Home

Noticias

Artículo

Laura Restrepo y Svetlana Alexiévich.

SOPOR I PIROPOS

Diez puntos para repasar la FILBo (y una advertencia)

Nicolás Morales habla acerca de la Feria del Libro de Bogotá 2016

Nicolás Morales
24 de mayo de 2016

Voy a lanzar una hipótesis fuerte: la Feria del Libro de Bogotá tiene el mejor cartel cultural de América Latina. Lo demostró hace algunos días y sus efectos siguen emanando esencias en nosotros: muchos autores de primera fila, multitud de lanzamientos, polémicas suculentas y firmas de libros impensables hace diez años. La programación de la Feria del Libro de Buenos Aires empieza a palidecer y, como sabemos, la de Guadalajara está en decadencia. Pues sí, manitos: ¡cambió el ranking de ferias! Van mis diez puntos fuertes de este encuentro anual de las letras y una cordial advertencia.

1. Lo de Svetlana fue tan maravilloso que el trance duró muchos días. Su narración del dolor fue indescriptible, aunque fue una lástima que su eco no hubiera tenido igual resonancia en los medios, como sí la tuvieron otras ruidosas polémicas. Laura Restrepo demostró hidalguía y mucha inteligencia en esa misma entrevista. Cuando la discreción se vuelve elegancia y cuando se hila con inteligencia, todo sale bien.

2. La obsesión del agente de Fernando Vallejo de hacerlo viajar queda ya extinguida con su peor presentación en años. Pierde su editorial, obsesionada con que se desplace, se exponga y diga cosas tontas. Pero sus libros serán siempre bellos hasta la médula. Rectifico: Vallejo no pierde. Es decir, Vallejo nunca pierde.

3. César Aira exhibió una modestia hermosa, pero algo excesiva que hizo que saliéramos pensando que el autor se cree el mejor del mundo. Aunque, una vez leído su último libro, uno sabe que lo es.

4. Lo de la Ferrante, pese a que Marianne Ponsford –como siempre– sudó la camiseta, no intrigó de a mucho. Que alguien les diga a los editores que no está bien seguir viajando a costa del autor o autora o lo que sea que haga sus libros.

5. No se cumplieron los vaticinios de que los foros sobre la paz serían accesorios. Lo de David Rieff y sus narrativas para la paz fue genial; inventó los mapas de una nueva nación sin clichés. La paz es cultura y también inversamente y en sentido contrario.

6. Fue bonito entrevistar a Édouard Louis en una carpa minúscula, como piyamada de boy scouts ruidosos. No sé si salió bien, pues es incorrecto que yo lo diga. Confieso que quise llorar de pura emoción al oír a este joven de las nuevas letras francesas tan joven, tan ingenuo y tan conmovedor.

7. Salieron mal las galas de poseía por el ruido ambiente, tanto que los poetas no se oían y gritaban rompiendo cadencias y sonoridades. Era como leer poesía en Rock al Parque. Muy performativo.

8. La firma de libros de Germán Garmendia colapsó andenes y redes, para luego ocupar titulares de la gran prensa. Una hecatombe logística, de una dimensión tan prosaica (no se imaginan), empujó al país a debatir sobre lo que nuestros jóvenes leen. Eso fue lo bueno, hay que decirlo. Aunque entiendo tu punto, amigo Constaín, yo no diría que a cualquier precio “libro es libro”, pues el asunto sí merece matices. Digamos más bien: los best sellers para adolescentes son también best sellers. Y feria sin libros populares no es feria. Por cierto, el caso Garmendia merece una particular atención y estudio. Yo me cuidaría, querido Daniel Samper, pues no todos los youtubers son vacíos; no hay que ridiculizar un nuevo lenguaje per se; si no queremos entender lo que mueve a los nativos digitales, estamos haciendo que la brecha generacional sea insalvable; y tú, con tu video flojito, estás cerrando la puerta al diálogo para quedarte sin público en cinco años, o solo con tus Juan Ramones de sesenta.

9. Lo de la tanqueta de la Policía convertida en biblioteca me dejó perturbado por varios días. Quise entrar, pero no había cupo. Una tanqueta con libros, menuda idea de las fuerzas policiales.

10. Dicen que estuvieron muy bien los eventos con Irma Boom, el diálogo de Maxim Februari y Brigitte Baptiste y el gran Jeffrey Eugenides. Aunque estuvo regular lo de Oyeyemi, y lo del mismo Eugenides, por una mala moderación. Y que lo de Paolo Giordano fluyó gracias a que Gamboa abrió exclusas. Una última cosa: Margarita Valencia es la mejor moderadora de toda la FILBo. Impresiona cómo lo editorial fluye en sus venas como agua bendita.

La advertencia: una sola niña más que veamos llorando porque no alcanzó a entrar a un baño en Corferias por cuenta de sus insufribles filas, y los editores armamos los toldos de libros en cualquier parte menos en Quinta Paredes. El libro es ante todo dignidad. Y punto.