Home

Música

Artículo

Laura Torres y Juliana Valentina Toro. Crédito: Alejandra Quintero, Simona Delgado.

Arcadia Suena

Mujeres al frente: más convicción que ambición

Durante los últimos cinco meses hemos dedicado este espacio a reconocer a las representantes de una nueva generación de artistas musicales en Bogotá. Con Juliana Valentina Toro y Laura Torres termina este especial por entregas.

José Gandour* Bogotá
19 de septiembre de 2017

Alcanzamos a hacer diez entrevistas con mujeres metidas de lleno en la misión de mostrar una efectiva y diferente visión de la escena cultural de la capital colombiana, metiéndonos con ellas en los diversos sonidos contemporáneos que ofrece esta ciudad. Entre estas mujeres pudimos encontrar un reflejo del espectro sonoro de Bogotá.

Con Mujeres al Frente hemos pretendido despertar el interés del espectador, de aquel que busca permanentemente elementos nuevos para seguir creyendo en la música de estos tiempos, dándole claves para confirmar las razones por las cuales Unicef nombró a Bogotá como una de las ciudades mundiales de la música. Esta capital recibió semejante honor en especial por quienes todos los días componen las canciones que construyen la increíble y compleja banda sonora de las calles de nuestra urbe. Bogotá suena a pop, a rock, a hip hop, a la más variada música electrónica, a las mejores versiones modernas del folclor de nuestro país, y la participación femenina en la progresión de dicho fenómeno ha sido cada día más importante.

Por otro lado, hay que decirlo, la artista femenina local hoy por hoy es más arriesgada, menos atrapada en los esquemas obvios, más interesada en romper moldes y crear melodías frescas. La mujer música en Bogotá quiere representar la verdadera vanguardia y en gran cantidad de casos ha logrado dicho objetivo. Esperamos haber podido dar fe de ello con este ciclo de artículos.

En esta última entrega presentamos a Juliana Valentina Toro y a Laura Torres, dos promesas del pop rock y pop soul colombiano.

Juliana Valentina Toro (Lianna): placer urbano

Desde que surgió la idea de hacer estas entrevistas, Lianna estaba en la mira. Ella resume la quintaesencia del perfil de esta serie. Es la mujer artista en constante evolución y, dentro del marco de la escena independiente, ha sido una de las principales artífices de las nuevas generaciones creativas. Quisimos conversar con ella desde el comienzo de la serie, pero lo impidieron sus constantes viajes a Medellín, su ciudad natal; o a Europa y Oriente Medio, para terminar su próximo álbum y participar en un circo moderno radicado en Londres, donde trabajó durante nueve semanas prestando sus cualidades vocales para el desarrollo de las presentaciones; o a Tel Aviv, para presentarse en el Festival de Teatro de Edimburgo.

Nuestro encuentro, entonces, solo pudo darse pocos días después de su regreso, a horas de su presentación en el concierto de Radiónica, donde compartió tarima con bandas internacionales como Eruca Sativa, Izal y La Vida Boheme, y estrenó los temas de su más reciente producción, disponibles a partir de octubre en plataformas digitales.

Uno habla de Lianna con buena parte de los músicos de esta ciudad y ellos dicen, sin duda, que todo está listo para que ella sea “la nueva gran esperanza blanca”. Entre algunos de estos músicos se escuchan frases sobre ella que, para los neófitos desconfiados, pueden sonar exageradas o quizás demasiado optimistas, pero para quienes la han visto en escenario y han seguido su trayectoria, le hacen más bien justicia.

Estamos hablando de una artista, que, aun teniendo un solo EP cuasi desconocido hecho en 2008, uno de larga duración llamado Paciencia, de 2012, y unas cuantas nuevas canciones rotando en radio, ya es calificada en el medio como “un canto que conmueve”; “fortaleza y sentimiento proyectados en una poderosa voz”; “la reina criolla del hip hop”. Ella, que se ríe sorprendida ante los halagos, comienza la charla diciendo que no se siente presionada para llegar a la cúspide. Más bien disfruta el recorrido y se fascina con lo empedrada que es la ruta.

Agradece poder vivir de su voz, ya sea a través de sus creaciones o con las colaboraciones que ha podido hacer con otros artistas, entre los cuales podemos contar proyectos tan diversos como Pulenta y Transatlánticos –con ellos ha participado en eventos como Lollapalooza Chile y el Haus der Kulturen der Welt en Berlín–, Flaco Flow y Melanina, AlcolirykoZ, Gas-Lab de Argentina y Hache St., un dominicano residente en Nueva York.

Toro ha logrado éxitos notables en las emisoras públicas y privadas del continente. Y aun así, cuando le pregunto por qué la demora en ocupar el puesto que le corresponde en la cartelera internacional, donde ya una inmensa masa debería estar celebrando sus tonadas en grandes escenarios, ella sonríe y recuerda una frase tomada de una canción de la banda panameña Señor Loop que dice: “Por el camino más largo, por ahí me voy, por ahí me tocó, por ahí me voy”.

Cuando hablamos de su infancia, Lianna recuerda que le enseñaron desde pequeña a apreciar a Mercedes Sosa y cómo sonaba constantemente Cantinero de Cuba, de Sergio y Estíbaliz. Sus referentes más tempranos son Joan Manuel Serrat, Jorge Cafrune y Atahualpa Yupanqui. Al llegar a Bogotá, donde sus padres, comprometidos con movimientos sociales en Antioquia, y huyendo de la ola de violencia desatada en su región, se establecieron prontamente. Allí Toro comenzó a tener contacto con el hip hop y con apenas 16 años se integró a su primera banda, llamada Conexión Frontal. Pocos años después decidió lanzarse como solista. Sus canciones tienen un delicioso aroma de soul y rhythm and blues, donde se perciben perfumes sonoros inspirados en mujeres como Lauryn Hill, Ella Fitzgerald y Bessie Smith, sin perder la esencia latina en sus composiciones.

Su nuevo álbum, hecho en colaboración con El Arkeólogo, un importante productor establecido en Medellín, ya ha ocupado, a través de los sencillos presentados anticipadamente en los medios, los primeros lugares de los listados de la radio pública y ha logrado decenas de miles de reproducciones con sus videos en Youtube. Todos los comentaristas musicales especializados saben que lo que se viene será uno de los mejores discos del año. Si todo sale bien (y no tiene por qué fallar la predicción), Lianna será pronto el próximo nuevo ícono de la música colombiana en los circuitos internacionales, como lo han sido hasta el momento Andrea Echeverri y Li Saumet. Ella de todas formas está tranquila, sigue caminando con deleite el largo recorrido sin perderse de los placeres de la marcha.

Laura Torres (Laura y la Máquina de Escribir): placer literario

Laura Torres comienza su relato contando un hecho sangriento. Cuando pequeña disfrutaba dar espectáculos en casa, donde hacía presentaciones divididas en varias partes frente a su familia. Su rutina consistía en interpretar una canción y, al terminar, correr a su habitación a cambiarse de ropa para seguir con el próximo acto. Un día, en el afán de ejecutar a tiempo la parte siguiente, tuvo un accidente y se clavó una puntilla en la mano. Eso no le impidió continuar con su gala. Laura cuenta esto y se ríe. Comprende que acaba de dar una versión un tanto masoquista de aquella frase que dice que el show debe continuar, sin importar las circunstancias.

Laura cuenta que en su familia, de origen tolimense, siempre se respiró música. Recuerda que su abuela, Clemencia Torres, fue una célebre cantante de boleros que giró por Europa y que la madre de sus hermanas era una norteamericana que tocaba batería a quien iba a ver en La Calera los domingos. También se acuerda de estar en el coro del colegio, donde los profesores encargados la elegían desde pequeña para cantar los solos en los conciertos. Desde pequeña tuvo lecciones de piano, pero solo en tiempos universitarios se tomó el instrumento en serio.

Después de pasar por la universidad, decidió irse a estudiar al Musicians Institute de Los Ángeles un programa dedicado a forjar artistas independientes. Ahí trabajó más a fondo sus composiciones, y en medio de uno de sus ensayos, un profesor de origen indio, Appu Krishnan, se admiró con su talento y le propuso producir una de sus canciones. Laura le pidió más bien trabajar en un disco completo. De ahí, con la colaboración de músicos invitados, sacó adelante su primer álbum, Laberinto.

Lo suyo es hacer canciones que cuenten historias, elaborar tonadas con crónicas de hechos reales o imaginarios. Laura siente que su estilo tiene un formato un tanto cinematográfico. Habla de sus temas como capítulos, con los cuales va creando un universo con sus propios cuentos: por una parte, sus relatos fantásticos, con un lenguaje empapado de elementos mitológicos; por la otra, canciones que acuden a palabras sencillas y directas para contar hechos concretos sin uso de edulcorantes. Al hablar de textos, Laura se confiesa lectora incansable de Julio Cortázar y cuenta que hizo su tesis de grado sobre Opio en las nubes, la conocida novela del escritor colombiano Rafael Chaparro.

Laura enmarca su música dentro de lo que hoy podemos llamar pop alternativo, con ciertos elementos del rock alimentado de sonidos electrónicos. Debemos resaltar muy particularmente su voz, que roza por momentos, y con fina elegancia, los límites de las frecuencias agudas. Ella se mantiene bien en la cuerda floja que divide su esfuerzo por llegar a las masas y un deseo por asumir la experimentación vanguardista en sus composiciones.

Ha operado desde siempre de manera independiente, disfrutando, según ella, de una libertad que de otro modo no podría contemplar. Reconoce igual que en estos tiempos poder controlar su carrera es más fácil con la existencia de plataformas digitales para distribuir sus grabaciones y las redes sociales, que le permiten un contacto más directo con sus seguidores.

Sus referentes musicales son mayoritariamente femeninos. Dice ser profunda admiradora de las mexicanas Natalia Lafourcade y Julieta Venegas, de la chilena Camila Moreno y, por supuesto, de Andrea Echeverri. Dice identificarse con estas mujeres porque sus textos parten de lo íntimo y emocional.

En pocos días Torres presentará su segundo álbum, Diarios de distracción y desastre, producido por Héctor Buitrago, de Aterciopelados. Este disco, un compilado de diez canciones cuyos videos de adelanto han sido recibidos con beneplácito por la crítica especializada, se lanzará oficialmente a finales de septiembre. Diarios de distracción y desastre es un trabajo intenso, detallista, inteligente, y una montaña rusa de emociones que obliga a ser escuchado de principio a fin varias veces para que, quien lo haga, comprenda su complejidad. Es una producción que logra confundir y cautivar al tiempo. Es la obra de una artista comprometida en explorar nuevos territorios. Laura y la Máquina de Escribir no hace música para satisfacer de manera obvia a la audiencia popular, pero su propuesta tiene un componente para seducir a cualquier oyente. Frente a nosotros está una mujer que tiene todas las herramientas para encandilarnos.

Para acceder a todo el contenido de Mujeres al frente, haga clic aquí.

*Crítico musical y realizador audiovisual. Director de zonagirante.com