BREXIT

UE y Reino Unido siguen negociando para lograr in extremis un acuerdo posbrexit

Las negociaciones para lograr in extremis un acuerdo posbrexit entre la UE y el Reino Unido prosiguen en Bruselas, tras una noche de intensas conversaciones para evitar una ruptura abrupta el próximo 31 de diciembre, que tendría graves consecuencias financieras y políticas.

24 de diciembre de 2020

Está previsto que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el primer ministro británico, Boris Johnson, hablen por videoconferencia este jueves por la mañana y su conversación podría traer consigo el anuncio de un acuerdo, pero esta llamada entre los dos responsables aún no está totalmente confirmada.

La razón es que los técnicos siguen negociando y verificando la letra pequeña de este futuro acuerdo y el principal escollo son los derechos pesqueros. "Hay un problema sobre las cifras. Y eso no es buena señal", dijo una fuente europea. "Las negociaciones no han terminado", agregó otra fuente, confiando en que "el desenlace no se haga esperar".

Este pacto histórico, que definirá su futura relación comercial, se negocia desde marzo. El Reino Unido, que abandonó oficialmente la Unión Europea el 31 de enero, corta definitivamente sus lazos con el bloque el 31 de diciembre y la finalidad es evitar un divorcio sin acuerdo, que sería lamentable desde el punto de vista político y muy dañino financieramente hablando.

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Este jueves, los diarios británicos celebraban anticipadamente la noticia. "Hay acuerdo", decía el Daily Express; "¡Aleluya!", titulaba el Daily Mail; "Acuerdo por Navidad", resumía el Daily Mirror.

Si las partes logran un entendimiento, el acuerdo deberá ser validado por los estados miembros, un proceso que puede llevar varios días, aunque quedará tiempo para que se aplique de manera provisional desde el 1 de enero, cuando el Reino Unido abandona oficialmente el mercado único.

El texto tendrá que ser validado después por el Parlamento europeo.

La pesca, el último escollo 

Sin un acuerdo, las relaciones entre ambas partes se regirían por las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), un escenario de consecuencias económicas imprevisibles que conlleva aranceles y cuotas, así como la multiplicación de formalidades burocráticas que pueden conllevar atascos y retrasos en las entregas.

Una perspectiva funesta para el Reino Unido, ya sacudido esta semana por las consecuencias de la aparición de una nueva cepa del coronavirus, más contagiosa, que ha aislado en gran medida al país.

Según una fuente gubernamental francesa, los negociadores británicos hicieron en los últimos dos días "concesiones enormes" en la cuestión de los derechos pesqueros, el último punto que bloquea estas negociaciones.

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El acceso de los pescadores europeos a las ricas aguas británicas ha sido el último obstáculo en estas conversaciones, que sí lograron un entendimiento en el resto de las cuestiones espinosas, como la manera en que las partes resolverán sus futuras diferencias o las formas de protegerse de la competencia desleal.

La cuestión pesquera no tiene en realidad gran peso económico, pero sí una importancia política y social para varios estados miembros, como Francia, Holanda, Dinamarca o Irlanda.

El Reino Unido insiste en "recuperar el control de su pesca" tras el fin del periodo de transición, el 31 de diciembre.

Las divergencias se centran en el reparto de unos 650 millones de euros (800 millones de dólares) en pesca capturados cada año por los barcos europeos en los ricos caladeros británicos y la duración del periodo de adaptación para los pescadores europeos.

Una proeza 

Lograr un acuerdo en diez meses, aunque cuatro años y medio después del referéndum sobre el Brexit, constituiría una proeza para Londres y Bruselas, sobre todo para un acuerdo de esta envergadura pues negociaciones así suelen demorar años.

Hicieron falta dos años y medio para negociar el acuerdo de retirada que sellaba la salida británica, concluido a finales de 2019, un texto que aporta una seguridad jurídica a los expatriados de ambos lados del canal de la Mancha y garantías sobre el mantenimiento de la paz en la isla de Irlanda.

Con este acuerdo, la UE ofrecería a su antiguo miembro un acceso inédito sin aranceles ni cuotas para su inmenso mercado de 450 millones de consumidores.

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Esta apertura iría acompañada de estrictas condiciones: las empresas del Reino Unido deberán respetar un número de normas que evolucionarán con el paso del tiempo en materia de medioambiente, derechos laborales y fiscales, para evitar cualquier competencia desleal.

Un mecanismo permitiría a ambas partes activar rápidamente medidas, como aranceles, en caso de divergencias sobre estas normas. La UE reclama también garantías en materia de ayudas públicas.

En caso de una ruptura brutal, el Reino Unido habría perdido mucho más que Europa: los británicos exportan un 47% de sus productos hacia el continente, cuando la UE solo exporta un 8% de sus mercancías al otro lado del canal de la Mancha.

AFP