas: de la cartera nueva total, $118,84 billones son para unidades productivas y $2,54 billones para microempresas. Esto representa prácticamente el 65% del total de la cartera. El resto de desembolsos ha sido para personas a través de tarjeta de crédito y créditos de consumo por un total de $59,5 billones y unos $7,3 billones distribuidos entre hogares VIS y no VIS.

Así, es posible concluir que, a pesar de que se impactó la actividad económica, la labor de los bancos se ha mantenido activa en la medida de lo posible. Por el lado de las tasas de interés, paulatinamente se nota un descenso en el costo de los créditos, según las propias cifras de la Superfinanciera.

En el informe con corte a 23 de octubre, esta autoridad informó que “las tasas de interés promedio de las diferentes modalidades de crédito correspondientes al periodo de aislamiento registran una reducción frente a las tasas de interés promedio de inicio de 2020 y del período previo al inicio del aislamiento”.

Esta caída es más pronunciada en los créditos de tarjeta de crédito corporativa, los préstamos de consumo de bajo monto, los préstamos de tesorería y los de tarjeta de crédito de personas naturales. En estos rubros, los menores costos del dinero van desde 214 puntos básicos (pb) hasta 350 pb.

¿Todo es color de rosa?

Eso no quiere decir que todo vaya bien con el sistema financiero y, por eso, es necesario que las autoridades sigan atentas a la evolución de los principales indicadores.

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Las cifras a agosto sobre el comportamiento de la cartera muestran un paulatino deterioro en la calidad de los activos del sistema.

Según ese informe, la cartera en mora a agosto de este año ya había crecido un 12,7%, lo que llevó el indicador de cartera vencida contra cartera bruta al 4,4%. Este indicador todavía está en niveles aceptables, si se tiene en cuenta que en algún momento de 2018 llegó a estar cerca del 5%. No obstante, preocupa la tendencia, pues a mediados del año el indicador estuvo cerca del 3,8%; así, en los últimos meses el deterioro fue prácticamente de un punto porcentual, algo que debe encender las alertas.

Es claro que todo dependerá de la forma en que los hogares logren recuperar la actividad económica en los próximos meses. Ahí está el quid del asunto.

El Gobierno estableció un marco más flexible para que las entidades financieras ayudaran a sus deudores a cambiar las condiciones de sus créditos. A este proceso se le conoce como Programa de Acompañamiento a Deudores (PAD). Cada entidad ha tenido que diseñar un programa para ofrecer esas nuevas condiciones, que estarán vigentes hasta el 31 de diciembre próximo.

Dichas condiciones están basadas en el objetivo de lograr mayores plazos y menores tasas de interés, sin que eso signifique un deterioro en el nivel de riesgo crediticio de los deudores.

Hasta el momento han accedido a estos beneficios 1,4 millones de usuarios, por un monto total de cartera de $25,5 billones.

La mayor porción de los créditos a los que se les ha aplicado esta estrategia están en las modalidades de libre inversión, tarjeta de crédito, libranzas, créditos rotativos y leasing, entre muchos otros.

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En este frente es donde los bancos están enfrentando un enorme desafío, porque las nuevas condiciones de crédito deben facilitar el flujo de caja para los deudores que están pasando por dificultades.

Eso implica modificar radicalmente el análisis de riesgo, pues en muchos casos las personas afectadas por la pandemia quedaron sin empleo o son propietarios de negocios que se vieron afectados por los cierres. Así, sus garantías y colaterales, o bien desaparecieron o están reducidos.

Plazos superiores a los establecidos tradicionalmente (los bancos tenían como plazos máximos hasta antes de la pandemia cinco años para créditos de consumo) deben formar parte de la nueva estrategia. En este frente nadie puede cantar victoria aún, porque es necesario esperar los informes sobre deterioro de la cartera que se den en la última parte del año.

Con la amenaza de una segunda ola, es claro que se necesita de vigilancia: en Europa ya han tenido que hacer segundos cierres de la economía por cuenta del aumento de los casos de contagio. Si eso ocurre en Colombia, podría ser un golpe duro para los deudores de la banca: cualquier cierre de la actividad económica representa, en estricto sentido, un cierre del flujo de ingresos para buena parte de la población.

Así que el Gobierno y la banca deben tener plan B y plan C para cualquier eventualidad.

Hasta el momento, es claro que el sistema financiero ha puesto de su parte para impedir mayores presiones en los balances de los hogares y las empresas.

Las cifras muestran que han venido haciendo la tarea en materia de desembolsos, a pesar de la enorme incertidumbre que ha generado la pandemia.

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No obstante, las cifras de deterioro en la cartera se pueden poner más complicadas al cierre de año y, si se adopta la estrategia equivocada, podría significar poner contra las cuerdas a muchas personas y empresas.

En este frente no hay espacio para equivocaciones. Aún sigue siendo mucha la incertidumbre y en esta pelea nada está ganado. La batalla continúa.