Espacio de tertulia en el kiosco de Fortulee, 2017.
Especiales Semana

Las letras de la libertad

Con estrategias como tertulias literarias que hicieran crecer las ganas de dialogar, los habitantes de Fortul y Tame le abren la puerta a un diálogo que permita aceptar las diferencias y promueva la reconciliación.

18 de diciembre de 2020
Bendita pandemia

Más libros, más libres

Con estrategias como tertulias literarias que hicieran crecer las ganas de dialogar, los habitantes de Fortul y Tame le abren la puerta a un diálogo que permita aceptar las diferencias y promueva la reconciliación.

Fue hecho prisionero en un calabozo en donde le encarcelaron hasta el corazón, y la injusticia de su caso le había quitado la ilusión de vivir. Incluso, decidió quitarse la vida.

Ahora que vive, libre, en Fortul –uno de los siete municipios del departamento fronterizo de Arauca–, recuerda lo que sufrió este santandereano de nacimiento. Dice que mientras defendía su inocencia, el temor de no ser escuchado, los enfrentamientos entre miembros de diferentes grupos armados que estaban en la cárcel y los meses en prisión tuvieron efectos sobre él: dejó de comer y bajó de peso, pues había tomado la decisión de que no quería vivir más. Sin embargo, nunca recibió la sustancia con la que había planeado suicidarse y, a la vez, su hermano encontró ciertas maneras de que lo ayudaran en el interior del penal.

Una de ellas le salvó la vida: la lectura. Y el lugar en el que renació su ánimo y su esperanza fue la biblioteca de la cárcel, en donde le permitieron leer, aunque se impedía el intercambio de palabras y eso le inquietaba. “Allí encontré personas de diferentes patios y de diferentes grupos armados. Como estaba prohibido hablar, no había ataques. Entonces se me ocurrió proponerle a la directora de la biblioteca que todos socializáramos lo que estábamos leyendo, que cada uno contara algo de los libros que leía”, recuerda. Así surgió la tertulia ‘Mentes Libres’, que se llamó así para resaltar que, en la cárcel, se pierde la capacidad física de salir, pero no la de pensar.

Al mismo tiempo, participó en ferias de tertulias y logró que más de 700 internos se reunieran a dialogar y de esta experiencia surgió un pacto de no agresión dentro de la cárcel que permitió poner fin a la guerra y mejorar las relaciones entre los internos.

En 2009, ya en libertad y después de conocer a la psicóloga Patricia Uribe, decidió ponerle alas a la libertad. La pareja de esposos viajó entonces al municipio de Fortul, en donde conocían a algunos amigos y familiares. En el pueblo no solo cosecharon las semillas de la liberación, sino el interés por la suerte y la situación de niñas, niños y jóvenes en medio del conflicto armado, y también por la falta de espacios en donde se les acercara a los libros y se incentivara la lectura.

Investigaciones y análisis como los de la Fundación Ideas para la Paz resaltan que, desde hace más de tres décadas, los grupos armados ilegales de mayor presencia en Arauca han sido las Farc-Ep y el Eln. Tras la desmovilización paramilitar de 2005, estas guerrillas se enfrentaron por el control del territorio y esta disputa aumentó la violencia y debilitó, de paso, a ambos grupos armados.

Arte y cultura

Espacio de tertulia en el municipio de Tame, Arauca, 2018.

Con estas preocupaciones y con el poder de la tertulia en la mano, Álvaro y Patricia decidieron promover una iniciativa similar a la de la cárcel en la región. Para ello se acercaron a la biblioteca Seferino Cotrina, y le propusieron a la directora crear un conversatorio con cinco o diez personas que asistieran asiduamente al local, e institucionalizar el jueves como el día de la tertulia. Esas reuniones hicieron crecer las ganas de dialogar: a una de ellas llegó Juan Sanguino Santana, director de la emisora comunitaria Radio Antares del Oriente, del municipio, quien les propuso hacer programas radiales que, desde entonces, se emiten de 4 a 5 pm los sábados.

La iniciativa, que se denominó Fortulee, se ha mantenido gracias a la actitud decidida de sus creadores y a diferentes apoyos que han sido fundamentales, aunque no han faltado las dificultades. Algunos meses después de la creación de la tertulia, por ejemplo, dejaron de prestarles los espacios de la biblioteca. “Ante esa situación, dijimos: ‘Aquí no vamos a parar’. Y comenzamos a ir a las fincas y a los patios de las casas, adonde fuera. Tenemos grabaciones con tertulias en donde se escuchan más los grillos y las ranas que las palabras. Y empezamos a andar y la gente a responder: hasta nos prestaban una camioneta, aunque había días que nos tocaba en medio de la lluvia”, señala Álvaro González.

Sin embargo, hacía falta tener un lugar fijo adónde llegar, y fue el mismo Juan Sanguino quien cedió un lote, situado cerca de la emisora, en donde la pareja pudo construir un kiosco que, sin embargo, quedó pequeño con el tiempo. Entonces tuvieron que adaptar también una piscina en desuso que se encontraba en el mismo predio.

Cuando la emisora tuvo que cambiar de sede, Juan Sanguino les volvió a abrir espacio en un lote donde continuó viva la tertulia.

En la actualidad, por la situación de pandemia, ya no se hacen reuniones en este kiosco. Pero Álvaro y Patricia siguen llegando a las casas y a las fincas para mantener esa iniciativa de palabras que, literalmente, emana libertad.

Impacto positivo

A los dos meses de iniciado Fortulee, el grupo ya contaba con más de 30 contertulios. Gran parte de quienes empezaron y siguen asistiendo son menores de edad, a quienes Álvaro y Patricia lograron brindarles una opción de encuentro y desarrollo cultural.

Así, la pareja ha contribuido a que miles de niños, niñas y jóvenes vean la vida de otra manera aun en medio de la violencia, y que aprendan formas de diálogo, concertación y participación por medio de la lectura, todo dentro de un ambiente de escuchar al otro y de sentir afecto.

El agradecimiento y apoyo de varias personas de la región se debe también a que ven los efectos de esta iniciativa en la vida de sus hijos e hijas. Uno de ellos es Juan Sanguino, quien tiene dos muchachos que ingresaron becados a la Universidad Javeriana, y que fueron integrantes de Fortulee desde pequeños. Otro caso digno de mencionar es el de Inocencio Mosquera Montañez y su hermana Carolina, descendientes de un hogar humilde que se mantiene económicamente gracias al trabajo de su mamá, que hace oficios generales. Inocencio fue uno de los primeros contertulios en ingresar a Fortulee, y hoy ya tiene 22 años, habla cuatro idiomas, acaba de terminar su primera carrera profesional en la Universidad de los Andes y realiza la pasantía para graduarse en los primeros meses de 2021, como politólogo. En 2019, representó a Fortulee en un evento para jóvenes llevado a cabo en Inglaterra. Carolina, por su parte, estudia ingeniera industrial en la Universidad de Buenos Aires, Argentina.

Esta experiencia que nació en Fortul también ha llegado a cascos urbanos y rurales de los siete municipios del departamento de Arauca y otros vecinos. En la actualidad, Álvaro y Patricia continúan desarrollando esta labor de manera altruista y cuentan con 202 contertulios en Fortulee, lo mismo que otros 60 en el municipio de Tame, en la tertulia Tamelee.

Aprendizajes en clave de convivencia y no repetición

El trabajo de Álvaro González y Patricia Uribe en Fortulee deja un importante mensaje al país acerca de la importancia de la pasión, la voluntad, la entrega y la esperanza. Además, evidencia el poder transformador que tiene la lectura como práctica que brinda tranquilidad y vida, además de la tertulia que permite el encuentro y el diálogo entre diversas personas sin importar sus diferencias. Aun con las dificultades, la pareja sigue haciendo esfuerzos por mantener su trabajo pues, como mencionan, “trabajamos con niños y niñas y no podemos dejar que ellos pierdan la esperanza”.

Referencias

Fundación Ideas para la Paz – FIP. 2014. Área de Dinámicas del Conflicto y Negociaciones de Paz. Unidad de Análisis ‘Siguiendo el conflicto’ – Boletín # 73. Disponible en: http://cdn.ideaspaz.org/media/website/document/53e2ac3725816.pdf