El efecto de covid-19 se define en varias dimensiones: la enfermedad que produce y su impacto en el sistema de salud, el golpe económico y las políticas públicas para enfrentar la situación. | Foto: Afp

INFORME ESPECIAL

Cuál es el imperativo de esta época de coronavirus

Hay que encontrar una solución para el virus y para la economía, y esto empieza por combatir la enfermedad. ¿Cuáles son los escenarios en el futuro y cómo volver a abrir la economía? Análisis de McKinsey & Company.

22 de abril de 2020

Todo ha cambiado. Hace apenas unas semanas, todos estábamos ocupados, viviendo nuestras vidas. Ahora lo que dábamos por sentado –salir una noche con amigos, ir al trabajo, montarnos en un avión– ya no es posible. Los informes diarios sobre el aumento en los contagios y muertes generan angustia y las pérdidas personales nos sumen en dolor. Reina la incertidumbre sobre el futuro, sobre la salud y la seguridad de nuestros seres queridos, y sobre nuestra capacidad de vivir como nos gusta.

Según múltiples fuentes, y de acuerdo con nuestro propio análisis, el impacto de los esfuerzos para suprimir el virus puede ser el mayor golpe que hayamos sufrido en casi un siglo. En Europa y Estados Unidos, las cuarentenas y otros esfuerzos para controlar el virus pueden llevarnos a la mayor caída trimestral de la actividad económica desde 1933. Esto no tiene que ver con el PIB o la economía: tiene que ver con nuestra vida y nuestra forma de ganarnos el sustento.

Actualmente, la única manera comprobada de contener el virus, después de que se ha propagado en una comunidad, es a través de cuarentenas obligatorias y distanciamientos físicos, haciendo miles de pruebas y rastreando las cadenas de contagio. China, Japón, Singapur y Corea del Sur han demostrado que estas medidas pueden detener la propagación del virus y permitir la reanudación de la actividad económica, al menos hasta cierto punto.

El transporte aéreo de pasajeros, así como el turismo y los servicios de restaurantes y espectáculos posiblemente tarden en repuntar.

Al mismo tiempo, los líderes mundiales y locales están considerando el impacto económico de estas medidas. ¿Qué sucederá si muchas empresas e industrias dejan de operar o tienen que reducir su actividad de forma significativa? ¿Durante cuánto tiempo podemos hacer eso? ¿Qué tan profundo puede ser el impacto económico que somos capaces de soportar sin causar un sufrimiento que nuestras sociedades no podrían o no están dispuestas a aguantar?

El impacto de las cuarentenas

Estamos aprendiendo lo que sucede durante un confinamiento largo: la actividad económica se reduce con una severidad mayor de la que cualquiera de nosotros haya visto. Las personas no compran nada más que las cosas esenciales.

Según cálculos de McKinsey, los consumidores podrían dejar de hacer entre 40% y 50% de sus gastos discrecionales. En cualquier recesión caen las compras no esenciales (tales como carros y electrodomésticos) y aumenta el ahorro ante la incertidumbre. Pero la pandemia del coronavirus es distinta porque muchos también eliminarán el gasto en restaurantes, viajes y otros servicios que normalmente se reducen, pero no desaparecen.

Una caída en esos porcentajes de los gastos discrecionales se traduce, aproximadamente, en una reducción de 10% en el PIB, y eso sin considerar los efectos de segundo y tercer orden. Esto no solo es una situación que no tiene precedentes en la historia moderna, sino que es casi inimaginable hasta ahora.

Los gobiernos luchan para que sus sistemas de salud no colapsen y puedan atender con eficiencia la crisis.

La respuesta no puede ser que aceptamos que la pandemia va a hacer colapsar nuestro sistema de salud y que miles, sino millones de personas, van a morir. Pero ¿acaso puede ser que causemos un sufrimiento potencialmente mayor al arruinar de forma permanente nuestra economía?

Cómo limitar la incertidumbre

El coronavirus es un enemigo invisible pero pernicioso. Por eso debemos tratar de limitar la incertidumbre mediante la razón y con soluciones enmarcadas en un número definido de escenarios posibles.

El impacto de la covid-19 se describe en la economía mundial con base en dos dimensiones que definirán los resultados de esta crisis. Por un lado, el impacto económico de la propagación del virus: las características del mismo y la enfermedad que produce, tales como las formas de contagio y las tasas de mortalidad, y la respuesta del sistema de salud pública, como las cuarentenas, la prohibición de viajar, el distanciamiento físico, las pruebas masivas, el rastreo de contactos, la capacidad del sistema de salud, la introducción de vacunas, entre otros.

Y, por otro, el impacto económico de las repercusiones de las respuestas de salud pública, como el aumento en el desempleo, el cierre de negocios, la quiebra de las empresas, el impago de los créditos, la caída de los precios de las acciones, la volatilidad del mercado, las vulnerabilidades del sistema financiero; la respuesta de las políticas públicas para mitigar estas repercusiones, es decir, las políticas para impedir las quiebras generalizadas, los auxilios para quienes pierden su trabajo, la protección del sistema financiero y la viabilidad de los sectores más golpeados.

En términos de la propagación del virus y la respuesta del sistema de salud pública, vemos actualmente tres “arquetipos” de intervención y resultados. (1) Una fuerte respuesta del sistema de salud pública logra controlar la propagación del virus en cada país en un plazo de dos a tres meses y el distanciamiento físico se puede ir relajando gradualmente en poco tiempo (como en China, Taiwán, Corea del Sur y Singapur). (2) La respuesta del sistema de salud pública funciona al comienzo, pero el distanciamiento físico debe continuar (regionalmente) durante varios meses adicionales para evitar el resurgimiento de otro brote viral. (3) La respuesta del sistema de salud pública no logra controlar la propagación del virus durante un período extendido de tiempo, que puede ser hasta que esté disponible la vacuna, o se alcance la inmunidad colectiva.

En términos de las repercusiones y la respuesta de las políticas públicas, anticipamos tres niveles de eficacia. Ineficaz, en el que las dinámicas de la recesión empiezan a hacer efecto; se producen quiebras e impagos de deudas; hay una potencial crisis bancaria. Parcialmente eficaz, en donde las políticas públicas compensan hasta cierto punto el daño económico y se evita una crisis bancaria, pero los altos niveles de desempleo y el cierre de empresas opacan la recuperación. Y muy eficaz en el que la fuerte respuesta de las políticas impide el daño estructural de la economía; una fuerte recuperación después de controlar el virus permite que la economía regrese a los niveles precrisis, según las reglas básicas de la economía.

Al combinar los tres arquetipos de propagación del virus y los tres grados de efectividad de las políticas económicas, se definen escenarios para el próximo año o un poco más.

Muchas personas esperan que se materialicen escenarios en los que la propagación de covid-19 logra controlarse y se evita un daño estructural de la economía. Estos escenarios describen un promedio mundial, aunque los detalles variarán inevitablemente de un país a otro y de región a región. Pero estos escenarios llevan a recuperaciones en forma de V o de U.

También se pueden concebir otros escenarios más extremos. No se puede descartar un “cisne más negro que todos los cisnes negros”, que produzca un daño estructural en la economía, debido a la propagación del virus durante más de un año –hasta que se disponga de una vacuna–, combinado con la ausencia de políticas que impidan las quiebras a escala mundial, el desempleo y una crisis financiera.

Si se aplican los protocolos correctos, las restricciones del confinamiento pueden ser levantadas gradualmente más temprano que tarde.

Sin embargo, todavía hay poca información sobre la probabilidad de los escenarios más extremos, por lo que nos concentraremos en los que son más tangibles por ahora.

Cómo se podrían desarrollar los hechos

Con un poco de suerte, China sufrirá una aguda pero breve desaceleración y recuperará relativamente rápido los niveles de actividad que tenía antes de la crisis. Aunque se espera que el PIB tenga una fuerte caída en el segundo trimestre de 2020, ya se están observando algunas señales de vida normal en Pekín, Shanghái y la mayoría de las ciudades por fuera de Hubei.

En este escenario, el virus en Europa y Estados Unidos sería controlado de manera efectiva tras dos o tres meses de cierre económico. Las políticas monetarias y fiscales mitigarían algunos de los perjuicios económicos, de forma que se podría esperar el inicio de una fuerte recuperación a finales del segundo trimestre de 2020.

Pero aun en este escenario optimista, todos los países sufrirían fuertes caídas del PIB en el segundo trimestre, muchas de ellas históricamente inéditas. El gasto de los consumidores en las economías más avanzadas representa, aproximadamente, dos tercios de la economía, y cerca de la mitad de este es gasto discrecional. Los datos en tiempo real sugieren que el gasto en bienes –entre otros, en automóviles– en áreas afectadas por los cierres podrían caer de 50% a 70%; el gasto en vuelos aéreos y transporte podría caer cerca de 70%, y el gasto en servicios tales como restaurantes podrían reducirse de 50% a 90%. En general, el gasto discrecional de los consumidores podría caer abruptamente hasta en 50% en áreas en cuarentena.

Aunque el aumento en el gasto público ayudaría a compensar parte del impacto económico, no será suficiente. Calculamos que en el segundo trimestre de 2020; y se espera que las principales economías de la Eurozona arrojen cifras similares cuando todo acabe. Para poner esto en perspectiva, la caída trimestral más grande en el PIB durante la crisis financiera del periodo 2008-2009 tuvo un ritmo anualizado de 8,4% en el cuarto trimestre de 2008. El ritmo de reducción superaría de lejos cualquier recesión que hayamos visto desde la Segunda Guerra Mundial.

Cómo proteger nuestra vida y nuestro sustento

Para resolver el problema de cómo salvar vidas sin destruir nuestro sustento, debemos encontrar maneras para que las cuarentenas puedan romper la trayectoria del virus en el menor tiempo posible. Podremos medir la eficacia de los confinamientos por su capacidad para controlar la propagación de covid-19.

Los países del este asiático han demostrado que esto se puede hacer a través de medidas de confinamiento estricto, vigilancia y monitoreo. Sin duda, adoptar estas medidas en Occidente es todo un reto, pero tenemos que actuar de forma decidida si queremos quebrar el impulso del virus.

Proponemos movernos mucho más rápido para establecer protocolos de conducta amplios y claros que les permitan a las autoridades levantar algunas de las medidas de confinamiento total que están ahogando hoy nuestra forma de ganarnos la vida. Esto solo puede funcionar si también encontramos mecanismos aceptables de aplicación, de forma que no corramos el riesgo de plantear exigencias socialmente inaceptables.

Los protocolos son pautas sobre el funcionamiento de las empresas y cómo ofrecer servicios estatales bajo condiciones de pandemia. Algunos de estos protocolos ya están en uso. ¿Tal vez podrían adoptarse de forma más amplia?

Estos protocolos no pueden ser estáticos. Por lo general, los confinamientos actuales son adoptados de manera uniforme por todo el mundo, en todas partes, independientemente de los riesgos específicos de infección. ¿Qué tal imaginar un mundo en el cual, con base en el profundo entendimiento de los riesgos de infección, se pudieran implementar conjuntos de protocolos hechos a la medida y con diferentes niveles de rigor para cada ciudad y cada vecindario?

Estos protocolos dinámicos son técnicamente posibles. La tecnología y el análisis de datos pueden ayudar a rastrear y a predecir los niveles de amenaza de la infección en segmentos y áreas de población vulnerable; los protocolos y las intervenciones de salud pública se pueden ajustar de manera dinámica para ofrecer protección cuando y donde se necesite.

Con esos protocolos, las cuarentenas podrían levantarse más rápido, para más gente y en más lugares, mientras siguen manteniendo la efectividad de las intervenciones del sistema de salud pública para controlar el virus. También es esencial contar con una mayor disponibilidad de equipo de protección y kits de pruebas.

Mecanismos aceptables de aplicación

Esta es la parte más difícil. ¿Cómo logramos que todos acepten las consecuencias de implementar esos protocolos de conducta? Las áreas sensibles son múltiples y tienen que ver, entre otras, con nuestras libertades personales, el derecho a la privacidad y un acceso justo a los servicios. No hay respuestas únicas. En cada país, la gente tendrá que trabajar en conjunto para encontrar maneras de aplicar los protocolos que se ajusten a su situación y sus circunstancias específicas. Pero no hay que equivocarse: el punto de partida no serán las normas sociales anteriores a la aparición de covid-19; serán las cuarentenas obligatorias de muchos países.

En Hong Kong, el Estado ha extendido las pruebas de covid-19 a todos los pasajeros que llegan a su territorio. Esto permitirá que viajeros asintomáticos que tengan la enfermedad puedan recluirse en sus casas. Pero debido al alto riesgo de futuros contagios, el país requiere que estas personas usen brazaletes electrónicos para “geolocalizarlos” en su casa. El cumplimiento de la norma se refuerza con la amenaza de largas condenas en prisión si hay infracciones.

Es necesario desarrollar y reforzar protocolos que permitan levantar, lo más pronto posible, algunas de las medidas más estrictas en lugares específicos. Y, para que eso suceda, cada gobierno necesitará encontrar maneras eficaces y socialmente aceptables de imponer estas medidas y los nuevos protocolos.

¡Un plan ya!

La capacidad para salir de esta crisis dependerá principalmente de la conducta de cada uno de nosotros. Los confinamientos iniciales e inmediatos son necesarios para romper la curva de propagación del virus y salvar vidas. Con la aplicación de los protocolos correctos, las restricciones del confinamiento pueden ser levantadas gradualmente más temprano que tarde.

¿Puede el mundo desarrollar estos protocolos lo suficientemente rápido y contar con la aceptación social para aplicarlos? Si es así, deberíamos ser capaces de controlar el virus, suavizar la inevitable crisis económica para mantenerla en niveles sostenibles y proteger nuestra vida y nuestro sustento. Ese es el imperativo de nuestra época.

(Puede consultar en artículo completo en www.mckinsey.com).

Autores: Sven Smit, socio sénior de la oficina de McKinsey en Ámsterdam; Martin Hirt, socio sénior de la oficina en China; Kevin Buehler, socio sénior de la oficina en Nueva York; Susan Lund, socia de la oficina en Washington D.C; Ezra Greenberg, socio asociado experto de la oficina en Stamford, y Arvind Govindarajan, socio de la oficina en Boston. Traducción: Patricia Torres.