Especiales Semana

TURISMO

23 de abril de 1984

TURISMO: INDUSTRIA DEL SIGLO XX
Un negocio moderno para el viejo anhelo de viajar.
Una de las industrias más importantes del siglo XX es la del turismo. La masificación de uno de los anhelos más preciados de los hombres -viajar- se ha convertido no sólo en la profesión de cientos de miles de particulares sino en una preocupación nacional en la mayoría de los países del mundo. Países con vocación turística como España, Italia, Yugoslavia, Perú o México han visto en la explotación de sus paisajes, sus tesoros artísticos y sus ciudades, una importante fuente de divisas. Otros países como Malta, el principado de Mónaco, Antigua, Santa Lucía y las Bahamas viven principalmente del turismo. En todas las latitudes existen oficinas de turismo y agencias de viajes que además de promover los atractivos de sus regiones, también invitan a descubrir países lejanos o a conocer famosas ciudades Las cifras en algunos de los países turísticos son elocuentes: España es visitada cada año por, aproximadamente, 40 millones de turistas; Italia recibe cada año otro tanto, Francia acoge cada año 27 millones, Estados Unidos recibe al año 20 millones de visitantes, Suiza 17, Gran Bretaña 12 y México 4 millones. A pesar del aumento de las tarifas aéreas desde la crisis del petróleo de 1973-74 y de la crisis que viven las grandes aerolíneas del mundo, la gente sigue viajando y el turismo sigue siendo un renglón importante de la economía del mundo. Viajar, antiguamente un privilegio de aventureros y de navegantes, se ha convertido en una rutina al alcance de una buena parte de los habitantes del mundo.

UNA BREVE HISTORIA
El desarrollo del turismo ha estado ligado al de los medios de transporte. Lo mismo puede decirse del desarrollo de los hoteles, que ya desde los tiempos del Imperio Romano comenzaron a aparecer con el nombre de "mansiones", situadas a lo largo del sistema vial imperial. El renacer del comercio en la Edad Media impulsó de nuevo la "industria hotelera" y fueron los monasterios y otro tipo de instituciones eclesiásticas las que administraron estos hospedajes. Tal vez el más famoso de ellos es el Hospicio del Paso del Gran San Bernardo, fundado en el siglo X en la frontera suizo-italiana y que aún, hoy día, está en servicio.
Marco Polo encontró en su viaje por la China una extensa cadena de casas de relevo del servicio postal del Mongol que también servían de alojamiento a los viajeros.
Sólo hasta los tiempos de la revolución industrial comenzaron los cambios importantes. Las posadas inglesas se convirtieron en el modelo a seguir en todo el mundo. Otro gran impulsor del turismo fue el ferrocarril. Con su desarrollo a lo largo del siglo pasado no solo le hizo perder importancia a las posadas de camino, sino que también hizo nacer la moda de viajar, lo que comenzó a sofisticar los hoteles, ubicados por lo general lo más cerca posible de las estaciones de tren. La Riviera Italiana y la Costa Azul se llenaron de hoteles. En la última decada del siglo pasado ya existían hoteles con plantas eléctricas propias, teatro, capilla e imprenta, como el Savoy de Londres.
Al terminar la Primera Guerra Mundial, el nuevo auge que tomó el turismo impulsó la construcción de hoteles como nunca antes. Sin embargo, la depresión del 29 casi que seguida de la Segunda Guerra Mundial opacaron el desarrollo del turismo hasta la llegada de los años 50. Al salir la humanidad del gran conflicto mundial, se encontró con dos medios de transporte masivo en pleno desarrollo. La aviación comercial y la masificación del automóvil le volvieron a cambiar la cara al turismo. Aparecieron los moteles al lado de las carreteras y la aparición de aviones como el DC-4, el Loockheed Constelation y los primeros aviones de pasajeros a reacción acortaron las distancias y pusieron a sólo horas de vuelo, travesías que por mar demoraban días enteros.
La modernización de los trenes, unida al desarrollo de la aviación civil y a la construcción de nuevas autopistas volvieron a impulsar el turismo en los años sesenta. Aparecieron los primeros trenes ultrarápidos y los gigantescos aviones de cabina ensanchada, capaces de transportar a través del Atlántico hasta 400 pasajeros. Sin embargo, la crisis del petróleo frenó el auge de la aviación civil y, hoy día, esos colosos del aire han sido reemplazados por nuevos modelos más modestos en tamaño y en consumo de combustible.
Hoy día, las agencias de viajes y las organizaciones nacionales de turismo ofrecen gran variedad de planes. Turismo de playa en Torremolinos, turismo cultural en Florencia, turismo científico en Kenya, turismo de invierno en los Alpes austriacos, peregrinaciones religiosas y mil planes más se ofrecen a diario en los medios de comunicación. Sin embargo, los jóvenes en especial, prefieren planes más económicos y llenan cada verano los miles de albergues juveniles que están diseminados por el mundo, rebuscandose la manera de conseguir tiquetes aéreos y de tren más económicos.
La industria del turismo vive de todos ellos, así se alojen en hoteles de lujo o duerman en las estaciones de tren. Cada viajero deja divisas y por eso el interés de la mayoría de las naciones por atraer viajeros es cada día más grande. Colombia no ha sido ajena a esta tendencia y cada día se hacen más conocidas sus riquezas por medio de afiches, folletos y promociones. Sin embargo, la industria del turismo apenas esta madurando en Colombia.
Viajar ha sido, es y será el gran anhelo de cada uno de los hombres. En pleno siglo XX resulta muy fácil cumplir este sueño, siempre y cuando se disponga de buen ánimo y de buena salud.