Biblioteca Luis Carlos Galán de La Hormiga, Putumayo.
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Los estantes de la paz

Para disminuir la violencia que campea en los alrededores de La Hormiga, Putumayo, la comunidad ha encontrado en estrategias de comunicación como bibliotecas, emisoras comunales y revistas una manera de sembrar reconciliación y perdón.

19 de diciembre de 2020
Bendita pandemia

Libros para hacer las paces

Para disminuir la violencia que campea en los alrededores de La Hormiga, Putumayo, la comunidad ha encontrado en estrategias de comunicación como bibliotecas, emisoras comunales y revistas una manera de sembrar reconciliación y perdón.

Uno de los pocos refugios que hay contra la violencia en La Hormiga, Putumayo, goza del blindaje natural que tienen los libros. Es la Biblioteca Luis Carlos Galán, que funciona en ese municipio del Valle del Guamuez desde 1979 y que se transformó en las últimas décadas en un oasis de convivencia en medio del conflicto armado.

La población fue uno de los fortines del grupo paramilitar Bloque Sur Putumayo, protagonista de numerosos sucesos de violencia a finales del siglo pasado. “El 21 de mayo de 1999 –dice por ejemplo un informe del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH)–, ese grupo asesinó a ocho habitantes de la zona en lo que se conoció como la masacre del Valle del Guamuez. Durante el periodo 2001-2006, este bloque paramilitar estableció bases en la mayoría de las zonas urbanas del Bajo Putumayo, Puerto Asís, Puerto Caicedo, Orito, La Hormiga y La Dorada” (Rutas del Conflicto, s.f.).

Aun en la actualidad, la violencia afecta a varios municipios del departamento. Para el año 2020, según informa la fundación Paz y Reconciliación (Pares), se han registrado asesinatos y desplazamiento forzado de líderes sociales, así como asesinatos de firmantes del Acuerdo de Paz en el Putumayo, lo mismo que hostigamientos contra los exguerrilleros del Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación Héiler Mosquera, ubicado en el municipio de Puerto Asís.

En este contexto, la biblioteca Luis Carlos Galán –que cuando inició su labor funcionaba como librería ambulante– empezó en ese entonces a asumir un compromiso colectivo con la intención de responder a la presencia del paramilitarismo en la zona. Las directivas buscaron consolidarla como un espacio de aprendizaje y esperanza cercano a las comunidades, especialmente de niños, niñas y adolescentes, con el fin de prevenir el reclutamiento infantil además de generar espacios de intercambio entre padres e hijos. Al mismo tiempo se organizó el Grupo de Amigos de la Biblioteca (GAB) gracias al importante impulso dado por Harold Moreno. Esta comunidad se conformó con participación de profesores, estudiantes, gestores culturales, artistas y usuarios frecuentes de la biblioteca, interesados en apoyar la creación e implementación de proyectos y la búsqueda de financiación para la sostenibilidad del centro y su labor.

Actualmente, la biblioteca cuenta con cerca de 5.400 títulos, y desde el año 2004 hace parte de la Red de Bibliotecas Públicas. “Para los habitantes ha sido un espacio vital, porque le hemos ganado territorio a la guerra, y eso es lo que las personas han valorado mucho”, señaló Jorge Andrés Cancimance, miembro del GAB, en declaraciones al diario El Tiempo en 2014.

Esta iniciativa de construcción de convivencia y construcción de paz tiene un importante enfoque social: llevar no solo la biblioteca a las casas de las veredas, sino los libros a zonas de enfrentamiento entre grupos armados. Para ello se han propuesto y desarrollado tres acciones:

  • La maleta viajera. Con esta estrategia busca incentivar espacios de encuentro entre padres, madres, hijos e hijas, al mismo tiempo que se difunden lecturas que permitan, de manera pedagógica, comprender las dinámicas del conflicto armado y la importancia de los derechos y su defensa y los mecanismos de protección colectivos en medio del conflicto.
  • La emisora El Hormiguero. Su propósito es difundir entre el campesinado de los diferentes municipios del departamento información de actualidad y de interés.
  • La revista Katharsis. Recibió este nombre porque, en medio del conflicto armado, se convirtió en el espacio en el que las personas podían relatar sus historias. De esta manera se convirtió para ellos en un área de catarsis y, con el tiempo, en un importante centro de acopio de material de archivo que documenta la memoria histórica regional.

Impacto positivo

Esta experiencia se destaca por los esfuerzos hechos en mantener la capacidad de diálogo e intercambio aun en medio del dolor del conflicto, lo que le permitió recoger las voces de las comunidades afectadas además de aportar en la construcción de conciencia sobre el valor de lo público. Un ejemplo lo prueba: durante el auge de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), la biblioteca posibilitó que la revista Katharsis fuera un dispositivo para visibilizar los dolores y las experiencias de las personas. “Creamos secciones donde, de forma anónima, la gente escribía sus historias dolorosas y de esa forma se desahogaba. No había otro espacio porque la guerra había invadido cualquier posibilidad de que se expresaran”, explica Cancimance en las mismas declaraciones a El Tiempo.

Como lo enuncia en su página oficial, la revista ha cambiado con el paso del tiempo, tras 11 ediciones y 15 años de proceso editorial. Sin embargo, conserva su objetivo de consolidar un espacio literario que permita liberar el dolor, la tristeza, el desconsuelo que dejan sucesos deplorables y que merecen el más profundo rechazo hacia la violencia social y política por la que atraviesa el Valle del Guamuez, el Putumayo y el país.

Adicionalmente, la biblioteca se ha caracterizado por ser un centro de protección en medio del conflicto armado interno, puesto que allí llegaba la población infantil y juvenil que estaba siendo amenazada de ser reclutada. Y permitió que una mayoría de habitantes de La Hormiga se relacionara de manera pedagógica y creativa con los libros y su lectura, además de lograr que la lectura, la información y la cultura les llegara por medio de revistas y de emisoras.

Arte y cultura

Grupo Amigos de la Biblioteca.

Aprendizajes en clave de convivencia y no repetición

La educación y la cultura se ven en esta historia como medios para promover espacios de confianza, desahogo, diálogo y encuentro. Esta iniciativa evidencia la importancia de dar un lugar preponderante a la voz de las víctimas, para contribuir a la reparación y trámite del dolor, elemento importante en la misión de reconstruir los tejidos sociales resquebrajados por la violencia.

Además, a través del impulso de espacios y dispositivos narrativos como la revista Katharsis o los proyectos La maleta viajera y La emisora, la biblioteca Luis Carlos Galán contribuye al fortalecimiento del valor de lo público como un principio fundamental de la vida y la construcción colectiva, lo mismo que aporta a la democratización de la información y la comunicación que permite reducir brechas sociales.

Referencias

El Tiempo. 2014. Premio gigante para la biblioteca de La Hormiga, en Putumayo. 21 de agosto. Disponible en: https://bit.ly/2I9PmHb

Fundación Paz y Reconciliación – Pares. 2020. Alerta por graves anuncios del paro armado en Putumayo. Disponible en: https://bit.ly/2VBniPW

Rutas del Conflicto. S.f. Historias: La Hormiga, Valle del Guamuez, Putumayo. Disponible en: https://bit.ly/37zTF7m