Especiales Semana

EL PEQUEÑO GRAN HOGAR

Después de 20 años de exploración espacial, las evidencias demuestran que solamente la tierra está en condiciones óptimas para que la vida se desarrolle.

6 de junio de 1983


El próximo 13 de junio un artefacto fabricado por el hombre abandonará el sistema solar. El Pionero 10, una sonda lanzada al Espacio con destino Júpiter, está cumpliendo una misión algo más que científica. Después de enviar a la tierra fotografías de Júpiter, la sonda siguió su camino. Pero once años después sigue enviando información a la Tierra y los científicos que reciben sus señales en Mountain View, California, esperan poder seguir los pasos del Pionero 10 durante los próximos ocho años. El Pionero 10 se dirige hacia la constelación de Tauro y este viaje le tomará un tiempo incalculablemente más grande que los once años que le ha tomado dejar el sistema solar. En su interior, los científicos colocaron una placa que incluye un diagrama que indica la ubicación de la Tierra y del sistema solar en la Galaxia, un dibujo que describe a un hombre y a una mujer y unas indicaciones matemáticas. La idea de todo esto es que alguna inteligencia extraterrestre que se encuentre con el Pionero 10 entienda el mensaje de los hombres.

En los últimos veinte años, varias misiones espaciales han visitado los planetas situados dentro de la órbita de Urano. El hombre ya pisó la Luna, naves automáticas han aterrizado en Venus y Marte, mientras que Júpiter y Saturno han sido visitados por naves que se han acercado lo suficiente como para llenar de fotos hermosas las revistas de los años ochenta y para cambiar conceptos basados en las observaciones realizadas con telescopios. Si todo sigue bien, en 1986 el Voyager 2 se acercará a Urano y en 1989 cumplirá su cita con Neptuno. Todos estos viajes en el Espacio que se van acercando al borde del Sistema Solar son también, en cierta medida, un viaje, en el tiempo, un viaje a lo que pudo ser el pasado de la Tierra. Titán, una de las Lunas de Saturno, parece ser un modelo de la Tierra primitiva.

Una de las mayores incógnitas de la astronomía y de la cosmología es saber cómo se formó el Sistema Solar. Gracias a estudios realizados en meteoritos y rocas se acepta que el sistema solar se formó hace unos 4 mil quinientos millones de años. Existen muchas teorías acerca de cómo pudo haberse formado nuestro pequeño universo. Tras una explosión inicial ocurrida hace unos quince mil millones de años (teoría de la Gran Explosión o Big Bang), la masa del universo comenzó a expandirse en forma de gigantescas nubes de materia que poco a poco se separaron formando galaxias y estrellas. Estas nubes se comprimieron poco a poco por culpa de su propia fuerza de gravedad. La parte central de la nube se convirtió poco a poco en una estrella, mientras que las fracciones periféricas comenzaron a girar alrededor de la nueva estrella hasta lograr la actual configuración del sistema. Sin embargo, existen muchos detalles que no explican la existencia de compuestos pesados en los planetas, ya que éstos solamente pudieron formarse a partir de los elementos básicos del universo que son el hidrógeno y el helio en condiciones de temperatura tan elevadas que sólo se conciben en el interior de una estrella. Esto ha hecho pensar que probablemente, elementos tan abundantes en la Tierra y sus planetas hermanos llegaron al Sistema provenientes de viejas estrellas que estallaron antes que naciera el sol. Este fenómeno, conocido como supernovas, ha sido detectado por los astrónomos en varias ocasiones, y han asistido al holocausto de una estrella que de pronto brilla con la misma intensidad de una galaxia y desaparece. Este tipo de muerte estelar deja residuos que se expanden en el espacio como nebulosas. Otra teoría indica que posiblemente los cometas trajeron muchos de estos elementos del espacio exterior. Sin embargo, los primeros tiempos del Sistema Solar no fueron muy tranquilos.

El sol demoró millones de años en lograr la estabilidad actual y los jóvenes planetas tuvieron que soportar las tremendas explosiones provocadas en la superficie del sol. Fuera de eso, muchos residuos de la nebulosa que originó al sol y a los planetas erraban por ahí y chocaban con los planetas. Así, poco a poco se formó la actual arquitectura del Sistema Solar.

Entre los misterios que aún no han sido explicados por las teorías tradicionales que describen la formación de nuestro "pequeño universo" planetario están los misteriosos anillos de Saturno y el origen y comportamiento del vecino más cercano de la Tierra, que es la Luna. Una de las noticias de los años 1980 y 1981 fueron sin duda, las espectaculares fotos del Saturno que enviaron a la Tierra Voyager I y el Voyager II. Estas sondas automáticas revelaron que el grosor de los anillos es de apenas 100 metros y tal vez hasta menos. La estructura de los anillos resultó ser mucho más compleja que como aparenta si se observa a través de un telescopio. Las cinco bandas originales separadas por unos espacios negros se convirtieron, gracias a los datos que suministraron los Voyagers, en cientos de anillos que conforman las cinco grandes bandas que se ven desde la Tierra. Además se constató la existencia de una sexta banda invisible desde la Tierra porque está compuesta por material que refleja muy poco la luz, a diferencia de los anillos visibles. Una teoría que trata de explicar el hermoso misterio de los anillos de Saturno dice que la gravedad de las pequeñas lunas de Saturno segrega los distintos componentes de los anillos, diferenciando así las zonas principales. Pero lo visto por los Voyager complica demasiado la situación. Una gran zona de los anillos de Saturno no es simplemente un cúmulo de objetos fijos sino una "congestión" de objetos que pasan pero en conjunto logran una forma coherente que tiene una forma espiral, similar a la de los surcos de un disco visto con lupa. Esto hace pensar que no solamente la fuerza de gravedad es la responsable de los anillos. Saturno tiene una gran actividad eléctrica y magnética que contribuye enormemente a darle forma a los anillos. Aunque Urano y Júpiter también tienen sistemas de anillos, estos son mucho mas sencillos y menos espectaculares ya que no están compuestos por partículas heladas como ocurre en Saturno. El Voyager II seguramente revelará nuevas sorpresas, ésta vez acerca de los anillos de Urano, el planeta que visitará en 1986.

Los astrónomos están maravillados con los anillos de Saturno pero este no es el único interés que despiertan. Estos anillos son un laboratorio natural en el que se combinan la fuerza de gravedad, las fuerzas electromagnéticas y los procesos viscosos. Un examen que permita entender como estos procesos crearon el sistema ordenado de los anillos puede explicar con más detalles cómo se transformó la nebulosa solar en el sistema planetario actual.

La Luna siempre ha sido considerado como un subalterno de la Tierra. En un tiempo se creyó que la Luna se desprendió de la Tierra dejando un enorme cráter en lo que hoy se conoce como Océano Pacífico. Pero hoy día se cree que la Luna es un planeta más que fue capturado por la fuerza gravitatoria de la Tierra. Esto último no es muy exacto, ya que la gravedad de ambos cuerpos interactúa, siendo las mareas el más conocido de los efectos de la Luna sobre la Tierra aunque no el único. La gravedad del sol es la fuerza que mantiene unidas a la Tierra y la Luna, ya que en realidad ambos se empujan suavemente y algunos consideran a la Tierra y a la Luna como un sistema binario en el que ninguna de las partes "domina" a la otra.

En el Sistema Solar siempre se han buscado signos de vida. El planeta favorito de los autores de relatos y de programas radiales siempre fue Marte. Venus, gracias a su densa capa de nubes que impide ver su interior también fue un planeta donde ocurrieron historias de ciencia ficción. Pero hoy día las evidencias muestran que solamente la Tierra está en condiciones óptimas para que la vida se desarrolle. Los demás planetas se encuentran demasiado lejos o demasiado cerca del sol, lo que hace improbable encontrar en ellos estadios avanzados de vida, teniendo en cuenta las condiciones actuales del Sol. La única posibilidad es encontrar signos muy primitivos de vida en Júpiter, Saturno y su luna Titán, similares a los microorganismos que han sido detectados en la Antártida. En Europa, la Luna congelada de Júpiter, es posible que se hayan desarrollado algún tipo de vegetales primitivos. Pero por el momento se trata de especulaciones, que además confirman la soledad del hombre en el Espacio. La estrella más cercana a la Tierra se encuentra a más de cuatro años luz, lo que impide pensar por el momento y por mucho tiempo en un viaje interestelar. La situación del Hombre parece ser una inevitable soledad mientras se limita a tratar de pisar el suelo de los planetas vecinos. El Sistema Solar, de varios miles de millones de kilómetros de diámetro, se ha convertido más que en un inmenso baldío en una jaula de la que tal vez nunca logre salir.--