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DESARME: ENTRE AMENAZAS Y PROMESAS

¿Prosperarán las discusiones START e INF? SEMANA explica a lo que se enfrentan los negociadores en Ginebra.

28 de marzo de 1983

Una vez más los ojos del mundo se dirigen a Suiza. La reanudación en Ginebra de las conferencias sobre desarme nuclear vuelve a ser el tema del día entre todos aquellos preocupados con la posibilidad de un holocausto nuclear. En ese sentido, lo que se discute allí tiene mucho que ver con el futuro inmediato de todo el género humano. Por otra parte, la posibilidad cada vez menos teórica del desencadenamiento de una guerra nuclear "limitada" no hace sino aumentar los temores de la población mundial sobre los descomunales arsenales de las superpotencias.
¿Qué es lo que sucede, entonces, en Ginebra?
En realidad, son dos las conferencias sobre desarme que se adelantan allí en estos momentos. La primera de ellas es la START (Strategic Arms Reduction Talks) que, a grosso modo, es una hija de las primeras conversaciones sobre desarme, SALT (Strategic Arms Limitation Talks).
En START se discute el nivel de fuerzas nucleares con un radio de alcance superior a 5.000 kilómetros. Tal es el caso de los misiles intercontinentales tierra-tierra, aire-tierra y mar-tierra.
La segunda se conoce con la sigla de INF (Intermediate-Range Nuclear Forces) y aunque sus límites no están muy definidos, se consideran objetos de negociación aquellas armas cuyo alcance oscila entre 1.000 y 5.000 kilómetros y que por lo tanto no disponen del alcance para ser usadas en un ataque intercontinental directo.
Normalmente, los negociadores de ambos países sólo se ven las caras dos veces a la semana (tradicionalmente los martes y jueves) y en esas oportunidades el tiempo se va en considerar las propuestas que se hacen de un lado a otro. Los cinco días restantes son empleados en consultar las propuestas interesantes y factibles a los altos mandos, tanto en Washington como en Moscú.
Cuando se logra algún punto de acuerdo, la atención desde ese momento se concentra en torno a la redacción final del tratado donde cada palabra es sopesada antes de incluirse. En este punto ha habido varias ocasiones en las que la negociación se ha vuelto a empantanar y es obligatorio retroceder hasta el principio. Prueba de ello es el hecho de que en más de una década de negociaciones sólo un tratado, el SALT-2, ha sorteado el tortuoso camino. Pero éste nunca fue ratificado por el senado norteamericano.
Contrariamente a los acuerdos SALT-1 (1969-1972) y SALT-2 (1974-1979), el actual proceso de negociación no busca entonces limitar sino reducir los dos arsenales nucleares que totalizan, según diversos estudios, 12.000 megatones, es decir, setecientas mil veces la potencia destructiva de la bomba que destruyó Hiroshima.
Esto requiere contabilizar de nuevo los armamentos y establecer métodos de cálculo. En ese marco, se comprenden los esfuerzos propagandísticos desplegados por Moscú y Washington para "demostrar", a la opinión pública occidental, que el apetito desenfrenado del "imperialismo" o las "tentativas de supremacía de los soviéticos" les imponen un esfuerzo "involuntario" de guerra.
EL ARSENAL SOVIETICO
En un folleto de 99 páginas, hecho público el 29 de septiembre de 1981, los Estados Unidos dieron a conocer una radiografía completa de la "potencia militar soviética".
Según ese documento, en el que colaboraron los servicios secretos norteamericanos, el ejército soviético cuenta con 4.800.000 hombres y dispone de 180 divisiones, 50.000 tanques, 20.000 piezas de artillería, 5.200 helicópteros, 10.000 aviones, 3.500 bombarderos tácticos y (en ese momento) 250 cohetes SS-20 dotados de tres ojivas nucleares.
La URSS posee, según los norteamericanos, 7.000 ojivas nucleares, 1398 cohetes (de 10 a 1000 kilómetros de alcance), 950 submarinos y 156 bombarderos estratégicos sin incluir los 150 "Backfire" que, a pesar de sus 6.114 kilómetros de alcance, los soviéticos rehusan ver catalogados como armas "estratégicas". También dispondrían de 10.000 cohetes tierra-aire, 1.000 emplazamientos de lanzamiento, 740 cohetes tierra-tierra y 1004 cohetes tierra-mar.
LA RESPUESTA DE MOSCU
Evitando comparar cualquier cifra con las de la OTAN, ese mismo folleto destaca que 85.000 soldados soviéticos luchan en Afganistán, y que Moscú no cesa de aumentar las bases en el extranjero, accesibles a su ejército. Además 135 fábricas importantes participan en ese esfuerzo de guerra, ocupando éstas 40 millones de metros cuadrados, 34% más que en 1970.
Sin discutir en general las cifras publicadas por los Estados Unidos, los dirigentes soviéticos replicaron, cuatro meses después, por intermedio de un folleto lujoso, traducido a seis lenguas, titulado "¿Quién amenaza la paz?".
En ochenta páginas, debidamente ilustradas con mapas y fotos, el ministerio soviético de Defensa hizo un inventario de la "maquinaria de guerra norteamericana": 2.949.000 hombres, unas 80 divisiones, 11.400 tanques, 11.200 piezas de artillería, 8.734 aviones (ejercito del aire únicamente) 648 submarinos, y 673 bombarderos estratégicos.
Las demás fuerzas estratégicas ofensivas están compuestas de 10.000 ojivas nucleares, 1053 cohetes intercontinentales (11.250 a 15.000 kilómetros), 576 cohetes mar-tierra y 648 emplazamientos de lanzamiento. En este momento, agrega el documento soviético, los Estados Unidos disponen de 1.500 bases de repartidas en 32 países, especialmente en Europa, la zona del Pacífico y el Océano Indico.
Los responsables soviéticos señalan también que 146 empresas nacionales y alrededor de 4.000 fábricas privadas trabajan, en los Estados Unidos, en la fabricación del material de guerra.
Otro estudio, "La OTAN y el Pacto de Varsovia: comparación de las fuerzas en presencia", realizado por 14 países occidentales y dado a conocer el 4 de mayo pasado, y que matiza los informes de Moscú y de Washington, parece probar que, a pesar de los medios modernos de observación, el esfuerzo de guerra llevado a cabo por las dos superpotencias es difícilmente mensurable.
Los negociadores de Ginebra no se limitan, entonces, a contabilizar de manera estadística los armamentos. Después de determinar, según su alcance, si se trata de armas estratégicas o de "teatro", examinan su capacidad destructiva, su velocidad y sus cualidades técnicas.
Sin embargo, por parecidos que resulten, los totales ocultarían, según los especialistas, numerosas asimetrias.
¿QUIEN ES MAS VULNERABLE?
Un simple análisis de las fuerzas actuales permite comprobar que las dos superpotencias han diversificado sus arsenales. Mientras los Estados Unidos han instalado el 50% de sus ojivas nucleares a bordo de sus submarinos, el 27% en bombarderos y 22% en silos, la Unión Soviética ha dispuesto el 62% de sus cohetes nucleares en silos, 27% en bombarderos y 11% en submarinos. Este reparto implica, entre otras cosas, que los cohetes soviéticos pueden aspirar a tener una mayor precisión pero, contrariamente a los americanos, parecen ser más vulnerables.
Desde el punto de vista técnico, las comparaciones resultan ociosas. ¿Qué tiene que ver un cohete SS-20 capaz de transportar tres cargas nucleares hasta 5.000 kilómetros, con un cohete Pershing-2 aun no instalado, equipado con una sola cabeza nuclear y cuyo radio de acción no excede 1.750 kilómetros?
¿Cómo comparar, se pregunta otro observador europeo, el bombardero británico Vulcan --técnicamente superado- con el avión soviético Backfire, fabricado para volar a baja altitud y transportar, a dos veces la velocidad del sonido, hasta cuatro cargas explosivas a la vez?
Las mismas preguntas pueden ser formuladas sobre las ventajas, numéricas o técnicas, que poseen los países de la OTAN sobre el Pacto de Varsovia. Con todo, las autoridades moscovitas aseguran que según "datos objetivos", existe una paridad "aproximada" entre las fuerzas de la OTAN y el Pacto de Varsovia en lo que toca a los armamentos estratégicos nucleares y las armas de medio alcance instaladas en Europa.
LA "OPCION CERO"
Los hechos, invocados en "Pravda" del 2 de enero pasado, permiten asegurar a la Unión Soviética que "no hay ningún retardo de los Estados Unidos ni de la OTAN" con respecto al Pacto de Varsovia, y que por otro lado, la URSS no posee armamentos estratégicos cerca de las fronteras norteamericanas. En cambio, Francia y Gran Bretaña poseen 263 cohetes y aviones que pueden transportar 600 ojivas nucleares hasta objetivos situados a 4.500 kilómetros.
En ese sentido, Andropov y Gromyko confirmaron al ministro francés de relaciones exteriores, en su reciente viaje a Moscú, que la Unión Soviética sigue contabilizando las fuerzas francesas dentro del arsenal de la OTAN, lo que explica por qué las autoridades soviéticas han propuesto reducir en un 25% los armamentos intercontinentales --a partir del limite fijado por los acuerdos SALT II en 1979-- y explica por que se oponen a la "opción cero" propuesta por Norteamérica, que plantea liquidar todos los misiles soviéticos de alcance medio, a cambio de la no instalación de los 572 cohetes Cruise y Pershing II en Europa, si en Ginebra no se llega a un acuerdo, pues de todas formas quedaría apuntando contra la URSS todo el arsenal cohetero-nuclear de la OTAN en Europa.
Por su parte, los países de la OTAN y Francia aseguran que la paridad nuclear desapareció con el despliegue de los cohetes SS-20, y que Moscú posee, además, una superioridad convencional aplastante en Europa.
Esta doble comprobación inspira, según la administración americana, las propuestas del presidente Reagan que buscan reducir en un tercio las ojivas nucleares y limitar los demás elementos de las fuerzas nucleares estratégicas incluída su capacidad destructiva.
"QUE TODOS LOS SS-20 SOVIETICOS SEAN ELIMINADOS"
Días antes de partir para Ginebra como jefe de la delegación norteamericana para las conversaciones sobre reducción de armas nucleares, START, Mr. James Goodby, embajador de los Estados Unidos en Finlandia, concedió a Ricardo Avila, corresponsal de SEMANA en Estados Unidos, la siguiente entrevista exclusiva:
SEMANA.: Señor Embajador, se ha dicho que la administración Reagan no está interesada en una detente nuclear ¿Cuál es su opinión al respecto?
JAMES GOODBY.: En realidad, nosotros creemos que podemos lograr algo mejor que un acuerdo para congelar el parque nuclear actual, pues la sola congelación no corregiría algunos de los problemas ya existentes --principalmente inestabilidad- así como no disminuiría los riesgos de una guerra nuclear. Lo que nosotros deseamos es garantizar algunas reducciones en fuerzas estratégicas en los dos lados. Para tal fin, hemos propuesto reducciones radicales al respecto. Por ejemplo, proponemos una disminución del 50% en los niveles actuales de misiles, al igual que una reducción de un tercio en el número de cabezas nucleares y si esto se logra es evidente que la probabilidad de una guerra nuclear sería menor. Los soviéticos también nos han hablado acerca del tema y dado que ahora estamos sentados en la mesa de negociaciones, es de esperar que no sólo se logre detener sino disminuir el parque nuclear actual.
S.: ¿Cree usted que la superioridad de los soviéticos en el área pueda interferir notablemente en el desarrollo de las negociaciones?
J. G.: Bueno, primero que todo quisiera enfatizar en que no hay duda acerca de que la estrategia de poderío militar aún se aplica. Es decir, que la relación es tal que la guerra nuclear no se lleva a cabo por la existencia de las fuerzas actuales. Ahora, hay algunos indicadores que permiten ver que la balanza favorece notablemente a la Unión Soviética. Vemos claramente la ventaja que ellos tienen, la cual estamos tratando de reducir a través del programa de modernización actual, el que ha sido aprobado en su mayoría por el congreso de los Estados Unidos.
Así, a través de la decisión del presidente y del congreso de mantener esa táctica, creemos que a los soviéticos les queda muy claro que no vamos a permitir una situación de desigualdad.
Por lo tanto, soy optimista en torno a que ellos vean la situación muy clara y que las negociaciones START en las que estoy envuelto, serán exitosas en términos de un acuerdo. Creo que es un poco temprano para hacer predicciones sobre los resultados, pero considero que los elementos necesarios están ahí
S.: Aunque el punto de los misiles Pershing II no va a ser tratado en las conversaciones START, ¿cuáles cree usted que serían los resultados de un acuerdo sobre la materia?
J. G.: Los misiles Pershing están considerados en las negociaciones sobre armas de alcance intermedio y lo que nosotros proponemos es un desmantelamiento total de este tipo de armas nucleares. Los soviéticos por su parte tienen un número considerable de misiles SS-20, los cuales pueden ser usados en un ataque a Europa Occidental. Nosotros deseamos que todos esos misiles sean eliminados y a cambio no se instalarían los misiles Pershing ni las demás armas de este tipo que han sido planeadas para instalar en los países de la OTAN. Lo que buscamos es cierto grado de igualdad pues los soviéticos tienen una ventaja total en ese campo, lo que les da una superioridad no sólo militar sino también política.
S.: ¿Qué hay acerca de los misiles MX?
J. G.: El misil MX ha sido aprobado por el congreso en términos de continuar desarrollando la investigación, pero aún se está considerando cuál es la manera más efectiva de situarlos. O sea, aspectos tales como la supervivencia de los misiles ante la eventualidad de un ataque nuclear. Los MX constituyen una parte más del programa de modernización de los misiles de largo alcance, pues durante muchos años no se ha introducido nada nuevo. Sobre todo si se tiene en cuenta la actitud de los soviéticos al respecto. De tal manera, el único interrogante es cómo diseñar el MX para que sobreviva y así contribuya a la estabilidad que es necesaria.
S.: Hace poco tiempo el Pacto de Varsovia insistió en sus propuestas para lograr una reducción, pero la administración Reagan no pareció muy entusiasmada al respecto.
J. G.: Bueno, los soviéticos han hecho propuestas que estamos considerando, pero en realidad no hemos visto nada nuevo que cambie su posición notablemente. Claro que si ellos ofrecen algo que haga las negociaciones posibles, estamos listos a considerarlo. Básicamente, ellos proponen que se les permita perpetuar el monopolio actual que tienén en los misiles de mediano alcance negando así las posibilidades que mencioné atrás: o eliminar totalmente este tipo de armas o aceptar cierto grado de igualdad.
En realidad, si no vemos un avance hacia cualquiera de estas direcciones es difícil ver cómo las negociaciones puedan llegar a un acuerdo como resultado de la actitud rusa.
S.: ¿No cree usted que el esfuerzo del gobierno de Reagan para construir un arsenal nuclear mayor que el existente, puede afectar negativamente en vez de favorecer el desarrollo de las conversaciones sobre limitación de armas?
J. G.: Creo que hay un acuerdo popular sobre la necesidad de modernizar la estructura militar en los Estados Unidos, la cual balancee las fuerzas. Me parece que el movimiento anti-nuclear es tan sólo la expresión pública de que se esperan resultados concretos de las conversaciones y pienso que la administración entiende esto, para lo cual se está moviendo en ese sentido con el fin de lograr progresos en las negociaciones; suponiendo una vez más que haya flexibilidad en ambos lados y no en uno solo.
UN NUEVO TRIBUNAL DE NUREMBERG
"Toda utilización o amenaza de utilización de armas atómicas, químicas o biológicas, es un crimen y va en contra de los derechos de los pueblos", sentenció el 20 de febrero el Tribunal Internacional para la Paz, reunido durante tres días en Nuremberg, Alemania Federal.
El tribunal, que promueve el desmantelamiento de todas las armas de destrucción masiva, en especial las nucleares, fue inaugurado con una manifestación silenciosa ante el cuartel general de las Fuerzas Armadas norteamericanas.
Organizado por el partido ecologista "Los Verdes", el tribunal recordó, por intermedio de Petra Kelly --dirigente de ese partido-- que el jurado que procesó en Nuremberg en 1945 a los criminales nazis, senaló que "los juicios pronunciados aquí se aplican hoy a los alemanes, pero un día podrían ser dirigidos contra los que acusaron aquí a Alemania" .
Petra Kelly precisó que el Tribunal por la Paz es un tribunal simbólico con un jurado internacional compuesto de siete miembros: el periodista soviético de la "Gazeta Literaria", Vladimir Lomeiko, el reverendo norteamericano John D. Steinbruck, el filósofo japonés Seiei Shinohara, el sacerdote católico holandés Herman Veerbeck, el politólogo oeste-alemán Ossip Fleschtheimn así como por dos mujeres escritoras: Louis Rinser, de la RFA, y Freda Meissner-Blau, de Austria.
"La carrera armamentista puede transformar a Europa en un Auschwitz nuclear", declaró el tribunal, que llamó a la humanidad para "desembarazarse de todos los medios de destrucción en masa"
Al deplorar la ausencia de las sesiones de delegados oficiales de Estados Unidos y de Alemania Federal, los dos principales acusados, el Tribunal estimó que correspondía ahora a la OTAN responder a las distintas propuestas de compromiso de la URSS, especialmente la de firmar un pacto de no agresión entre las dos grandes potencias, hechas recientemente en Praga, en una reunión del Pacto de Varsovia.
"Estados Unidos desencadenó la carrera armamentista nuclear con Hiroshima y la continúa con los Pershing-2, una nueva generación de armas", dijo Barry Commoner, físico norteamericano pacifista. Interrogado el ex coronel Daniel Proektor, delegado soviético al Tribunal, sobre el hecho de que las superpotencias no respetan al tratado de no proliferación de armas atómicas de 1968, contestó que la URSS "se vio en la obligación de rearmarse para enfrentar a la amenaza de la 'respuesta flexible' inventada por el Pentágono de los EE. UU.".
Interrogado por George Wald, premio Nobel de medicina en 1967, acerca de las razonez de la multiplicación de cabezas nucleares en Siberia, a partir de 1977, Proektor contestó: "Desgraciadamente no se puede detener el progreso. Los científicos e ingenieros soviéticos producen misiles de una precisión de tiro cada vez más grande", pero aseguró que los Pershing-2 norteamericanos son aún más precisos que los SS-20 soviéticos.
Fuera de los ya citados asistieron al evento como invitados y testigos Philip Agee, ex miembro de la CIA, el ex almirante francés Antoine Sanguinetti, los ex generales Nino Pasti (italiano), Johan Christie (noruego), Von Meyenfeld (holandés) y Michael Harbottle (británico). También participaron entre otros Daniel Ellsberg, ex consejero del Pentágono, el ex sacerdote George Zabelka, quien bendijo antes de su partida el avión que lanzó la bomba atómica sobre Hiroshima en 1945, y la escritora polaca Krystina Zynulska, sobreviviente del campo de concentración de Auschwitz-