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Donald Trump | Foto: Foto: AP

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Aquí estoy y aquí me quedo: Donald Trump no quiere soltar la Casa Blanca

A pesar de su clara derrota en las urnas, el magnate sigue empecinado en desconocer los resultados. Su partido lo sigue apoyando, y la amenaza de una revuelta civil está latente.

15 de noviembre de 2020

La era de Donald Trump en la Casa Blanca llegó a su fin. Joe Biden sentenció las elecciones cuando alcanzó los votos suficientes para asegurarse la presidencia, sepultando así las esperanzas del magnate de continuar durante cuatro años más en el cargo. Ante la inminente victoria de Biden, los medios de comunicación no dudaron en proclamarlo ganador. Y centenares de personajes políticos lo felicitaron tras su victoria. Sin embargo, mientras Biden comienza a dar pasos hacia la transición, que se hará efectiva el 20 de enero de 2021, Trump sigue empecinado en desconocer la derrota. Aunque sus posibilidades son mínimas, la sombra del magnate se cierne sobre la democracia norteamericana.

Desde los comicios del 3 de noviembre, Trump presentó recursos ante la Justicia en al menos cinco estados claves, alegando fraude o irregularidades en el proceso electoral. En Georgia habrá recuento, pero una victoria allí no le alcanzaría para ganar las elecciones. Lo mismo podría ocurrir en Wisconsin; no obstante, prácticamente no hay probabilidades de que esto modifique los resultados.

El tiempo también corre en contra de Trump. Cada estado tiene un plazo para que las autoridades electorales certifiquen el resultado y validen el recuento. Además, el 14 de diciembre es la fecha límite real, pues es cuando los grandes electores de cada estado deben reunirse en el Colegio Electoral para elegir formalmente al presidente. Pero más allá de estos días marcados en el calendario electoral, el resultado oficial estará incluso antes. “No creo que tengamos que esperar a que cada estado certifique formalmente sus resultados”, señala John Fortier, especialista en elecciones del Bipartisan Policy Center. Agrega que “en los próximos días, con el avance del conteo y quizás el rechazo de ciertos recursos legales, veremos que las diferencias son demasiado grandes como para esperar una reversión mediante acciones legales”.

Trump ha presentado recursos ante la Justicia en al menos cinco estados, alegando fraude o irregularidades en el proceso electoral. El líder republicano Mitch McConnell dice que el magnate está “en su derecho” de recurrir a los tribunales.

Trump ha llevado los niveles de incertidumbre al límite. Hay quienes piensan que las listas de grandes electores podrían ser impugnadas por los republicanos para que voten finalmente por el magnate en los estados en donde perdió delegados. Según Barry Burden, especialista de la Universidad de Wisconsin, es un escenario “extremadamente improbable. El mero hecho de que algunas personas lo evoquen es preocupante, pues se pensaba que la democracia estadounidense había alcanzado cierto grado de madurez”. En tal escenario, la disputa continuaría luego ante el Congreso, que se reunirá el 6 de enero para contar los votos de los grandes electores y designar formalmente al ganador. Sin embargo, para que ello ocurra, varios estados claves tendrían que presentar listas rivales a fin de cuestionar la victoria de Biden, algo que, incluso para los parámetros de Trump, debería ser imposible.

Pocos esperan que el magnate dé marcha atrás. Como recuerda Burden, Trump “sigue cuestionando los resultados de 2016 pese a que ganó, así que es probable que desconozca la derrota por el resto de su vida”. No por ello Biden dejará de ser investido presidente el 20 de enero de 2021, aunque, como dice el experto, “quizás plantar la duda sea el único objetivo del equipo de campaña de Trump”.

El magnate ha logrado sembrar las sospechas infundadas entre sus más fervientes seguidores. Su séquito denuncia una conspiración para arrebatarle la presidencia, y sus partidarios se reúnen todavía bajo el lema #StopTheSteal (Paren el robo). Muchos se aglomeran armados, recordando que Trump les pidió estar atentos a su llamado para desatar el caos. Con cada día que pasa, la amenaza de una revuelta civil disminuye, pero hasta que Biden no esté en la Casa Blanca y los mítines supremacistas se detengan, nadie estará dispuesto a bajar la guardia.

¿Y los republicanos?

Superando sus expectativas antes de la contienda, el Partido Republicano está, al cierre de esta edición, a un escaño de mantener la mayoría en el Senado. Aún quedan dos lugares, que se disputarán el 5 de enero en Georgia. Pero si los republicanos se van en blanco, será la vicepresidenta Kamala Harris quien decida en la Cámara Alta cuando haya empates.

Cientos de fanáticos de Trump siguen acusando un fraude sin tener pruebas. Con cada día que pasa, el peligro de una revuelta civil disminuye, pero el magnate podría hacer un llamado a sus seguidores para generar caos si se ve contra las cuerdas.

Con el futuro republicano en suspenso, pocos se atreven a descartar lo que pueda hacer Trump para aferrarse a un puesto que ya no es suyo. Apenas cuatro senadores republicanos han reconocido a Biden. George W. Bush, el único expresidente republicano vivo, también hizo lo propio, al igual que el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Mauricio Claver-Carone, quien fue asesor de Trump en 2018. El gobernador de Ohio, el republicano Mike DeWine, y el exconsejero de George W. Bush, Karl Rove, se sumaron a las felicitaciones. Pero son casos atípicos.

Joe Biden ha restado importancia a las acusaciones de Trump. Mientras tanto, empieza a conformar su gabinete y presenta su plan para contrarrestar la pandemia.

Nadie sabe quién logrará persuadir al magnate para que se vaya. El líder republicano en el Congreso, el senador Mitch McConnell, dijo que Trump estaba “cien por ciento en su derecho” de recurrir a los tribunales. Y Bill Barr, asesor fiscal de Trump, acordó autorizar investigaciones sobre “acusaciones específicas” de fraude, lo que hace pensar que el magnate será un inquilino difícil de sacar por las buenas.

Muchos recuerdan lo sucedido en las elecciones del año 2000, en las que Bush hijo y el demócrata Al Gore competían por la Casa Blanca, y el resultado de Florida fue disputado durante más de 30 días. La Suprema Corte puso fin al recuento para que no se incumplieran los plazos, dando como ganador a Bush por una diferencia de apenas 500 votos. Los demócratas, conocedores de las reglas del juego y evitando poner en tela de juicio el sistema electoral estadounidense, reconocieron la derrota.

Con este antecedente y con los resultados electorales a su favor, los demócratas le han respondido con firmeza a los republicanos y a Trump. “Creo que es vergonzoso”, dijo Biden sobre la negativa de Trump, y agregó: “¿Cómo puedo decir esto con tacto? Creo que no ayudará al legado del presidente”. Por su parte, el líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, advirtió a sus colegas republicanos que estaban “envenenando” la democracia al no reconocer la victoria de Biden. “Acabamos de tener unas elecciones presidenciales divididas y reñidas, pero en lugar de trabajar para unir al país y poder luchar contra nuestro enemigo común, la covid-19, los republicanos están difundiendo teorías de conspiración y negando la realidad, poniendo deliberadamente en duda los resultados de los comicios”, afirmó Schumer.

Mientras Biden recibe el beneplácito de sus colegas en todo el mundo, Trump parece vivir en un universo paralelo. Seguramente allí, en esa realidad alternativa, tenga la oportunidad de seguir siendo presidente.