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El presidente de Estados Unidos, Barack Obama (d), saluda a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, el sábado en la sesión de clausura de la Cumbre Empresarial de las Américas. | Foto: EFE/Leonardo Muñoz

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Dilma y Obama: tan cerca y tan lejos

Con el encuentro entre los dos mandatarios en Cartagena queda claro que, por ahora, las relaciones entre los dos gigantes del continente van a seguir siendo distantes.

Nathan Jaccard, enviado especial.
14 de abril de 2012

"Nuestra relación tiene que ser de alianza, pero alianza entre iguales", le dijo de frente Dilma Roussef, la presidenta de Brasil a Barack Obama, su colega estadounidense. El escenario de este reclamo fue la clausura de la Cumbre Empresarial en Cartagena. Pero Obama ya lo había escuchado el lunes pasado, cuando Dilma visitó la Casa Blanca.

El fondo del problema es que Brasilia, con su crecimiento económico, su peso poblacional y sus recursos naturales, pretende ser tratada como una verdadera potencia. En Washington muchos aún consideran que el coloso del sur no ha crecido lo suficiente como para jugar con los grandes de la política y la economía internacional.

Dilma y Obama se encontraron en el hotel Hilton, en un panel junto a Juan Manuel Santos para hablar sobre buen gobierno. Pero en ciertos pasajes, el presidente colombiano, pareció ser el testigo de las discrepancias que hay entre los dos gigantes del hemisferio.
 
Dijo que "estoy en la mitad de dos titanes, geográficamente y políticamente". Aunque el debate fue cordial, Dilma, sin mencionar que se refería a Estados Unidos, atacó directamente a Obama. Uno de las principales molestias brasileñas es por la devaluación del dólar. El real, la moneda brasileña, es ahora más fuerte y eso golpea a su sector exportador, restándole competitividad a una de las grandes locomotoras del milagro brasileño.
 
Delante de los más de 800 asistentes, la presidenta dijo que "la política monetaria expansionista tiene un factor de proteccionismo. Tenemos que tomar medidas para defendernos. No podemos dejar que nuestros sectores manufactureros sean devorados. Esto nos está afectando, transforma a nuestras economías en una presa fácil".

La semana pasada, en Washington, la queja fue muy similar. Dilma declaró en una rueda de prensa con Obama en el despacho Oval que "estas políticas monetarias expansivas, en última instancia, llevan a una depreciación en el valor de las monedas de los países desarrollados, que pone en peligro el crecimiento en los países emergentes". Y unas horas después, en la Cámara de Comercio norteamericana, insistió que "Brasil repudia todas las formas de proteccionismo, incluido el proteccionismo cambiario".

Pero la política monetaria de Washington no es lo único que tiene a los brasileños molestos. Desde que el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva llegó al poder en 2003, Brasil aspira a volverse un jugador económico y político de primer orden mundial. Ya no se ven solamente como la nación más grande de América Latina, sino como el bloque de los BRIC (Brasil, Rusia, India, China), los países que por su tamaño y economías, pueden llegar a ser las potencias del siglo XXI.

En ese sentido, Brasil aspira a un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. En la visita en Washington el tema ni siquiera fue mencionado, lo que irritó a Brasilia. Sobre todo teniendo en cuenta que Estados Unidos está impulsando la iniciativa de India para acceder al Consejo de Seguridad. Como dijo Ricardo Setti, columnista de la revista Veja, "la diplomacia brasileña, en este punto crucial, no avanzó un milímetro".

Hay otro punto de fricción. La fuerza aérea brasileña tiene un plan de expansión y renovación de sus aviones de caza. Una de las compañías competidoras es Boeing, el gigante de la aeronáutica de Seattle. El problema es que Estados Unidos iba a comprar un importante lote de aviones Tucano a la firma brasileña Embraer y la licitación fue finalmente cancelada. De manera poco prudente, Obama dijo entre chiste y chanza en el Hilton de Cartagena, que el crecimiento de Brasil era bueno, pues "eso significa que los brasileños quieren comprar iPads y aviones Boeing. Es un mercado para nosotros".

Y es justamente ese tipo de comentarios que no siempre caen muy bien. Es verdad que en Estados Unidos hay un interés por Brasil, pero allá sienten que solo es por la plata y la bonanza que están viviendo. La próxima semana la secretaria de Estado Hillary Clinton visitará Brasilia, donde se reunirá con altos funcionarios y tratará de limar asperezas. Pero, como lo analizó Luiz Augusto Neves, presidente del Centro Brasileño de Relaciones Internacionales, es probable que los vínculos entre Brasil y Estados Unidos sigan siendo "una relación sin entusiasmo".