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Por ahora, Putumayo y Valle del Cauca producen más sacha inchi en el país. | Foto: iStock

AGROINDUSTRIA

La planta que le quita terreno a la coca en Colombia

Sacha inchi, una nuez milenaria pero desconocida, se convierte en una alternativa de reemplazo para los cultivos ilícitos. Aún pocos la siembran, aunque hay gran potencial.

21 de febrero de 2019

En plena era de los superalimentos aparece una nueva oportunidad de negocios para el campo y, en especial, para las zonas más afectadas por los cultivos ilícitos.

Se trata del sacha inchi, también conocido como el maní de los incas, cultivado tradicionalmente en la amazonia peruana, colombiana y ecuatoriana. Sus propiedades excepcionales, pues contiene uno de los niveles más altos de omega-3 en un vegetal, lo han convertido en un alimento de moda, así como en un insumo clave para la industria cosmética .

Su demanda global y la poca oferta (Perú es el principal productor) han rentabilizado este cultivo. Tanto, que podría sustituir con ventaja los cultivos ilícitos, como la coca.

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Una planta de sacha inchi empieza a producir a los 7 meses de sembrada, dos meses más que la coca. Y por la producción de una hectárea un campesino puede recibir entre $15 millones y $18 millones, frente a $20 millones de la coca, lo que lo convierte en un verdadero sustituto.

Nanny Katharina Bahnsen  CEO de Inca Worldwide

Nanny Katharina Bahnsen preside Inca Worldwide, firma que promueve el sacha inchi en el país y lo industrializa para exportación. Ella explica que otros cultivos con los que han buscado sustituir ilícitos tardan mucho en producir la primera cosecha (como cacao o café). Pero el sacha inchi no solo produce pronto, sino que, a diferencia de la coca, que hoy se cosecha cada tres meses, este produce cada mes.

Inca Worldwide les compra la cosecha a unos 2.200 campesinos en Antioquia, Chocó, Cundinamarca y Guaviare, lo que equivale a unas 280 hectáreas.

Cifras del Ministerio de Agricultura indican que en el país hay unas mil hectáreas sembradas, de las cuales 685 producen actualmente. El Putumayo y el Valle del Cauca tienen más área sembrada que el resto de departamentos.

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En Antioquia el cultivo está creciendo y ya hay 115 hectáreas sembradas. De hecho, la Gobernación destinó dinero de las regalías para que las universidades Eafit, Nacional y Bolivariana realizaran un estudio acerca de las potencialidades del cultivo en el departamento.

Jaime Garzón, secretario de Agricultura de Antioquia, sostiene que este producto puede ser una línea importante para el departamento. Por eso, quieren promoverlo de forma ordenada, tras analizar la vocación de la tierra de las nueve regiones de Antioquia.

Se han dado cuenta de que funciona en municipios afectados por el conflicto, como algunos del Magdalena Medio y del Bajo Cauca. Por eso le propusieron al Alto Comisionado para la Paz considerar al sacha inchi no solo como cultivo de sustitución, sino para promover la paz.

¿Cómo se consume?

La planta de sacha inchi genera tres productos principales: almendra, aceite y torta. Por sus propiedades se le considera un muy buen sustituto del aceite de linaza y del aceite de pescado (tiene 17 veces más omega-3 que el salmón). En proteína sustituye a la soya, el huevo y los lácteos y está en la creciente categoría de los nutracéuticos, es decir, los productos medicinales fabricados con ingredientes naturales.

En cuanto al uso cosmético, el aceite de sacha inchi sirve para cuidar la piel como antioxidante y la deja lisa y suave (sin grasa). Funciona muy bien como hidratante. También se usa en cantidades moderadas para lavado y tratamientos para el cabello.

Todo ello se convierte en una oportunidad para que el país se enfoque en su cultivo, con otras naciones como China, que ya tienen 700.000 hectáreas sembradas, y también en su proceso industrial.

Inca Worldwide opera una planta en Turbo en donde procesa la sacha inchi de estrella, como se cosecha, a una semilla, que luego convierte en un pasabocas como el maní, harina, leche (como la de almendra o de soya), té y un alimento concentrado para mascotas.

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Bahnsen sostiene que han invertido ya US$1,5 millones en todo el proceso de acopio y producción de derivados y que ya tienen de clientes a supermercados naturistas en Estados Unidos. Les gustaría llegar a Corea o Japón, donde este tipo de productos son muy apreciados. En 2018 exportaron 239 toneladas de sacha inchi colombiana, principalmente a Perú, Ecuador, Panamá, Dinamarca y Países Bajos.

La ONG estadounidense ACDI/VOCA, que fomenta el crecimiento económico sostenible en comunidades vulnerables, en su capítulo colombiano destaca el trabajo de la asociación Agrosolidaria de Florencia (Caquetá).

Resalta que una de las virtudes de este cultivo es que germina pese a las duras condiciones del Amazonas—lluvias intensas, calor incesante, suelos ácidos—. Además, como planta perenne, produce cosechas durante todo el año, lo que significa que los productores han aumentado sus ingresos mensuales en casi 50%.

El modelo de negocio ha funcionado porque Agrosolidaria garantiza la compra de la totalidad de la cosecha a los productores. Y luego lo procesa para producir el aceite, que ya cuenta con registro Invíma, lo que facilita su exportación.

Con el sacha inchi Colombia puede avanzar en firme hacia una estrategia eficaz de sustitución de cultivos.

Negocio de moda

Aunque el sacha inchi es una planta milenaria que cultivaban los incas, en Colombia apenas lo conocen, mientras que cadenas estadounidenses de comida natural como Whole Foods lo tienen en sus estanterías. Este alimento de moda tiene nueve aminoácidos, lo que para los expertos implica que puede remplazar la carne. Ayuda con la presión arterial al fortalecer el corazón; reduce los índices de colesterol en la sangre; agiliza las funciones cerebrales ligadas a la memoria, inteligencia y racionamiento; sirve como antioxidante y, lo más importante, desde el punto de vista de los negocios, es que le atribuyen propiedades adelgazantes. Según una investigación de la agencia de inteligencia de mercados estadounidense Mintel Global New Products Database, el número de nuevos productos que contienen componentes denominados como superalimentos ha aumentado más de 200% entre 2011 y 2015. Además, prevé que sus ventas excedan los US$300.000 millones para 2020 solo en Estados Unidos.