Especiales Semana

EL HEREDERO

¿Quién en Yuri Andropov, ese desconocido para Occidente que pasó de la noche a la mañana a ser uno de los dos hombres más poderosos del universo?

13 de diciembre de 1982

Independientemente de la orilla ideológica desde la cual se lo mire, el Secretario General del Partido Comunista ruso tiene que ser considerado uno de los hombres más poderosos del mundo. Yuri Andropov, al ser designado para este cargo, se ha convertido automáticamente en la primera figura en Rusia, y por tanto ha pasado a regir los destinos de 265 millones de personas y a orientar la ideología que profesan otros cuantos. En términos geográficos, sus dominios abarcan una cuarta parte del planeta, y en términos militares tiene bajo su control la que es posiblemente la primera gran potencia mundial.
Curiosamente, la elección del hombre sobre quien recae tan magna responsabilidad, es uno de los procesos más misteriosos y llenos de secretos. Como dijera una revista inglesa, la pugna por la dirección del Kremlin es como una pelea de perros y gatos debajo de una manta: se puede detectar mucho movimiento y mucha furrusca, pero no se ve quién está mordiendo a quién. En esta oportunidad no pasaron más de 24 horas entre el anuncio oficial de la muerte de Breznev y el del nombramiento de Andropov. No porque no hubiera habido contienda, sino porque ésta se venía desarrollando desde hace meses.
El elegido, Yuri Vladimirovich Andropov tiene 68 años, lo cual hace de él uno de los "sardinos" del Comité Central del PCUS, esa cúpula de la gerontocracia rusa. Su historia, como la de todos los funcionarios rusos, aparece ante los ojos de Occidente pletórica de datos oficiales y desdibujada y fría en cuanto a datos personales. Por ejemplo, la prensa occidental no ha logrado determinar qué número de hijos tiene. Otro tanto sucede con su perfil político. En términos generales, la prensa occidental lo ha caracterizado como "liberal", fundamentalmente por sus declaraciones a favor del pluralismo ideológico. Contradictoriamente, el hecho más sobresaliente de su carrera política es el de haber ejercido durante 15 áños la presidencia de la Policía de Seguridad Soviética (KGB), organismo que coordinó el trabajo pesado de las "purgas" en épocas de Stalin, y las posteriores tareas de preservación del orden público y que aún hoy día, según el enviado de APF, "su solo nombre hace estremecer de miedo al hombre de la calle". El propio Andropov no es del todo ajeno a esta tradición, en la medida en que durante su regencia la KGB se movió con mano dura frente a los disidentes, a los que, pese a su pronunciamiento a favor del pluralismo, considera "individuos cuyos actos y opiniones contradicen nuestra moral".
Consciente de las limitaciones que para su carrera política significaba encabezar la KGB, Andropov renunció al cargo hace unos meses, y se convirtió así en el primer jefe de este organismo que llega al más alto cargo del partido. Históricamente sus antecesores en el cargo corrieron con menos suerte, como Beria, quien fuera fusilado en 1953. Antes que él, varios otros fueron sistemáticamente eliminados por Stalin, cuando el exceso de poder que adquirían amenazaba con sacarlos de su control.
No hay pronósticos claros sobre cuál será la orientación del nuevo líder soviético en materia internacional. El presidente Reagan, meses antes de la muerte de Breznev, ya dejaba traslucir su inquietud sobre cómo influiría el relevo de mando en la tensión o distensión de las difíciles relaciones entre las dos superpotencias. Las referencias sobre el punto en el discurso de posesión de Andropov no indican demasiado al respecto, pues aparentemente no pasan de la fómula retórica.
Andropov fue el embajador soviético en Budapest cuando el aplastamiento del levantamiento húngaro en 1956. Ha sido, además, el encargado de mantener las relaciones con los partidos comunistas de la Europa Occidental, tarea que ha cumplido con criterios ortodoxos y tradicionalistas en materia de dogma, lo cual no lo ha hecho simpático ante los ojos de los partidos eurocomunistas, más independientes frente a la doctrina marxista y frente al aparato internacional del Kremlin.
El primer gran reto que tendrá que enfrentar Andropov será la crisis de la situación polaca, que pareció arreciarse simultáneamente a la muerte de Breznev, y que viene amenazando con desbordar los márgenes permisibles para el gobierno soviético. Cómo manejar esta situación, y cómo dosificar el grado de intervención de la URSS frente a la convulsionada Polonia, será su primera prueba de fuego.